UNA CONFUSIÓN
GENERAL
Hoy si alguien hace las
cuentas sobre un papel lo miran como a torpe; si tiene computadora o no
reconoce sus teclas, sus términos norteamericanos o sus complejos programas es
un pobre hombre anclado en el pasado.
Los medios de difusión masiva preocupan a la gente con la escasez
de agua en los años venideros, por el calentamiento global, por el flagelo del
sida; mientras tanto crece la inmoralidad, aumentan las degeneraciones
publicitadas por esos mismos medios de difusión... Ponen todas las
causas del sida y lloran sus efectos. El alcohol hace daño pero se vende
por todas partes; peor la droga y se vende más; la guerra es un espanto y la
paz una necesidad imperiosa pero siguen vendiendo armas. Todo se rige por el dinero, todo tiene precio, todo se compra
y se vende.
El mundo que nos rodea ha
cambiado sus principios, vivimos en un ambiente insalubre para las almas.
Aparece entonces un remedio fingido que es peor que no tomar
ninguno, porque lo tomo pensando que me voy a curar y sin arbitrar otro remedio
para hacerlo. ¿Cuál es ese remedio fingido? Volvamos a lo natural, a lo verde,
a la ecología, a la vida silvestre. Quizás nada de eso
sea malo, quizás hasta bueno, pero no es el remedio a los males del mundo.
Vivimos rodeados de confusión y por eso estamos confundidos. El mundo no necesita un remedio natural, lo necesita sobrenatural,
necesita religión y que sea la verdadera.
Consintamos en que hace cuarenta o cincuenta años el mundo estaba
mejor, no quizás en su ciencia y en su tecnología, pero sí en sus principios y
conducta. Hoy asistimos a una comparsa de vicios que haría sonrojar a Sodoma y
Gomorra.
La confusión que nos rodea nace de la manera de pensar
reinante.
Uno se comporta como es. Si el animalito ladra, entonces es perro; si maúlla es
gato. Sigue su
naturaleza. Porque es lo que es se comporta así.
El católico
igual.
Vivimos rodeados de religiones, sectas y grupos enseñando
con fraseología cara o barata sus supuestas doctrinas y, como es normal, sus supuestas
morales.
No hay religión sin doctrina y no
hay doctrina religiosa sin moral.
Por eso si nos rodea un mundo que no es católico entonces tiene otra doctrina y consiguientemente otra moral.
El mundo vive
distinto, tiene pautas distintas de
comportamiento, otros valores, otros intereses, otra manera de alcanzar sus
objetivos (antes
se enseñaba la camaradería, hoy de enseña la competitividad) y naturalmente una manera de mirarnos distinta a como
nosotros miramos. Un ladrón no mira mis bienes como yo
miro los suyos, a mi no me interesa lo que tiene pero
a él sí le interesa lo que tengo. Igual pasa con la esposa, igual con la novia,
con la amiga, con la hermana y con la vecina.
La Moral, la conducta práctica y sus pautas, sigue a la religión, a la creencia y a la convicción.
Entonces, toda
religión no es igual. Si toda religión no es igual no da lo mismo cualquiera; si no da lo mismo cualquiera, una debe ser la verdadera; naturalmente entonces no puedo portarme de cualquier
manera. Si eso fuera posible ¿Para qué están los Mandamientos? ¿Porqué dijo
entonces Nuestro Señor Jesucristo: “Quien creyere y se bautizare se salvará,
quien no creyere ni se bautizare se condenará”? (San Marcos 16,16).
Resumiendo entonces:
- Toda religión no es igual.
- No da lo mismo cualquiera.
- Una debe ser la verdadera.
- La mía debe ser esa y no otra.
- Padre
pero entonces Usted es un obtuso. ¡Usted está en contra de todas las
religiones!
- Claro que sí, no puedo defender el error, como nunca lo hizo la Iglesia. ¿Por qué vale para la matemática y nó para la religión,
la filosofía o la teología?
No puedo decir que los maricas se casen, es una aberración. ¿No dijo Dios que los había
hecho varón y mujer y que ambos serían una sola carne por el matrimonio?
(Génesis 2,24). Entonces no pueden casarse dos varones
ni dos mujeres entre sí y, de igual manera, todo lo que contradiga los mandamientos.
Esos Mandamientos no son míos, ni siquiera de la Iglesia; son de Dios.
Es necesario, es preciso que los católicos estemos en contra
de las otras
religiones porque son errores y una religión falsa no salva a nadie.
¿Qué hacen con un
profesor que dice que 2 X 2 es 22? Lo corrigen, y sino lo echan. ¿Porqué tendría el mismo derecho un musulmán que puede
casarse con varias, o el anglicano que deja a
los homosexuales que sean pastores, o el luterano que no cree en la confesión, o
el evangelista que acomoda el Evangelio a su gusto, o
el que espera de los extraterrestres lo que no espera de Dios?
El derecho nace de la justicia y es
justo sólo lo que es verdadero.
El derecho no nace de la
sinceridad.
Uno tal vez odie sincerísimamente a su suegra pero no por
eso puede ni odiarla ni hacerle daño. No se puede odiar, si quiere salvarse no puede y, sin
embargo, en otras religiones sí se puede. ¿Qué pasa hoy entre judíos y
palestinos? ¿No rige allí la ley del Talión, el ojo por ojo y el diente por
diente? No por nada decía Nuestro Señor Jesucristo en los Evangelios: “Si vuestra justicia no fuere
mayor que la de los escribas y fariseos no entraréis en el Reino de los Cielos”
(San Mateo 5,20) ¿No es lo mismo decir que esa moral del
Talión no alcanza para salvarse?
No da lo mismo cualquier Moral, porque no da lo mismo cualquier religión.
El error es un mal del intelecto y el mal nunca tiene
derecho.
Yo puedo ser tolerante con el que de buena voluntad se equivoca, como el que se
mete de contramano sin saber, pero
no tiene derecho a circular de contramano.
El derecho nace de la justicia y la justicia de la verdad.
Hice mi trabajo, págueme lo justo, lo que gasté y mi
esfuerzo, eso es verdadero, entonces tengo derecho a cobrarme lo justo porque
es verdad. Sería injusto si quisiera cobrar de más, o más de lo que gasté o más
de lo que vale mi esfuerzo. ¿Por qué? Porque es mentira.
Mientras una religión no enseñe la verdad no tiene derecho,
pero como dijimos, podemos
ser comprensivos con los que se equivocan, no con el error, sino todos van a
andar de contramano.
- Pero Padre, ¡Eso va contra los
Derechos Humanos!
- No señor, no es derecho
enseñar el error.
El derecho nace siempre de la verdad.
- Pero ¡Usted no respeta a los
demás!
- Sí señor, pero lo que los
demás tienen de grandioso lo tienen por ser hijitos de Dios, nó por lo que
hacen o dicen en contra de Dios.
Falta una objeción todavía:
- Dios es el mismo, como sea todas
las religiones le rezan a
Dios.
- No es cierto, ser uno y ser el mismo no es
igual. Mi papá es uno pero no es el mismo que el suyo. Si yo le rezo a Buda o a Alá no le rezo a Dios. Le rezo
equivocadamente a quien no es Dios. Vale un ejemplo:
Cuando nace un bebé los parientes, los abuelitos van a la nursery para mirar al
niño a través de un cristal, le hacen muecas, le tiran besitos cariñosos hasta
que la enfermera les dice que no es ese niño sino el de la otra cuna. No pueden
llevarse a aquél niño porque no es su nieto por más besitos que le hayan
tirado. Igual pasa con Dios.
- Bueno, ¡Pero no va a decir que
eran abuelos hipócritas!
- No, pero la sinceridad no
cambia al nieto, la sinceridad no hace verdadera una religión, simplemente no hace mentiroso al que está equivocado.
La religión, aunque la mayoría no se da cuenta, es como la matemática.
Las
cosas son como son. Dios puede disculpar al
que se equivoca de buen corazón pero no por eso darle la razón. Dios
también tiene derechos, y más que nadie, sólo Él tiene derecho a ser honrado
por los hombres y de la manera como Él quiso serlo. No por nada dijo Nuestro Señor Jesucristo: “Quien me negare delante de los
hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” (San Mateo 10,32).
Padre Andrés Morello.
Compañía de Jesús y de María
Seminario Nuestra Señora de Guadalupe
2 de julio de 2005.
C.C. 165 (8430)
El Bolsón, Río Negro
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