El Poder del
Santo Rosario
Sermón del Rvdo. Padre James McGilloway, CMRI
[http://www.cmri.org/span-05-power_rosary.html]
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén. Como resultado de los aviones secuestrados y estrellados en las
ciudades de Nueva York, Washington D.C. y Pennsylvania, hubo hace poco en las
noticias una entrevista con una operadora que recibió llamada de un pasajero
abordo del avión caído en Pennsylvania. Contó ella que el hombre le había dicho
que su avión estaba siendo secuestrado y que creía serían asesinados todos los
pasajeros. Después de pedirle que dijera a su esposa e hijos cuánto los amaba,
rezaron juntos la oración dominical, el Padrenuestro. Al terminar la
conversación, indicó que él y varios otros tratarían de recuperar el control
del avión.
Otra noticia relató cómo varios bomberos estuvieron
atrapados en el World Trade Center después de derrumbarse. Un bombero en
particular pensó que de seguro iba a morir. Mientras esperaba ser aplastado por
el escombro del edificio, rezó un Avemaría, añadiendo: “Dulce Jesús, ten
misericordia de mí. Perdóname mis pecados.” Este hombre y los otros bomberos
sobrevivieron por hallarse en una parte de la escalera que de alguna manera fue
protegida. Al final, todos salieron de las ruinas.
Estas historias, y el hecho de que 6000 personas
murieron en estas tragedias en una cuestión de minutos, hacen que nos demos
cuenta de la realidad de la muerte y de cómo nunca sabemos cuándo vamos a
morir. Ciertamente estas miles de personas que fueron a trabajar o que
abordaron aquellos aviones esa mañana no tenían ni idea de que estarían en la
eternidad dentro de unos minutos u horas. Tales historias nos recuerdan,
también, de que cuando sepamos que la muerte se encuentra cerca, y si es que
nos damos cuenta, nosotros como católicos lo más probable es que también
recurramos a Dios en oración para sacar valor y para resignarnos a su voluntad,
para aceptar la muerte pacíficamente, para pedir perdón por nuestros pecados,
y, esperamos, para recibir la extremaunción. Si estamos conscientes a la hora
de la muerte, mientras nuestra vida anterior pasa como rayo por nuestras
mentes, habrá probablemente muchas cosas que quisiéramos haber hecho, así como
cosas que quisiéramos no haber hecho. Es probable que en ese momento deseemos
haber tenido más tiempo para hacer las cosas que no hicimos, y para deshacer lo
que nos arrepentimos haber hecho.
Como católicos,
uno de los medios más eficaces y prácticos que Dios nos ha dado para
prepararnos para una muerte tranquila y santa, así como una feliz eternidad, es
el rosario. Si bien muchos de nosotros no podemos, debido a las circunstancias, estar
presentes en la misa y recibir la sagrada comunión todos los días, es cierto
que podemos rezar el rosario casi en cualquier lugar y en cualquier momento.
Entre las promesas que nuestra santa Madre hizo a santo Domingo y al beato Alan
hace siglos, dijo que:
■Todo el que rece el rosario devotamente, y se dedique
diligentemente a considerar sus sagrados misterios, no perecerá por una muerte
desprovista [esto es, por una muerte repentina en la que uno no está en la
gracia y la amistad de Dios]; si ese fuere justo, permanecerá en la gracia de
Dios y será merecedor de la vida eterna.
■Todo el que tenga una verdadera devoción al rosario no morirá sin
los sacramentos de la Iglesia.
■Los fieles hijos del rosario merecerán un alto grado de la gloria
en el cielo.
Vivimos en una sociedad y una cultura muy
materialista y sensual. Uno de los papas escribió una vez que él creía que uno
de los castigos más grandes que Dios permitiría sería el olvido por parte de
individuos o personas en sociedad de su creación para la vida eterna y la
felicidad con Él en el cielo. En nuestra sociedad moderna, de esto no hay duda,
lo que se promueve y representa en los medios de comunicación y en los anuncios
publicitarios señala una insensatez general a las verdades espirituales,
especialmente a la doctrina cristiana de que Dios nos creó para vivir por un
tiempo relativamente corto (un promedio de 70-80 años), durante el cual hemos
de merecer, mediante una vida de virtud y amor a Dios, la felicidad eterna con
él en el cielo.
El papa León
XIII, en una de sus encíclicas sobre el rosario, escribió que este es un
remedio para tres males prevalentes — peligros para nuestra salvación — en la
sociedad moderna. Explicó cómo los misterios del rosario — los misterios
gozosos, dolorosos y gloriosos — cada uno, a su manera, es un remedio para
estos tres males. Al rezar y meditar los misterios gozosos — en los cuales
vemos a la sagrada familia de Jesús, María y José en su humilde vida de
pobreza, trabajo duro, devoción al deber, la familia y la caridad — la gracia
de Dios nos capacita para resistir la tendencia de la sociedad moderna de
despreciar y rechazar una vida sencilla de labor y devoción al deber y la
familia. Al meditar sobre los misterios dolorosos — y sobre cómo el Dios hecho
Hombre expió nuestros pecados por un sufrimiento extremo en la flagelación, la
coronación de espinas y la muerte en la cruz — quedamos mejor capacitados para
resistir la influencia de la sociedad moderna que nos lleva a quejarnos del sufrimiento
y el sacrificio, o si no, de evitarlo o rechazarlo. La reflexión sobre estos
misterios nos ayuda a sufrir pacientemente, sin murmurar, por amor a Dios y
como penitencia por nuestros pecados. Al meditar sobre los misterios gloriosos,
en los que se nos recuerda del cielo, nuestro destino, el papa León XIII
explicó cómo quedamos fortalecidos en la lucha contra la tendencia de la
sociedad moderna de hacernos olvidar que somos meros peregrinos en esta vida
para merecer la felicidad eterna en el cielo.
Sin la ayuda de la gracia divina, no podemos
practicar por mucho tiempo la virtud, ni vencer la tentación al pecado y, de
ese modo, salvar nuestras almas. Ni podemos ayudar a nadie más — a nuestros
seres amados, parientes, amigos — sin obtenerles las gracias. Las promesas del
rosario son muy consoladoras en este respecto. Nuestra santa Madre también dijo
a santo Domingo y al beato Alan:
■Prometo mi protección especial y la mayor de las gracias a todos
los que recen el rosario.
■El rosario será una poderosa armadura contra el infierno;
destruirá el vicio, disminuirá el pecado y derrotará las herejías.
■Hará que la virtud y las buenas dádivas florezcan; obtendrá a las
almas la abundante misericordia de Dios; apartará los corazones de los hombres
del amor del mundo y sus vanidades, y los elevará al deseo de las cosas
eternas.
Uno de los niños de Fátima, Lucía, quien después se
haría monja, dijo que nuestra santa Madre le dijo que viviría más que Jacinta y
Francisco a fin de que pudiera promover la devoción al corazón inmaculado de
María. Nuestra Señora después se le apareció varias veces. Sor Lucía dijo una
vez: “La santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que vivimos, le ha dado
una nueva eficacia al rosario, hasta el grado de que no hay problema que no
pueda resolverse por la oración del rosario, no importa cuán difícil, sea
temporal o, sobre todo, espiritual, sea en la vida personal o en la de nuestras
familias o incluso en la vida de las naciones.”
El papa Pío XII comparó el rosario a la honda que
David usó para matar al gigante Goliat, y dijo que al rezar frecuente y conscientemente
esta oración, que parece ser tan simple y sencilla, podemos vencer obstáculos y
dificultades aparentemente insuperables. Esto nos trae al problema mundial que
nuestra nación enfrenta en estos momentos: el fracaso de muchas naciones para
alcanzar la paz, ya sea entre sí mismas, sus propios ciudadanos o con otros
países. Vemos la amenaza de una guerra inminente que envuelve a tantas naciones
hoy, incluyendo al nuestro. Nuestra Señora de Fátima en 1917 dijo: “Rezad el
rosario todos los días en honor de nuestra Señora del Rosario por la paz
mundial, pues solo ella puede conseguirla.”
Como les acabo
de citar, sor Lucía dijo que no hay problema que no pueda ser resuelto por el
rezo del rosario, incluso en las vidas de las naciones. Esto, sin duda, ha sido
probado en la historia. De hecho, la fiesta de hoy del santo rosario fue instituida
por la Iglesia en parte para honrar la victoria de la armada cristiana en la batalla
de Lepanto, cuando derrotó a la armada más grande y más fuerte de los
musulmanes, la cual amenazaba invadir Europa y destruir el cristianismo. El
papa exhortó a los católicos a que rezaran el rosario; hasta los marineros
rezaron el rosario antes de entrar en batalla. El papa mismo rezó el rosario
durante la batalla. Parecía que los musulmanes iban a ganar la victoria, pero,
extrañamente, de repente en medio de la batalla, el viento cambió y le dio la
ventaja a la armada más pequeña de los cristianos. De ese modo dio la victoria
a los cristianos sobre los musulmanes. Más recientemente, en la década de los
70, el ejército comunista de Rusia ocupó Austria, y hubo la amenaza de una toma
del poder del gobierno. Un sacerdote de ese país exhortó a los católicos a
realizar una campaña del rosario. Cuando cerca del 10 por ciento de los católicos
austriacos respondió al rezo del rosario, el ejército ruso repentinamente se
retiró del país. En 1964, en Brasil, los comunistas parecían estar muy cerca de
tomar control del gobierno. Más de 600 000 personas, la mayoría mujeres,
salieron a las calles en Río de Janeiro para rezar el rosario en protesta
contra lo que parecía un golpe de estado por parte de los comunistas. Para
sorpresa de todos, dentro de unos cuantos días, incluso los comunistas que
habían sido transportados al país, huyeron, y el gobierno quedó libre.
Nosotros podemos
cantar el himno “Dios bendiga a Norteamérica” todo lo que queramos. Pero, en su
mayor parte, será infructuoso si como católicos no estamos dispuestos a usar el
arma espiritual que Dios nos ha dado a través de la santa Virgen María para
garantizar las bendiciones divinas sobre nuestro país, tanto en las necesidades
temporales como espirituales. En efecto, nuestro país, nuestro gobierno,
nuestros conciudadanos, necesitan definitivamente de la sabiduría y la fuerza
de la gracia de Dios para una conversión a él y a sus leyes, conversión que
conducirá a la abolición de aquellas leyes que violan las de Dios, la más obvia
de las cuales es el permiso del aborto, por el cual se asesinan diariamente más
de 40 000 bebés en los vientres maternos. Nuestra Señora de Fátima, según contó
uno de los niños de Fátima, también dijo: “La guerra es un castigo por el
pecado.” En la medida en que nuestro gobierno promueva y permita las leyes y
prácticas pecaminosas, nuestro país nunca estará en paz. Estará amenazado por
la guerra, y, quizá, incluso por el peligro de la derrota en una guerra futura.
Para terminar, me gustaría leerles lo que Thomas
Nelson escribió en el prefacio de un folleto titulado The Crisis of Faith and
the Rosary:
“Basta reiterar simplemente que el rosario, a partir
de todo lo que nuestra Señora ha dicho en Fátima, es el instrumento que ella
quiere y que nuestro Señor exige si hemos de salvar nuestras almas, ayudar a la
Iglesia, convertir a Rusia y traer la paz al mundo. Así como nadie más puede
ahorrarles el comer, así nadie puede ahorrarles el rezar. Tienen que hacerlo
ustedes mismos. Como el rosario es la oración que nuestra santa Madre nos ha
prescrito en Fátima, no hay sustituto que pueda hacer el trabajo. Tiene que ser
el rosario si deseamos las cosas que nuestra Señora prometió, esto es, nuestra
propia salvación, el triunfo de la Iglesia por todo el mundo, y la verdadera
paz. Y, así, depende de ustedes.”
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