El santo rosario
Rvdo. P. Dominic Radecki, CMRI
[http://www.cmri.org/span-05-holyrosary.html]
Etimológicamente, la voz rosario significa “corona de
rosas.” Es una combinación de oraciones vocales y mentales; la parte externa, o
vocal, consiste principalmente en la recitación del Credo de los apóstoles, el
padrenuestro, el avemaría y el gloria. Dos de estas famosas oraciones — el
padrenuestro y el avemaría — componen la mayor parte del rezo del rosario. Como
bien saben, ambas oraciones vienen de la Biblia.
Algunos acatólicos se oponen a las oraciones
repetitivas del rosario y citan a san Mateo 6:7 para reforzar su opinión: “Y
cuando oréis, no digáis palabras inútiles...” Sin embargo, una lectura del
Evangelio de san Mateo revela que el padrenuestro ocurre solo unas cuantas
líneas después de este texto. Difícilmente puede suponerse que Cristo deseaba
que rezáramos el padrenuestro una sola vez, o que la racionáramos a una vez al
día. Más bien, ¿no parece lógico que aun cuando deseaba que rezáramos esta
oración reverentemente, también quería que la rezáramos frecuentemente?
Al advertirnos contra la vana multiplicación de
palabras, Cristo seguramente se refería al parloteo mecánico e inconsciente de
fórmulas que los paganos realizaban ante sus falsos dioses. También debió haber
reprendido con ello a los que oran sin atención y sin devoción. No obstante,
cuando la gente ora con reverencia y atención razonable, y hasta repite algunas
de sus oraciones, Dios confiere sus bendiciones precisamente a causa de esta
devota repetición. La mujer cananea en el Evangelio le pidió varias veces a
Cristo que curara a su hija, quien estaba gravemente aquejada por el diablo.
Nuestro Señor alabó su persistente oración y declaró: “Mujer, grande es tu fe: que te suceda como deseas. Y en aquel
mismo instante fue curada su hija” (Mt. 15:28).
¿Cuán persistentemente y de todo corazón debemos
orar? Nuestro Señor nos da la respuesta en esta enternecedora parábola:
“Si uno de vosotros
tiene un amigo y acude a él a media noche y le dice: Amigo préstame tres panes,
porque un amigo mío ha llegado de viaje y no tengo nada que ofrecerle; y él le
responde desde dentro: No me molestes, ya está cerrada la puerta, y mis hijos
están conmigo en la cama; no puedo levantarme a dártelo. Os aseguro que, si no
se levanta a dárselo por ser su amigo, al menos por su importunidad se
levantará a darle cuanto necesite. Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y
encontraréis; llamad y se os abrirá” (Lc. 11:5-9).
La meditación es el corazón y alma del rosario. No se
asusten por la palabra meditación. Lo que significa es básicamente esto:
mientras rezamos los avemarías, pensamos acerca de los acontecimientos
principales en las vidas de Jesús y María. Así como las cuentas del rosario
están unidas por una cadena, de la misma manera deberíamos formar una cadena de
pensamientos devotos, es decir, deberíamos meditar. Mientras decimos un
avemaría y tocamos una cuenta, meditamos sobre las alegrías, las penas y las
glorias de Jesús y María.
No se preocupen por meditar sobre las palabras del
avemaría en sí. Rezar el rosario meditando sobre sus misterios puede compararse
a un músico talentoso que canta al tocar piano. Sus manos están sobre las
teclas; su voz, sobre las notas, mas su mente está sobre el espíritu de la
pieza. Así también, tengan su mente sobre el espíritu de cada misterio al mismo
tiempo que lo rezan.
Aprendemos y entendemos los misterios principales de
la fe por medio del rosario. Fortalece nuestra alma, confirma nuestra fe y nos
protege del error. Por el rosario, los pecadores son perdonados; los pobres
encuentran ayuda; los que lloran hallan consuelo; los que son tentados
encuentran paz, y a los que están esclavizados al pecado se les rompen sus
cadenas. El rosario es un medio excelente para crecer en la virtud y para
conquistar el pecado. Es remedio para el mal y fuente de muchas bendiciones.
El rosario ofrece un camino fácil para inculcar las
principales doctrinas del cristianismo en la mente. Las muchas actividades de
la vida nos mantienen ocupados y fácilmente deambulamos hacia cosas de poca
importancia. Con la frecuente meditación de las verdades celestiales, las
doctrinas de la fe permanecerán frescas y vívidas. Nuestra fe no se debilitará
ni morirá. El rosario tiene una eficacia especial para ayudarnos a vivir la
vida cristiana y nos proporciona un remedio contra la corrupción del mundo.
Algunos dicen:
“Yo no rezo el rosario porque no obtengo nada bueno de él.” ¿Por qué será?
Porque no le ponen nada de esfuerzo. En algunos casos tienen un escaso
entendimiento del rosario. Por ejemplo, no se puede disfrutar el futbol si no
se conoce el juego. De la misma manera, si se tiene un entendimiento pobre del
rosario, se volverá tedioso. El rosario será tanto más atractivo cuanto más se
ahonde en su conocimiento espiritual, y esto se logra leyendo buenos libros
espirituales y estudiando el Nuevo Testamento. Algunas veces la gente no saca
nada del rosario por que no lo rezan correctamente. Es patético ver cuán
asombrosamente rápido lo rezan algunos: tan pronto como sea posible para
“quitárselo de encima.”
Durante la oración nos podemos distraer fácilmente. La
siguiente historia ilustra este hecho. Un día san Bernardo hizo un trato con un
campesino. Le dijo al hombre: “Si eres capaz de rezar el padrenuestro sin
distraerte, te daré el caballo que monto.” El campesino estuvo de acuerdo,
confiado de que ganaría el caballo. Tras rezar la primera mitad de la oración,
preguntó: “Padre, ¿me da también la brida?” — “Ni esta ni la otra cosa querido
amigo — contestó san Bernardo riéndose — ya vez, estás distraído.”
Y tú, ¿cuánto te concentras en tus oraciones? Un
esfuerzo honesto de rezar tus oraciones concienzudamente es todo lo que Dios
quiere. Para la mayoría de tus actividades cotidianas, como manejar, comprar,
escribir en tu computadora y hablar con tus amigos se requiere algo de
atención. La oración también requiere de atención razonable; sabes lo que haces
y tienes intención de decir lo que dices a Dios.
El diablo trata
de hacernos sentir aburridos, cansados o distraídos cuando rezamos el rosario.
Después puede que susurre: “Lo que acabas de decir no vale nada. Es solo un
desperdicio de tiempo orar sin poner atención a lo que dices. Es inútil que
reces el rosario.” Con trucos de este tipo, el diablo logra que mucha gente
deje el rosario por completo o, si no, poquísimas veces lo reza. No se engañen.
Aun si su imaginación los molesta durante todo el rosario con pensamientos
distrayentes, siempre y cuando se esfuercen por disiparlos en cuanto lleguen,
tu rosario es meritorio.
Después de terminar el rosario, una carmelita devota
se encontraba trastornada porque había tenido muchas distracciones. Nuestra
Santa Madre se le apareció y le aseguró que las distracciones involuntarias
ocurridas durante el rosario no dificultan el merecimiento de nuestra alabanza
de la misma manera que los insectos que zumban a nuestro alrededor no nos
dificultan el que alcancemos nuestro destino cuando caminamos. Si las
distracciones los irritan durante el rosario, saquen ánimo de las palabras de
san Francisco de Sales. Él dijo: “Si estás ocupado durante toda la meditación
luchando con las distracciones y tentaciones, habrás hecho una buena
meditación. El Señor conoce la buena intención que tenemos y el esfuerzo que
hacemos, y esto lo recompensa (san Alfonso de Ligorio, La escuela de la
perfección cristiana, p. 227). Nuestra persistencia en el rezo del rosario será
bendecido porque “nadie que persevera en el rezo del rosario será condenado,
pues a sus sirvientes Nuestra Señora les consigue la gracia de la verdadera
contrición por sus pecados y por esto alcanzan el perdón y la misericordia de Dios”
(san Luis de Montfort, El secreto del rosario, p. 79).
Es bueno rezar el rosario en comunión con otros.
Normalmente, nuestras mentes están más alertas durante la oración en común que
cuando oramos solos. El que reza su rosario solo se gana el mérito de un solo
rosario; el que lo reza junto con veinte personas, gana el mérito de veinte
rosarios.
Las discordias familiares, incluyendo los problemas
con niños y los maritales, a menudo suceden debido a la falta de oración
familiar. La pérdida de la fe por ignorancia o error no ha de temerse en los
hogares en que se reza el rosario. El rosario mantuvo vivo el catolicismo en
Irlanda durante aquellos largos siglos de los Tiempos penales, cuando la
mayoría de los fieles no podían asistir al santo sacrificio de la misa. En un
campo de concentración alemán, una mujer católica pegó pedacitos de pan
alrededor de un hilo. Este rosario fue su fuente de esperanza y consolación.
Los católicos en Japón no tenían sacerdotes ni misas ni sacramentos (salvo el
bautismo y el matrimonio) por trescientos años. Cuando los sacerdotes
misioneros regresaron después de este periodo de persecución, los católicos
japoneses les hicieron dos preguntas para determinar si habían traído consigo
la verdadera fe. La primer pregunta fue: “¿Dónde están sus esposas?” La
respuesta se esperaba: “No tenemos esposas.” Sus antepasados les habían
enseñado que los sacerdotes no se casan. La segunda pregunta fue: “¿Dónde están
sus rosarios?” Cuando los visitantes mostraron sus cuentas, las puertas se les
abrieron y escucharon maravillosas historias de la preservación de la fe.
El atleta que descuida su entrenamiento pronto pierde
su ventaja. El músico que no practica frecuentemente nunca alcanzará la fama.
De igual manera, la fe y la virtud se debilitarán en la persona que descuida el
rosario.
Si el rosario es tan poderoso, ¿por qué es que
algunas veces nuestras oraciones no son contestadas? Bueno, debemos recordar
que cuando oramos por algo, tarde o temprano Dios siempre da lo que pedimos, o
quizá algo mejor. Por ejemplo, muchos de los peregrinos de Lourdes son curados,
otros no. Cientos de exvotos (muletas, frenos, lentes, etc.) cubren las paredes
de la gruta de Nuestra Señora. No obstante, no todos los miembros torcidos son
curados; no todos los ojos ciegos son abiertos. El verdadero secreto de Lourdes
es que cualquiera que vaya devotamente recibe un milagro aún mayor: se abre el
corazón para aceptar la voluntad de Dios. Este es un hecho que ha impresionado
tremendamente a los que visitan Lourdes. La cura de un miembro enfermo es una
cosa, pero la gracia para aceptarlo por toda la vida sin murmurar contra Dios
es mayor. Demasiada gente, demasiados de nosotros también, piensan que todas
las oraciones deberían concentrarse en la eliminación de las penas de la vida,
en lugar de concentrarlas a la voluntad divina y dejar que Dios nos las quite o
deje, según vea.
En ocasiones es difícil aceptar la enfermedad.
Pensamos que podemos hacer más por Dios si tuviéramos todas nuestras fuerzas y
salud. Muchas personas, sin embargo, que iban a toda velocidad a perder su alma
inmortal han sido convertidas mediante una mala salud. También, en otras
ocasiones una persona con mala salud ha tomado su enfermedad como un reto y ha
dejado su huella en este mundo.
El gran poder del
rosario no se debe a la estructura de las oraciones solas. Se debe a la
poderosa intercesión de la Sma. Virgen María, a quien es dirigida. Como Cristo
nunca le falla a su Madre, así ella nunca nos fallará. Recen todos los rosarios
que puedan, ya que Nuestra Señora prometió que a través del rosario obtendremos
todo lo que le pidamos.
Todos los días se nos exige mucho de nuestras
energías y de nuestro tiempo, y parece que no hay lugar para otras cosas. Los
niños tienen la rutina de la escuela; nosotros tenemos trabajo, reuniones,
acontecimientos deportivos y muchas demandas sociales y de negocio. Nos
hallamos ante el reto de mantener la vida de oración al mismo tiempo que
vivimos en una cultura secular. El diablo nunca cesa de tentarnos para olvidar
o acortar nuestras oraciones. Cuanto más frecuentemente cedamos a sus tentaciones,
tanto más tenderemos a ser demasiado indulgentes con nosotros mismos, y más
flojos. La infidelidad regular en nuestra vida de oración lleva al
entorpecimiento de nuestros sentidos espirituales.
La siguiente historia, escrita recientemente por una
madre católica, nos enseña una lección importante:
“A la larga, nada le importa más a mi esposo y a mí
que ver nuestros hijos en el cielo. Sin duda que no es fácil, ya que nada en
nuestra sociedad tiende a llevarlos por ese camino, de manera que es algo
difícil hacerles entender lo verdaderamente valioso y significativo en esta
vida: lo único que te acerca más a Dios. Una noche mi hijo se rebelaba de
verdad en contra de rezar el rosario. No me enojé con él, pero cuando fui a
darle el beso de la noche, le dije que el diablo no quiere que oremos porque
con la oración uno se hace digno de la gracia, y la vida divina es algo que el
diablo no quiere ver en nosotros. Le dije que si deseamos pasar la eternidad
con Dios, debemos orar mientras estamos en la tierra. La oración es una
conversación con Dios, y si no le hablamos ahora, cuando muramos nos dirá que
ni siquiera nos conoce. Mi hijo lloró. Aún tengo que recordárselo en ocasiones.
Pero también tengo que recordármelo a mí misma.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario