LA SUPRESIÓN DEL
SACRIFICIO PERPETUO
Tomás Tello
Revista Roma N° 109
Fue para mí una
revelación sorprendente, dada la presente situación eclesial, cuando leí, por
primera vez, el comentario del Card. Billot, s.j ., a los versículos de Daniel,
que hacen referencia a la supresión del Sacrificio perpetuo. Era citado en la
obrita de Gabrielle Rochon "L'INFAME TRAHISON" (Montréal, 1980, págs.
22-25). Posteriormente, lo volví a leer en su contexto de la Obra completa del
Card. Billot "LA PARUSÍA", publicada en EINSICHT, en noviembre de
1987.
A partir de aquel
momento quedó perfectamente claro, con un golpe de luz deslumbradora, aquel
versículo de San
Mateo (24,15):
"Cuando veáis
puesta en el lugar santo la Abominación de la Desolación, la anunciada por el
proteta Daniel (el que lea entienda)". O el paralelo de San Marcos: "Cuando veáis la Abominación
desoladora, puesta donde no debiera estar (el que lea entienda)" (13,14).
Los comentarios que
conozco las aplican a la destrucción de Jerusalén y a la profanación del
templo.
Debido a la impresión que me causó el
Comentario del Card Billot, por encajar tan bien en las presentes
circunstancias, intenté remontar la corriente de la Tradición, para ver lo que
la misma nos dice sobre el tema, ya que el Card Billot no aporta citas, ni hace
alusión alguna a la Tradición.
Cristo nos dice que el que lea entienda; esto es, que debemos esforzarnos en
penetrar su sentido. Con esto se nos avisa que, contra todas las apariencias, el sentido no debe ser tan
somero, ni tan obvio, como el que nos ofrecen comunmente los comentaristas. Cristo nos remite al profeta Daniel. Se impone el deber de
consultarlo. Cuando
Cristo lo cita, es porque indudablemente nos dará
la clave para su comprensión. Esto es lo que hace el Card. Billot, en su
Comentario.
En efecto, Daniel
pone en
íntima conexión, en varios pasajes, la Supresión del Sacrficio perpetuo con la instalación de la
Abominación de la Desolaclon. Vease, ademas de
la cita introductoria, Dan.
9,27 y 12,11. Sólo en el cap. 8 se habla de la supresión del Sacrificio cotidiano, sin
hacer mención expresa de la Abominación de la Desolación: "Y creció hasta
el mismo Jefe del Ejército y fue por él suprimido el Sacriticio cotidiano y
derribado el lugar del Santuario" (Dan. 8,11). Aquí tenemos los datos del profeta
Daniel, al que CrIsto nos remite.
Los comentaristas que
he leído, refieren esto exclusivamente a la persecución de Antioco y a la
colocación de la estatua de Júpiter Olímpico en el Santuario, o a la
profanación de Jerusalén por las tropas romanas, sin referirse a su significado
profundo, pero los sucesos del Antiguo Testamento eran sólo "Umbra futurotum", como nos dice San Pablo; o sea, imagen, figura o símbolo de una
realidad mesiánica futura.
Según se puede deducir
de los lugares del Antiguo Testamento, donde se habla de la Abominación de la
Desolación (por ejemplo, I
Mac. 1,47; 50, 57 y II Mac. c. 6), la Abominación de la Desolación no es otra cosa que la sustitución
del verdadero culto de Dios por un culto falso, ofrecido a los
ídolos, o la profanación del lugar sagrado. De ahí, la íntima relación entre la
supresión del Sacrificio perpetuo y la Abominación de la Desolación.
Esto quiere decir que,
al aplicar Cristo a una profecía suya, la profecía de Daniel, la supresión del
Sacrificio perpetuo (o lo que es igual la supresión del
Santo Sacrificio de la Misa) estaba ya evidentemente profetizada
en el Antiguo Testamento; pues, el
único Sacrificio Perpetuo, a partir del Sacrificio del Calvario, cuando quedó
abolida la antigua alianza y establecida la nueva y eterna, es el SACRIFICIO
DE LA MISA. No hay otro. Todo esto lo explica y
aplica muy acertada y exactamente el Card. Billot, en su citada obra.
Conclusión. Abominación de la Desolación es igual a la supresión del verdadero culto de Dios, a la
supresión del Sacrificio perpetuo. Es así que el único
Sacrificio perpetuo, cuando Jerusalén fue tomada por las tropas romanas y fue
destruido el templo, era el Sacrificio de la MISA, luego lo que se profetizó es
que la MISA, la OBLATIO MUNDA, que le sería ofrecida a Dios, desde la salida del sol
hasta el ocaso, habría de ser abolida. Esto es lo que sucedió con la promulgación del Novus Ordo Missae (N.
O. M.). Esto es lo que consta en la Sagrada Escritura. Pero es preciso bucear en la Tradición para ver como
interpreta esta profecía.
Es una lástima que el
Card. Billot no cite la Tradición. Gabrielle Rochon apostilla así a las
conclusiones del Card. Billot: "Explicaciones enteramente de
acuerdo con los Santos Padres de la Iglesia y toda la tradición apostólica de
la Santa Iglesia Romana" (p. 22). Pero no aduce ningún
testimonio de la misma. Estaba persuadido de que la exégesis del Card. Billot
se tendría que basar en la Tradición pero, ¿en qué grado?
Procuré rellenar la
laguna dejada por el Card. Billot. Era consciente de las dificultades que la
empresa entrañaba para mí, por no ser especialista en la materia, por mis
ocupaciones profesionales y por no tener cómodo acceso a las fuentes desde el
medio en que se desenvuelve mi vida. Sin embargo, esta idea obsesiva me hacía
no cejar en el empeño. El primer material testimonial al respecto, me llegó a
través de la Revista EINSICHT. Era una cita de San Alfonso María de Ligorio,
cuyo tenor es: "satanás suprimirá el Sacrificio de
la Misa, y eso se llevará acabo a causa de la falta de fe de los hombres" ("Zerstorung der HI. Messe in N.
0. M.", de Visser, Einsicht, febrero 1985).
Posteriormente, leí
otro testimonio, citado por el abate Zins, de San Jerónimo: "El Anticristo abolirá el
ejercicio público del único verdadero Sacrificio del altar" (V. S. Jer. "in Danielem 12,11.
SUB TUUM PRAESIDIUM, nº 3, 2º Trim. 1986, p. 34). Esto era ya
sumergirse en las fuentes de la Tradición, en la Patristica. Pero... tenían que
existir más. La expectativa quedó satisfecha, al adquirir la obra del Padre
Antonio Orbe, s.j., "La Teología de San Ireneo"
(B. A. C., Madrid, 1988). Por esta obra, me he podido enterar
que San Ireneo,
testigo casi de primera mano de la Tradición Apostólica, afirma que el Santo
Sacrificio de la Nueva Alianza será desterrado por obra del Anticristo. "Deinde et tempus tyrannidis ejus significat, in quo
tempore fugabuntur sancti qui purum sacrificium offerunt Deo." O sea: "Más tarde indica el tiempo de su tiranía, cuando serán
perseguidos los santos que ofrecen a Dios el sacrificio puro" (1. V,
25,4). Oigamos los comentarios del p. ORBE. "En
ese tiempo los santos serán perseguidos y desterrado el sacrificio puro a
Dios". "Está claro -dice- lo que Ireneo entiende por la persecución y fuga de
los santos «qui purum sacrificium offerunt Deo». Cesará con el Anticristo el
Sacrificio Puro, la Eucaristía dilatada por todo el mundo entre las gentes para
glorificar el nombre del Dios Creador.... La Eucaristía será, según
Daniel (9,27), eliminada durante los
tres años y medio de tiranía. Contra ella se cebará singularmente
el odio del Anticristo por
ser el sacrificio más fructuoso para el hombre..." (O.c. III, p.
45-48).
El mismo autor apoya su
interpretación, citando a otros Padres. San Hipólito: "Sobrevenido él, desaparecerá el sacrificio y la
libación que, ahora, en todas partes es ofrecida a Dios por las gentes."
("De
Antichristo", 64 initio; y, sobre todo, "In Danielem", IV,
49,3). Citado el en la pág. 49.
Y del Pseudo-Hipólito
dice que, en su obra "De consummatione mundi" (c. 34}, se hace eco,
de manera ingenua, de la Eucaristía ausente en los días del Anticristo (p. 48).
Riquísima información
que confirma la exactitud de la exégesis del Card. Billot. No obstante, seguí
indagando, por si encontraba algo más y efectivamente, leyendo el Comentario
"In Danielem" de Teodoreto de Ciro, encontré este elocuente e
inequívoco testimonio de la Tradición: "Abominationem
autem desolationis vocat Antichristum, mutationem continuitatis ecclesiastici
cultus, ordinem ab illius infamia et rabie dissipatum et ABOLITUM."
(Theodoretus de Cyro, "In Danielem", Oratio X, circa finem.) "Llama Abominación de la
Desolación al Anticristo, al cambio o alteración de la continuidad del culto
eclesiástico, y al orden interrumpido y ABOLIDO por su perversidad y furor". Según
lo mterpreta Teodoreto se puede aplicar a la ruina de toda la estructura
eclesial, llevada a cabo por Pablo VI, haciendo auténticas mutaciones en la Misa y en la Liturgia
sacramental.
Vemos, pues, que la
Tradición autoriza plenamente la exacta y clarividente exégesis del Card.
Billot. "El
culto de Dios -dice- dejará de ser celebrado, al menos públicamente... En una palabra: El Sacrificio de nuestros altares será proscrito, en esos
terribles días; en todas partes será prohibido, salvo lo que se pueda hacer en
la sombra subterránea de las catacumbas... O sea, algo similar a
lo que les sucedía a los primeros cristianos en tiempo de persecuciones, o a lo
que ha estado sucediendo tras el telón de acero, por ejemplo, en la Iglesia
clandestina en Checoslovaquia. Discrepo en cuanto al modo concreto como concibe
el Card. Billot en que se llevaría a cabo la supresión del Sacrificio perpetuo.
Está visto que las profecías, antes de su cumplimiento, son todas equívocas,
según proclamó Pascal.
En cambio, hay testigos
de la Tradición que sorprenden por hacer uso, para expresar el hecho de la desaparición del Sacrificio perpetuo, de un verbo de valor estrictamente jurídico: ABOLIR. Así San Jerónimo y Teodoreto. Ese es el verbo que ofrecen
en su traducción española, Bover-Cantera y Ediciones Paulinas, en los
versículos de Dan.
11,31 y 12,11; así como la Biblia de Jerusalén, en
el versículo
11,31: "Abolirán
el Sacrificio cotidiano... He aquí, como se expresa la versión
de los Setenta, en el versículo
31, del capítulo 11: "Kai
metastésousin ton endelejismon". El verbo
I'methistemi" significa, entre otras cosas, cambiar, sustituir, mudar,
transformar; los cuales, más que un simple abolir, derogar o abrogar, connotan
algo más, se trata más bien de OBROGARE, en latín, que significa derogar o anular una ley,
sustituyéndola por otra. Obrogare, según la definición de los juristas romanos,
"est legis prioris infirmandae causa, legem aliam ferre", o sea, consiste
en promulgar una ley para anular otra anterior. Esto es, en realidad, lo que se
ha conseguido con la promulgación del N. O. M.
De todos modos, una
palabra clave, para entender el modo de llevarse a cabo la supresión del SACRIFICIO
PERPETUO, es un verbo que tenga sentido
jurídico, ya que abolir, derogar, abrogar u Obrogar, o sea suprimir legalmente,
sólo lo puede hacer el Legislador. Otro procedimiento sería obrar contra
Derecho y no dejaría de tener sus oponentes encarnizados que, pública o
clandestinamente, se alzarían en contra de la intromisión injusta del tirano,
como sucedió durante la dura época de las persecuciones primitivas y en todas
las demás que ha habido a lo largo de la historia. De este modo no cesaría la
celebración del Sacrificio Perpetuo; en tanto que la profecía de Daniel da por
suprimido el Sacrificio Perpetuo.
Veamos. Resulta que la supresión del
Santo Sacrificio Perpetuo -el Rito canonizado por
un Concilio y un Papa, que lo fijó a perpetuidad bajo terribles anatemas- quedó oficialmente decretada el día en que se promulgó la CONSTITUCION APOSTOLICA
"MISSALE ROMANUM" por Pablo VII, el día del Jueves Santo
-justamente- 3 de abril de 1969
[Nota de la Redacción: En el número 108 de ROMA se puede ver
como Pablo VI el 21 de noviembre de 1964, aprobó documentos del Concilio (Lumen
aentium y Unitatis Redintegratio) que contradicen el dogma de fe que fuera de
la Iglesia no hay salvación (Extra Ecclesiam nulla salus). Así mismo el mismo
día "aprobó" otro documento (Orientalium Ecclesiarum) que permite dar
los Sacramentos incluso la Sagrada Eucaristía a cismáticos y aun a herejes y
recibirlos de ellos, contradiciendo la Tradición inveterada, al Concilio de
Florencia en definición solemne, al Canon 731.2 del Derecho Canónico.]
Sí, así de una manera tan simple y tan poco estridente, logró
Satanás que quedara suprimido "LEGALMENTE" el
Santo Sacrificio Perpetuo. A esta supresión se plegaron, de momento, más del 90% de los
sacerdotes. En la actualidad, no quedará ya ni siquiera el 1% que celebre el
auténtico Sacrificio Perpetuo de la Nueva Alianza.
Para comprender la
eficacia absoluta de esta abolición hay que fijarse en el caso de los 6.000
sacerdotes españoles -un 25 % aproximadamente de los sacerdotes de entonces- de
la Hermandad Sacerdotal Española de San Antonio María Claret, que en carta,
dirigida a BUGNINI, se negaban a celebrar seún el nuevo rito del N. O. M., con
estas palabras: "Nosotros sacerdotes católicos no podemos celebrar una
misa, de la cual M.
Thurian de Taizé ha declarado que podía celebrarla sin dejar de ser protestante. LA
HEREJIA NO PUEDE SER JAMÁS MATERIA DE OBEDIENCIA (subrayado mío). Pero
esta actitud se quedó en agua de borrajas. Bastó que alguien les insinuara que
se trataba de una ley proclamada por el Papa, y que si no celebraban según el
nuevo ríto, desobedecerían al Santo Padre, para que la fortaleza de los santos
quedara quebrantada (Dan.
12,7), para que toda su enérgica voluntad de oposición a la herejía se
enervara y quedara deshecha cual terrón de azúcar en agua hirviente.
Qué fácil lo sabe hacer
Satanás y cómo cumplió perfectamente la profecía de Daniel! Se alzaron los
sacerdotes españoles contra Bugnini, pero se plegaron ante la ley del presunto
legislador. Eficacia suma.
Aquí, en la destrucción de las estructuras multiseculares de la
Iglesia, llevada a cabo por el Vaticano II y por los "papas", a
partir de Juan XXIII, manifestó el Anticristo su vigorosa potencia, realizando
destrucciones prodigiosas, con toda prosperidad, exterminando a los fuertes y
al pueblo de los Santos, verificando la aniquilación con en tal suavidad que no
se advierte (Conf.
Dan. 8, 25-26; Ap. 13,7).
Si bien la supresión o derogación del Sacrificio Perpetuo y de todo
el Orden eclesiástico carece de legitimidad, sin embargo, tiene
visos de legalidad y cubre todas las apariencias. Es la jugada maestra de satanás,
que no realiza por sí, dírectamente, como creía San
Alfonso María de Ligorio, ni tampoco el Anticristo, como pensaba San Jerónimo. Satanás se valió para ello de la
segunda Bestia, que con aspecto de cordero habla el lenguaje del Dragón (Ap.
c. 13).
Repito que es la obra
maestra de Satanás, astucia insuperable, capaz de engañar -si ello fuera
posible- incluso a los mismos elegidos (Mat. 24,24).
Parece ser que Daniel y
San Juan se quedaron cortos en la expresión de la trágica realidad que
intentaban pintarnos y no por otro motivo, sino por las deficiencias del
lenguaje humano. Por eso, tuvieron que echar mano de esas macabras visiones,
con el fin de impresionar nuestra imaginación. Son imágenes espantosas, terroríficas,
en su expresión lingüística; pero quedan sobrepujadas por la profunda realidad.
La
realidad es mucho más desgarradora; sólo que al ser de orden espiritual, la
humanidad no se percata de la misma. Eso es lo malo; lo
verdaderamente terrorífico, que tendría que provocar lamentos más
desgarradores, que los que le inspiraron a Jeremías la ruina de Jerusalén.
¿Es posible que esto no lo vea el 99% de la Humanidad? Por eso, pudo interrogarse, con razón, el divino Maestro: "¿Cuando
venga el Hijo del Hombre, acaso encontrará la Fe en la tierra?" Subrayo el artículo, pues -no sé por qué- las versiones en
lengua vulgar suprimen dicho artículo, que consta en el original griego. Se
trata de la Fe objetiva, la cual quedaría como eclipsada ("La
Iglesia quedará en tinieblas", se nos anuncia en el mensaje de la Salette), aun en aquellos que subjetivamente no la hayan perdido,
sin saber en muchos puntos a qué atenerse, llenos de confusión y turbación,
como se puede observar en los diversos grupos "tradicionalistas". Sucede como durante la Pasión de
Cristo, en que se produjo la desbandada.
¿Qué explicación se podría dar a esta ceguera espiritual? Indudablemente, una de orden sobrenatural, de castigo por
nuestros pecados, por falta de amor a la Verdad, que nos podría salvar (Tes. II, 2, 10).
Esta ceguera, tiene,
además, una base psicológica, en combinación con los misteriosos y adorables
designios divinos, que sería interesante investigar.
Ya dijo Pascal que, en
las cosas de Dios, hay luz suficiente para los que no desean sino ver; así como
también la suficiente oscuridad para los que tienen la disposición contraria. De este modo, no se pierde el mérito de ver, ni la
responsabilidad del rechazo.
Ese lado oscuro lo es mucho más, cuando se
trata de profecías antes de cumplirse. "Las profecías son equívocas; sólo después de su cumplimiento desaparece la ambigüedad"
(Pascal). Pero sólo hasta cierto punto -añado
yo-. El lado oscuro permanece, según el principio de Pascal, enunciado más
arriba.
Pero, al intentar dilucidar esto, tengo que
terminar aquí el presente artículo, ya que ello ofrece materia para otro.
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