SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA
Entre las muchas
visiones y revelaciones que tuvo la
Venerable Ana Catalina Emmerick son
particularmente interesantes las que se refieren a Santa Catalina de Alejandría.
l parecer, tocóle vivir
a esta santa en un tiempo y lugar donde predominaba un ambiente de tolerancia y de diálogo. “Por entonces —dice la vidente— se
hallaba en Alejandría el patriarca Teonás, quien con su grandísima mansedumbre
había conseguido que los paganos no persiguiesen a los cristianos. Estos vivían
muy oprimidos y tenían que proceder con la mayor cautela y guardarse de hablar
contra los ídolos. De aquí surgió una tolerancia muy peligrosa respecto de los
paganos y tibieza en los cristianos, por lo cual dispuso Dios que Catalina, con
su luz interior e inflamado celo, reanimase a muchos”.
Todo esto no es
imaginación de la Emmerick. Teonás existió realmente y el Martirologio Romano
lo menciona como santo, el 23 de agosto: “En Alejandría, san Teonás, Obispo y
Confesor”. Más explícita aún, La Leyenda de Oro se refiere a él en los
siguientes términos: “Fue colocado en la silla patriarcal de Alejandría el año
282, y la gobernó por espacio de diez y nueve años. Por su sabiduría y santidad
fue el más bello ornamento de su iglesia, floreciente entonces en un gran
número de personajes distinguidos. Escribió una célebre instrucción en forma
epistolar, en la cual trazaba las reglas de la conducta que debían guardar los
cristianos que vivían en la corte de los emperadores, y la dirigió a Luciano,
primer chambelán de Diocleciano. El santo obispo murió en Alejandría el 23 de
agosto del año 300”.
He aquí, en el siglo
IV, un santo varón, puesto que tal lo considera la Iglesia, embarcado en el
diálogo y en la apertura al mundo pagano. Al punto que, según la Emmerick, “se
mostraban los paganos tan aficionados a él que muchos cristianos débiles
sacaban de aquí la consecuencia de que no sería cosa tan mala el paganismo”.
Pero, pese a las buenas intenciones
de su santo ministro, parece que el Señor tuvo distintos designios. “Por
esta razón —continúa la vidente— suscitó Dios a aquella esforzada,
animosa e inspirada doncella para que con sus palabras, con su ejemplo y con su
glorioso martirio convirtiera a muchos que de otro modo no se habrían salvado”.
¿Qué hizo Santa
Catalina? Según la
tradición, llevada por fuerza al templo pagano, reprochó de palabra al
Emperador su idolatría y su conducta para con los cristianos y le expuso con
sólidos argumentos la necesidad de creer en Jesucristo para lograr la salvación
eterna. Según Ana Catalina Emmerick, su actitud fue más drástica. “Catalina
—dice— fue obligada por sus parientes a ir al templo de los ídolos; pero no
sólo no fue posible reducirla a ofrecerles sacrificios, sino que cuando la
solemnidad era mayor, Catalina, arrebatada de santo entusiasmo, se acercó a los
sacerdotes y derribó el altar de los perfumes y echó por tierra los vasos,
clamando contra las abominaciones de la idolatría. Levantóse entonces un gran
tumulto; apoderáronse de ella, la tuvieron por loca furiosa y la condujeron al
peristilo del templo para interrogarla. Ella seguía clamando con mayor
violencia. Fue conducida a la cárcel, y en el camino llamó a todos los
confesores de Cristo invitándolos a unirse a ella para derramar su sangre por
Aquel que nos ha redimido con la suya. Fue encarcelada, azotada con escorpiones
y arrojada a las bestias feroces. Yo pensaba que no era lícito buscar tan de
intento el martirio; pero se dan excepciones y hay instrumentos elegidos por
Dios”.
El resto ya lo conocen
quienes todavía leen las vidas de los santos. El suplicio de las ruedas con
cuchillas, milagrosamente destruidas por un rayo, y la decapitación final.
Pensarán algunos que Santa Catalina sufrió el martirio por ser
incapaz del diálogo. Error profundo. Catalina era una joven
inteligente y culta. Antes de su martirio quisieron hacerla abjurar de su fe y
la enfrentaron con cincuenta doctores de Egipto. Ella expuso
la Verdad con tanta fuerza y elocuencia que convenció a muchos de ellos, a tal
punto que se convirtieron al cristianismo y murieron mártires. Aquí no hubo
concesiones, búsqueda de coincidencias y ocultamiento de disidencias, ni
transbordo ideológico inadvertido. La Verdad se impuso íntegramente. Sólo así
vale la pena el diálogo. De lo contrario suele asemejarse a los de Pedro en el
patio del tribunal de Caifás, cuando no al de Judas con los sacerdotes del
Templo.
(...)
Santa Catalina fue una
de las santas más grandes de la Cristiandad. Fue una de las tres mujeres
incluidas entre los Catorce Santos Auxiliadores, tan venerados en la Edad Media
y hoy tan olvidados. Se
la considera la “sabia consejera”, patrona de estudiantes, teólogos, filósofos,
abogados, oradores e intelectuales católicos en general. Ha sido en todas las épocas tema predilecto de los
artistas, que se han complacido en pintarla en el episodio de su vida referente
a sus desposorios con el Niño Jesús, o también con su rueda, con una pequeña
cruz, con un libro, con una espada, o en su disputa con los doctores.
Santa Gertrudis, en sus
“Revelaciones”, refiere que Dios se
la mostró “en un trono tan encumbrado, que si no hubiera en el cielo Reina
mayor, la gloria de esta sola parecería bastar a hacerle sobrado vistoso” [4].
Y Dios no sólo honró su
alma, sino también su cuerpo, haciéndolo trasladar por los ángeles al monte
Sinaí. Este hecho, aparentemente el más “legendario” de la vida de la santa,
está avalado por la Iglesia, que lo menciona en la oración de su misa y en el
Martirologio Romano. Lo confirman las revelaciones privadas de Ana Catalina
Emmerick y Teresa Neumann. Y es tradición viva en el monasterio de Santa
Catalina, al pie del monte, donde se conserva parte de sus restos.
Desgraciadamente los
tiempos actuales no son muy propicios para la devoción a Santa Catalina, a
pesar que la devoción a Santa Catalina sería muy propicia para los tiempos
actuales. Cuando vemos que se duda de todo, de la Santísima Trinidad, de
Cristo, de la Eucaristía, de la Santísima Virgen, de la Moral, de la Oración,
de la Escritura, ¿cómo sorprendernos de que se dude hasta de la existencia de
Santa Catalina? Con mayor razón cuando se trata de una santa evidentemente
preconciliar y, por lo tanto, molesta.
Fue triste para los amantes de la tradición, y en especial para los
devotos de Santa Catalina, que esta santa fuera suprimida del calendario
litúrgico desde el 1º de enero de 1970. Precisamente en estos momentos en que
los filósofos y teólogos católicos tanto necesitan de su protección para no
caer en el error y mantener incólumes los fueros de la Verdad.
Alberto Ezcurra
Medrano. Revista Roma Nº 23, Bs. As., Marzo de 1972.
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