Fátima: Diamante de
Esperanza
Conferencia de Fátima, Discurso de Apertura por el
Rvmo. P. Denis Chicoine, CMRI
[http://www.cmri.org/span-01-fdpm-fatima.html]
Vuestra Excelencia, Obispo Pivarunas, Reverendísimo
Padre General, Reverendos Padres, clérigos y Hermanos, Reverenda Madre,
queridas Hermanas y amigos: ¡Alabados sean Jesús y María!
Qué singular gracia es la nuestra poder reunirnos
esta noche para celebrar el 75 aniversario de las apariciones de Nuestra Señora
en Fátima. ¿Pero por qué es una gracia singular? Porque nos proporciona la
oportunidad de centrar nuestra atención en el único plan — El Divino Plan de
Paz — que traerá el descanso de alma a los hombres y una verdadera y duradera
armonía para este mundo caótico y pecaminoso.
La mayoría de vosotros está familiarizado con Fátima.
Aún cuando nada nuevo se diga en esta plática, espero y ruego que os convenza
más que nunca de la vital importancia del mensaje de Nuestra Señora. Estamos
hablando de vida o muerte — no en sentido físico, sino de vida eterna y muerte
eterna.
Nos hemos reunido aquí para honrar a nuestra Santa
Madre y cantarle alabanzas. Nos reunimos como familia espiritual para orar
juntamente y gozar de la compañía de los demás. Nos reunimos para recargarnos
espiritualmente y salir con una actitud de esperanza firme después de
habérsenos recordado de nuestro propósito en la vida, de haber sido convencidos
de la necesidad por un plan de acción para arreglar nuestra salvación. Este
plan debe ser sólido, estable, y duradero. En estos días en que se pone mucho énfasis
en los “pensamientos positivos” y la motivación, parece haber muy poco interés
cuando se trata de la verdad, la Voluntad de Dios, o de una dedicación total al
desarrollo de una vida interior fuerte y profunda. Muchos, estoy seguro, han
oído oradores que promueven el pensamiento positivo para ayudar a la gente
tener mejores vidas o hacerse mejores personas. Mientras que muchos de estos oradores
consideran el aspecto espiritual al menos en forma general, su principal
esfuerzo parece enfocarse en el aquí y ahora. Lo que necesitamos hoy son
individuos que sean capaces y estén dispuestos a motivar a la gente en forma
espiritual, a hacer cosas difíciles, pero muy, muy necesarias para obtener la
vida eterna.
La preocupación de nuestra Señora de Fátima fue
doble: 1) que Dios estaba siendo ofendido; 2) que se estaban perdiendo almas en
el infierno para toda la eternidad. La solución que ella nos dio fue
espiritual, no política. Y eso, mis queridos amigos, debe entenderse bien.
Debemos ser cuidadosos de no involucrarnos en la política u otras actividades a
expensas de la vida espiritual. Esto no significa que nunca debamos
involucrarnos en estas actividades para alcanzar buenas causas. Pero el diablo
es muy, muy astuto. Hay un pasaje en la Imitación de Cristo que nos advierte
cómo el diablo inspira a hacer buenas cosas para impedirles hacer cosas
mejores.
Para comenzar, consideremos tres tiempos diferentes:
antes de Fátima, durante Fátima hasta 1960, y 1960 hasta el presente, y lo que
se puede esperar en el futuro. Para hacer esto empezaremos por el principio.
Cuando Dios Todopoderoso creó el mundo, Él tenía un plan en mente. Cuando creó
a los ángeles, les dio gracia, conocimiento, y ciertos poderes, incluyendo el
libre albedrío. Él les dio la oportunidad de merecer la vida eterna con la
prueba de la obediencia. Los ángeles podían conformar su voluntad a la de Dios,
o rebelarse y desobedecer. Ya sabemos la historia de Lucifer y sus seguidores
en la desobediencia. Recordad — ellos fueron los autores de su propia
condenación — no Dios. Por esa resistencia, ganaron para sí el castigo de ser
arrojados en el infierno.
Lo mismo pasó con Adán y Eva. Se les había dado todo
lo que era necesario para ser felices sobre la tierra y eventualmente gozar la
felicidad eterna en el cielo. Pero ellos, también, por su pecado se hicieron
los autores de su propia miseria. Dios, nuestro Creador, ciertamente tiene el
derecho a ser obedecido. Ni los ángeles ni los hombres tenían el derecho de
oponerse a Dios o a Su voluntad. Tenían la habilidad para rebelarse, pero no el
derecho. Hay una diferencia. Cuando escogieron desobedecer, escogieron sufrir
las consecuencias. Esto es muy importante que recordemos. El Antiguo Testamento
relata la historia del pueblo escogido y cómo, siempre que éstos hacían la
voluntad de Dios, Él los bendecía y cuidaba que tuvieran las necesidades de la
vida. Conquistaban a sus enemigos y vivían en relativa paz. Por otro lado,
cuando muchos de ellos decidieron ignorar las leyes de Dios y vivir vidas
pecaminosas, decidieron ser castigados por Él y perder la paz que una vez
gozaron. Ya sabéis las historias de la destrucción de Sodoma y Gomorra, de los
tiempos en que los israelitas fueron llevados en cautiverio por Egipto y por
los babilónicos, y del gran diluvio sobrevivido solamente por Noé y su familia
— únicamente ocho personas. Luego, cuando Nuestro Señor vino y enseñó a Su
pueblo la verdad, ellos lo rechazaron, lo crucificaron, y decidieron por sus
acciones sufrir las consecuencias de volverse ciegos espiritualmente y de
atestiguar eventualmente la destrucción de Jerusalén. Cuando nuestro Divino
Señor fundó Su Iglesia y nos envió a Sus Apóstoles para enseñarnos cómo vivir y
qué creer, fue de nuevo la obediencia a Dios el requisito para ganar la vida
eterna.
Los seguidores de Cristo, los cristianos, se
conocieron como el nuevo Pueblo Escogido. La Iglesia, a la cual pertenecían,
explica todas las verdades que nuestro Divino Señor enseñó. Los sacramentos que
reciben los capacitan para vencer su naturaleza caída, los encantos del mundo y
las tentaciones del demonio. Los cristianos primitivos sufrieron grandes
persecuciones — fueron seguidores de nuestro Divino Señor a costa de sus
propias vidas. San Alfonso de Ligorio nos dice que entre 7 y 11 millones de
Cristianos fueron martirizados durante las persecuciones romanas. Finalmente,
se les permitió practicar abiertamente su Fe, y construir bellas y magníficas iglesias.
Pero en el curso del tiempo, muchos se volvieron tibios y comenzaron a vivir el
pecado. En la historia eclesiástica vemos este patrón una y otra vez: primero,
un fervor inicial en la mayoría de los cristianos; luego, un relajamiento
gradual y la eventual caída en masa; luego, una advertencia de un santo, de
Nuestra Señora, o del mismo nuestro Divino Señor; y por último, una enmienda de
vidas en respuesta a la advertencia, o un castigo por falta de enmienda. Uno
pensaría que el hombre aprendería de los errores de los demás, pero con
demasiada frecuencia, ese no es el caso.
Reflexionemos sobre algunos eventos que tomaron
lugar en siglos recientes como consecuencia directa de la indiferencia por
parte de los católicos. Hubo una Revolución Protestante durante los siglos
dieciséis y diecisiete. Como resultado, millones de gentes, y en algunos casos,
naciones enteras, fueron eventualmente descarriadas de la Fe Católica. Grandes
números de protestantes emigraron a otros países, y comenzaron a hacer proselitismo
con sus errores en tierras que aún no habían sido expuestas al cristianismo.
Basta decir que la Revolución Protestante fue el comienzo del desastre
espiritual desconocido hasta ese tiempo. Cuando un reflexiona sobre el hecho de
que Cristo fundó Su Iglesia a fin de llevar almas a la vida eterna a través de
Su enseñanzas y sacramentos de vida, podemos ver cómo este desastre espiritual
fue uno de los peores en la historia. Una vez oí un dicho que dice que el mejor
camino para pervertir a la gente es la ignorancia. Los católicos que no están
bien instruidos en su fe son fácilmente llevados por mal camino.
En los siglos dieciocho y diecinueve, la Revolución
Francmasónica tomó lugar en Europa. El clero católico y los religiosos fueron
torturados y asesinados; los gobernantes católicos, reyes y reinas, fueron
ejecutados. Los derechos de Dios fueron destronados mientras que los
todopoderosos derechos del hombre fueron entronizados.
Luego vino el siglo veinte. En 1917, el año en que
Nuestra Señora se apareció en Fátima, la Revolución Bolchevique tomó lugar en
Rusia, un evento que a la larga le costaría la vida a cientos de millones. Una
vez más la verdadera Fe fue prohibida. Se consideró a la religión como enemiga
del pueblo. Lo único que debía considerarse era el estado Comunista.
Recordemos, una
vez más, que el pecado es la causa principal de cualquier castigo que Dios ha
impuesto sobre el hombre. Es fácil señalar a los demás. Recuerdo algo que Zig Ziegler
dijo en una de sus pláticas, “Recordad — que cuando apuntamos a esa persona con
un dedo, hay otros tres apuntando hacia nosotros.” Deberíamos hacer un examen
interior de nuestras vidas antes de acusar a otros de ser los responsables por
el mal en el mundo. ¿Qué viene a la mente cuando reflexionamos sobre el mensaje
de Fátima? Uno habla sobre el Rosario, el otro de un llamado al sacrificio y la
penitencia. Algunos enfatizan la devoción al Inmaculado Corazón de María. Otros
advierten sobre las muchas almas que se perderán en el infierno debido a los
pecados de impureza, y a las modas y estilos inmodestos que Nuestra Señora
predijo. Estas y otras cosas las mencionó Nuestra Señora, pero especialmente
debemos recordar su súplica, “He venido a pedir a los hombres a que enmienden
sus vidas. Los hombres deben dejar de ofender a Dios, Quien ya está demasiado
ofendido.” Las principales preocupaciones de Nuestra Señora eran que se estaba
ofendiendo a Dios, y que se estaban perdiendo almas en el infierno. El Rosario,
el Escapulario Café, la devoción al Inmaculado Corazón de María, la modestia y
la pureza, el sacrificio y la penitencia — todas estas cosas son medios para el
derramamiento de la gracia divina, la cual fortalecerá a los hombres
espiritualmente y los motivará a enmendar sus vidas.
Me gustaría hacer referencia a una entrevista de la
Hermana Lucía hecha por un sacerdote, el Padre Fuentes, en 1957, para enfatizar
de nuevo la importancia del Rosario. Recordad, el Rosario es un medio para un
fin. El fin que buscamos es hacer la voluntad de Dios, santificar nuestras vidas,
oponernos al mundo, al diablo y a la carne, vivir como cristianos en lugar de
mundanos. El Rosario es un arma muy poderosa. Recordad cómo el Papa Pío XII
dijo que el que reza el Rosario puede compararse con David, quien con su honda
derribó a Goliat. Hay gente que ridiculiza y se burla del Rosario, así como
Goliat se burló de David. Pero, repito, es un arma espiritual muy poderosa.
Escuchad lo que Lucía dijo en su entrevista:
“Padre, la Santísima Virgen no me dijo que
estamos en los últimos tiempos del mundo, pero me hizo entender esto. La
primera razón es porque me dijo que el diablo está al momento entablando una
batalla decisiva contra la Virgen, y la batalla decisiva es la batalla FINAL,
donde un lado saldrá victorioso y el otro sufrirá derrota. De ahí que, desde
ahora, escojamos partido — o estamos con Dios o estamos con el demonio. No hay
otra posibilidad. La segunda razón es que le dijo a mi prima así como a mí que Dios
nos está dando los dos últimos remedios para el mundo: estos son el Santo
Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María. Éstos son los dos últimos
remedios, lo que significa que no habrá ya otro.”
En cuanto al
Rosario, la Hermana Lucía dijo,
“Mire, Padre, la Santísima Virgen en estos
últimos tiempos en que vivimos ha dado una nueva eficacia al rezo del Rosario
hasta el punto de que no hay problema, no importa qué tan difícil sea, temporal
o, sobre todo, espiritual, en las vidas personales de cada uno de nosotros, de
nuestras familias, de las familias del mundo, o de las comunidades religiosas,
o hasta en las vidas de las gentes y naciones, que no pueda ser resuelto por el
Rosario. No hay problema, le digo, no importa qué tan difícil, que no pueda
resolverse con las oraciones del Santo Rosario. Con el Santo Rosario, nos
salvaremos. Nos santificaremos, y consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la
salvación de muchas almas.”
Qué palabras tan consoladoras son éstas cuando
pensamos en todos los problemas que tenemos como individuos, las dificultades
que enfrentamos, los problemas políticos en el mundo. ¡Qué hermoso mensaje de
esperanza!
No importa qué tan
malas se pongan las cosas, rezad el Rosario. Ya que estamos tan familiarizados con
el Rosario, debemos recordarnos constantemente a rezarlo bien. Leed “El Secreto
del Rosario.” San Luis María de Montfort dice que uno de los hábitos más
difíciles de vencer es el de hacer carreras con el Rosario. La gente que hace
esto puede llegar al punto de decirlo mecánicamente. San Luis fue hasta el
punto de indicar las pausas en las oraciones a fin de impedir que la gente se
apresurara. El alma y corazón del Rosario es meditar sobre la vida de Nuestro
Señor, sobre Sus sufrimientos y muerte, Su resurrección y ascensión al Cielo,
la Coronación de nuestra Santa Madre... Mientras más meditemos sobre la vida de
nuestro Divino Señor y lo que sufrió por nosotros, más le imitaremos y
amaremos. Si habéis leído “El Secreto del Rosario.” re-leédlo. Los
profesionales van a los seminarios cada año. Nosotros también necesitamos refrescarnos
la memoria y revitalizar nuestras metas.
Ahora, reflexionemos sobre la importancia de la
devoción al Inmaculado Corazón de María. Personalmente, creo que si esto no es
la parte más importante de la súplica de Nuestra Señora para la enmienda de la
vida, es al menos la segunda. Esto se explicaría mejor en el libro, La
Verdadera Devoción a María. Lo que fue escrito ahí por San Luis María de
Montfort es casi lo que Nuestra Señora reveló en Fátima: el papel de María,
cómo es llamada la Nueva Eva, su rol definitivo en el plan Divino. También
leemos en La Verdadera Devoción que las persecuciones en los últimos tiempos
serán peor que antes. Al menos a nosotros todavía no nos han pasado — persecuciones
espirituales sí, pero no físicas. A fin de perseverar cuando las cosas se
pongan peor, debemos usar los medios que nos han sido dados por nuestra Santa
Madre y su Hijo Divino. Santo Domingo dijo que un día,
a través del Rosario y el Escapulario Café, el mundo se salvaría. Posiblemente
previó los tiempos cuando la Misa y los sacramentos ya no estarían disponibles,
al menos en forma regular, y que estos sacramentales se volverían aún más
importantes que antes.
Lo que alguna
gente dice, especialmente la que está ocupada (y, sin duda, vivimos en la época
más ocupada), es: “No tengo tiempo.” Si un individuo está tan ocupado para
orar, es que está muy ocupado. San Alfonso de Ligorio dice que las únicas
razones del porqué hay gente en el infierno, es porque no oraron, o porque no
perseveraron en la oración.
Si tomamos a pecho las peticiones de Nuestra Señora,
y recordamos que haciendo estas cosas nos traerá las gracias que necesitamos
para enmendar nuestras vidas, seremos capaces de oponernos al mundo, a la carne
y al diablo, el espíritu de nuestra época. A fin de llegar al cielo, sólo una
cosa es necesaria — morir en estado de gracia santificante. Simple, ¿verdad?
Venimos a este mundo con la mancha del pecado original en nuestras almas, y
cuando nos bautizan nos es borrada y reemplazada con la gracia santificante.
Pero una vez que alcanzamos la edad de la razón, nos encontramos en una lucha
de vida o muerte entre nuestra naturaleza caída y aquello que sabemos es la ley
y la voluntad de Dios.
Aún cuando estas cosas son básicas y lo
suficientemente simples para entender, ¿por qué será que a través de toda la
historia tantos han escogido el camino que conduce a los fuegos del infierno?
La respuesta a esa pregunta es también muy simple: demasiados han escogido ignorar
la absoluta necesidad de desarrollar una vida interior, y hacerlo con un
esfuerzo total a fin de no ser regido por los sentidos y los encantos del
espíritu del mundo. No salvaréis vuestra alma por accidente — se toma esfuerzo.
Si una persona quiere hacerse experta en deportes, pensad por lo que tiene que
pasar — años y años de entrenamiento. Algunos comienzan a los 3 o 4 años de
edad, y continúan en la primaria, la secundaria, la universidad, y aún hasta
veinte años después en el campo de deportes profesionales. Oí sobre un equipo
de balonvolea de mujeres que fue a las Olimpiadas. Entrenaron ocho horas
diarias, seis días a la semana, por cuatro años — y perdieron. Los atletas se
disciplinan, comen ciertas comidas, duermen cierto tiempo, dejan a las familias
y amigos, practican todos los días — y, ¿para qué? En la vida interior, debemos
tener en mente la vida eterna. Es por eso que hago esta o aquella acción —
porque quiero salvar mi alma.
Os recomiendo a todos un libro magnífico para
explicar la vida interior — El Alma del Apostolado. Estoy seguro que el autor
de este libro fue inspirado por la gracia de Dios Todopoderoso. Hizo tan
maravilloso trabajo que el leer este libro os hace querer hacer hasta esas
cosas en la vida espiritual que usualmente no queréis hacer, es decir, hablando
humanamente. Creedlo o no, os da deseos de orar aún cuando estáis cansados — o
al menos de tratar de orar. Esta es la explicación o definición que nos da de
la vida interior:
“La vida interior es el estado de actividad
de un alma que lucha contra sus inclinaciones naturales para regularlas y se
empeña en adquirir el hábito de juzgar y dirigir sus movimientos en cosas de
acuerdo a la luz del Evangelio y el ejemplo de Nuestro Señor: Aprended de Mí
pues yo soy manso y humilde de corazón.”
Es difícil desarrollar una profunda vida espiritual.
Una persona puede venir por consejo y luego se le pregunta, “¿Tenéis un horario
de oración?” “Bueno, me levanto y tengo que llevar a cuatro niños a la escuela
y, cuando se van, tengo que lavar los platos...” ¡Todas estas excusas! Los
hombres también las hacen, no nada más las mujeres. Si hacemos excusas para
justificar el porqué no tenemos tiempo para desarrollar una vida interior,
¿cómo habremos de salvar nuestras almas? ¿Nos recompensará nuestro Divino Señor
si, cuando estemos delante de Él en el Día del Juicio, lo único que tenemos son
excusas? Sí, es difícil desarrollar una profunda vida interior — pero no uséis
eso como excusa. Simplemente planead lo que váis a hacer para eventualmente tenerla.
Para ilustrar este punto, aquí hay un pasaje de El
Alma del Apostolado, que describe los diferentes tipos de trabajo en los que
nos involucramos en ese valle de lágrimas:
“Don
Sebastián estaba familiarizado con las labores del ascético así como de la vida
del Ejéricto, los cuidados de los estudiantes y las responsabilidades
inseparables del oficio del superior, y solía decir que habían tres tipos de
trabajo:
“1) El casi exclusivo trabajo físico de
aquellos que viven por labor manual, por trabajo de artesanía, o en el
Ejército. Y afirmaba que, no importa lo que uno piense, este tipo de trabajo es
el más fácil de los tres.
“2) El esfuerzo del erudito, del pensador,
en su frecuente persecución ardua de la verdad; el del escritor, el profesor,
etc. Este tipo de labor es en sí, decía él, mucho más difícil que el primero,
pues hay un dicho que dice 'la cuchilla desgasta su vaina'
“3) Finalmente, está la labor de la vida
interior, y no vaciló en declarar que de los tres, este tipo, cuando se toma en
serio, es por mucho el más riguroso. Pero al mismo tiempo, es este tipo el que
nos ofrece la mayor satisfacción aquí en la tierra. Asimismo es la más importante”
(Chautard, 1946, p. 29).
La razón del porqué el trabajo de la vida interior es
más dura, es porque se hace por fe. Vosotros no veis a Jesús ahí en el
tabernáculo — creéis que Él está ahí porque creéis en Sus palabras. Mas leed
las vidas de los santos: ¡qué felices eran! Para alcanzar esa espiritualidad,
tuvieron que trabajar duro. “Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis.” “Venid
todos los cansados y abatidos, y yo os refrescaré.” Quisiera enfatizar
nuevamente la importancia de hacer esa decisión. ¿Estáis dispuesto a sufrir las
dificultades involucradas en el crecimiento espiritual a fin de volveros lo
suficientemente fuerte para perseverar y eventualmente salvar vuestra alma? Si
no, estáis escogiendo sufrir las consecuencias cuando estéis ante Dios en el
Día del Juicio.
Dios Todopoderoso decidió mandar a Su Madre a Fátima
y, a través de ella, recordar a los hombres de manera extraordinaria las
simples verdades que Cristo enseñó mientras estaba aquí en la tierra. A los
seres humanos les encanta lo espectacular, y el advenimiento de Nuestra Señora
a Fátima fue un suceso espectacular. Pero, ¿qué dijo? “Obedeced a mi Hijo.
Vivid vuestra Fe. Haced la voluntad de Dios.” Suponed que nuestro Divino Señor
apareciera aquí esta noche: ¿qué diría? Sabemos casi exactamente lo que diría:
“¡Ya no cometáis pecados!” ¿Qué hay de espectacular en este mensaje? Fátima fue
un medio extraordinario para atraer la atención de los hombres a las verdades
simples que Cristo enseñó cuando estaba en la tierra: oración, sacrificio, la
voluntad de Dios. Si no fuera por la intercesión de Nuestra Señora, que es
nuestra Madre, Dios, en estricta justicia, habría destruido la tierra y sus
habitantes pecaminosos desde hace mucho tiempo. Si las madres se preocupan
tanto por sus hijos que hacen lo que sea para ayudarlos, así hizo María y
continúa haciendo por nosotros. Por otro lado, hizo saber en La Salette que si
la gente decide no responder a Dios, vendrá un punto en el que, en estricta
justicia, los pecadores serán castigados por sus crímenes.
Después de la aparición de Nuestra Señora y del
milagro del sol en Fátima, ¿por qué no le tomó en serio el mundo su mensaje?
Los periódicos reportaron que hasta los no-creyentes que estaban presentes en
ese día vieron el milagro. Para responder a esa pregunta, leeré un pasaje del
libro, Nuestra Señora de Fátima, por William Thomas Walsh:
“En Fátima, Portugal, el 13 de octubre de
1917, setenta mil personas atestiguaron uno de los más grandes milagros de
todos los tiempos. El sol se había tornado pálido, emitía rayos brillantes de
luz multicolor, giró tres veces sobre su eje, y luego, para horror de la
multitud asambleada, se lanzó vertiginosamente hacia la tierra. Un llanto
terrible se levantó de entre la multitud al mismo tiempo que miles cayeron de
rodillas, pensando que el fin del mundo había llegado. Entre esos presentes
estaba un corresponsal con una de las agencias de noticias más grande de este
país, Estados Unidos. Al día siguiente, desde Lisboa, mandó por cable una larga
e impresionante historia acerca del milagro del sol, pero nunca se publicó.
Chicago y Nueva York estaban entonces en medio de las Series Mundiales de
béisbol, y la larga crónica se convirtió en un artículo de una pulgada relegada
hasta la página 24; fue literalmente enterrada por los detalles de los
individuales, los errores y bateos y jonrones. Este incidente ha sido
presentado como una de las explicaciones para la gran conspiración de silencio
concerniente a uno de los sucesos más importantes de nuestra generación. El
hecho es que casi un cuarto de siglo pasó antes de que sobre la historia de
Fátima se escucharan murmullos por los Estados Unidos. A principios de la
década de los 40 apareció en unos cuantos panfletos, y en artículos ocasionales
de revistas religiosas.”
Este hombre particular, William Walsh, escribió un
libro que hizo que Fátima fuera bien conocida en América. Así pues ¿qué pasó
después de la aparición? En los Estados Unidos, nada, o muy poco, por
veinticinco años. Mientras tanto, como advirtió Nuestra Señora, tuvimos una
Segunda Guerra Mundial, la guerra en Corea, la guerra en Vietnam, y una
multitud de otras guerras alrededor del mundo. También vimos la formación de
las Naciones Unidas y el Concilio Mundial de Iglesias. Luego, cuando la gente
comenzó a escuchar el mensaje de Fátima, muchos empezaron a enfocarse en el
Tercer Secreto. En tanto 1960 se acercaba, todo mundo se preguntaba qué
contenía el Secreto. Pero después que 1960 pasó, muchos se olivdaron de Fátima
completamente. De nuevo, la curiosidad del hombre busca siempre lo sensacional.
Es como la gente que profetiza el fin del mundo. Pero y, ¿suponiendo que ya
supiéramos? Cuando estemos ante Dios, se nos preguntará cómo pasamos nuestro
tiempo en la tierra, cómo vivimos, nada acerca de secretos ni profecías.
En la década de 1960 vimos una “nueva era,” una
“nueva moral.” Parecía que, como el mundo no respondió entre los años de 1917 y
1960, las cosas se ponían progresivamente peor. Aunque ya estaban poniéndose
peor desde 1917 para 1960, pero alrededor de 1960, era increíble lo que estaba
tomando lugar — motines estudiantiles en los colegios, el rock ácido, la
cultura de la droga — y al mismo tiempo, el Vaticano II. No solamente pasaban
cosas en la sociedad, sino que hasta en la misma Iglesia — el Novus Ordo, los
nuevos sacramentos, los nuevos catecismos, y, por supuesto, la “nueva moral.”
El Papa Pío XII se refirió a su tiempo en los 50 como la “época del pecado.”
¿Qué diría ahora? ¿Qué nos espera en el futuro? No hace falta más que sentido
común para saber la respuesta. Si los hombres continúan pecando, seguirá
habiendo desasosiego, guerras y otras varias cosas que Dios utiliza cuando
castiga a los hombres desobedientes.
¿Qué hay de
nosotros? Eso depende de cómo vivimos. Es nuestra decisión. Mucha gente se pasa
la mayoría de su tiempo, o al menos gran parte de tiempo, quejándose — y muy
poco tratando de enmendar sus vidas. No es suficiente
evitar el mal — debemos hacer el bien.
Permitidme sugeriros algunos simples recordatorios.
Por favor, resad el Rosario diario así como Nuestra Señora pidió en Fátima. Y,
como dije anteriormente, resadlo bien — no os apresuréis, no lo reséis
mecánicamente, no lo miréis como una carga para entrar. La calidad en lugar de
la cantidad. Si en ocasiones estáis legítimamente exahustos, Dios comprende.
Pero en la mayor de las veces, planead vuestro día de tal manera que la vida de
oración venga primero.
Usad el Escapulario Café de Nuestra Señora del Monte
Carmelo — vuestra señal de consagración al Inmaculado Corazón de María. Si lo usáis
fielmente, obtendréis las gracias necesarias en la hora de la muerte para
salvar vuestra alma.
Practicad y
promoved la devoción al Inmaculado Corazón de María. Recordad las palabras de
Nuestra Señora de Fátima, “Mi Hijo desea establecer en el mundo la devoción a
mi Inmaculado Corazón... Si hacéis esto, muchas almas se salvarán de ir al
infierno.” Nuestra Señora dijo, refiriéndose a los que promueven la devoción a
su Inmaculado Corazón, que será como si ella personalmente los tomara como
flores y presentara a Dios.
Leed y estudiad La Verdadera Devoción a María.
Meditad sobre él; hacedlo una forma de vida. Aprended a depender de nuestra
Santa Madre como un niño pequeño depende de su madre. Debemos sumergirnos en
María como un pez en el agua; nuestra devoción debe ser casi como una segunda
naturaleza. Si vivimos así, empezaremos a imitar a nuestra Santa Madre.
Sobre todo,
debéis daros cuenta que el punto crucial es VIVIR como Cristianos. Algunos
desafortunadamente han reducido su religión a la sola asistencia a la Misa
latina. Ciertamente no estamos en ninguna manera opuestos a la Misa latina, el
corazón de nuestra Fe. Pero recordad que, cuando morimos, Dios no sólo nos
preguntará si fuimos a la Misa latina. De hecho, aquellos de nosotros que
tienen la Misa latina serán juzgados más severamente a causa de las gracias
únicas que se nos dieron en la Sagrada Comunión. ¡Cuánta gente se sienta y habla de estas cosas, pero desafortunadamente,
no hacen lo suficiente en cuanto a la vivencia de la Fe! Debéis evitar el
pecado y las ocasiones de pecado. Revisad vuestra rutina diaria como individuo
y como familia. ¿Hacéis algo de lo cual os avergonzaríais que otros supieran?
Nuestro Divino Señor ve todo lo que hacemos. Algunas veces se nos olvida eso.
Esa es una de las bellezas de tener al Sagrado Corazón entronado en el hogar;
dar al Sagrado Corazón un lugar de honor en el hogar es un recordatorio visible
de que Dios ve todo.
Considerad tales cosas como la televisión. ¡Cuántos
niños se arruinan por la televisión! Hay muy poco en la televisión hoy que sea
edificante, y ciertamente, al menos, debe controlarse CUIDADOSAMENTE. Cuando
oigo a los niños hablar acerca de algunas cosas que ven en la TV, me pregunto
qué están haciendo los padres. ¿Rezáis el Rosario diariamente pero dejáis que
los niños vean películas inmorales? ¡Qué contradicción! ¿Qué hay de los
materiales de lectura en la casa? ¿Qué de la recreación? No necesitamos enumerar
todo — ¡leed lo que los Papa han dicho! ¡Leed el catecismo! Evitad las
ocasiones de pecado.
Como adultos es fácil decir, “¡Vaya, hoy en día es muy
pesado!” Pero imaginad a un niño de 7 u 8 que está expuesto todo el día a esta
nueva moral, los derechos del niño, etc. En lugar de enseñárseles a cómo amar a
Dios, se les dice, “haced lo que os plazca,” “nadie tiene el derecho de deciros
que tenéis que hacer,” “si no os gusta cómo está en la casa, id a ver a un
trabajador social.” Acabamos de ser testigos de un niño aquí en los Estados
Unidos que se divorció de sus padres. Las cosas que se nos enseñaba eran pecado
cuando crecíamos, ahora se llaman normales. No hay duda de que algunos de estos
niños serán los instrumentos de Dios para destruir la sociedad que los crió de
esa forma. ¡Qué tragedia!
Recordad,
solamente tenéis un alma que salvar — o que perder. Nuestra Señora vino a
Fátima para rogarnos que vivamos como seguidores de Cristo. Demasiados han
decidido ignorar su mensaje que no solamente hemos visto guerras y desastres
naturales permitidas por Dios como castigos, sino que en los últimos treinta
años hemos visto la destrucción de la Iglesia Católica, excepto por un
remanente. Recordad lo que dijo el P. Fahey, “Cuando se mira a la verdad como
error, y el error es aceptado como la verdad, ese es el tiempo de los tiempos.”
Ciertamente todo está listo para la entronación del hombre de pecado, el
Anticristo.
Finalmente, hemos de esforzarnos vigorosamente por
seguir un programa diario de oración, meditación y lectura espiritual.
Conseguid buenos libros para la lectura espiritual y guardad tiempo para
leerlos todos los días. Haced que vuestros hijos también lo hagan. Hay muy poco
en la sociedad contemporánea que inspire. Estas cosas os ayudarán a desarrollar
una vida interior de tal magnitud que, a pesar del mal que os rodea, no
solamente sobreviviréis, sino que seréis lo que debéis ser en esta época de
pecado: la luz del mundo. Esta es nuestra vocación hoy.
Dejadme concluir con las siguientes palabras de El
Alma del Apostolado. El autor está haciendo referencia a San Bernardo y su
devoción a Nuestra Señora:
“San
Bernardo fue el santo abad de Claraval que atribuyó a María todos sus progresos
en la unión con Jesús, todos los éxitos del apostolado. Todo mundo sabe los
tremendos efectos que se produjeron mediante el apostolado de este santo, quien
permaneció el más ilustre de los hijos de San Benito, un apostolado que abrazó
naciones y reyes, concilios y hasta Papas. De todos lados, escuchamos las
alabanzas de la santidad, el genio y el profundo conocimiento de las Sagradas
Escrituras y la unción penetrante de los escritos de este último de los Padres
de la Iglesia.”
¡Qué hombre tan brillante! Se le conoce como el
Arpista de María. Aquí está lo que dice acerca de Nuestra Señora:
“Véis, mis hermanos, con qué sentimientos
quiere Dios que honremos a María, Él quien ha puesto en ella la plenitud de
todo bien. Si hay en nosotros alguna esperanza, alguna gracia, alguna garantía
de salvación, admitamos que todo esto desbordóse sobre nosotros de ella, quien
rebosa de delicias. Suponed que quitarais el sol que ilumina al mundo — ¿Qué
sería del día? Quitad a María, la Estrella del Mar, de nuestro inmenso y vasto
mar, lo que queda no es más que oscuridad profunda, la sombra de la muerte,
oscuridad total. Por tanto, es desde las profundidades de nuestros corazones,
de los vitales de nuestro ser y con toda nuestra mente y voluntad que debemos
honrar a la Virgen María. Pues tal es la voluntad de Aquél que quiso que tuviéramos
todo de María” (Ibid, p. 282).
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