Juan 6:
53 Jesús les dijo: «En
verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne
y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
55 Porque mi carne es
verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
56 El que come mi carne
y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
57 Lo mismo que el Padre, que vive,
me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.
58 Este es el pan
bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que
coma este pan vivirá para siempre.»
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…A estas palabras: «en
mí permanece, y yo en él», Jesucristo nuestro Señor adjuntó estas: «Así como el
Padre que me ha enviado vive, y yo vivo por el Padre; así quien me come,
también él vivirá por mí», con las que por dos razones aparece esta unión suya
real con el alma. Primero, porque si Cristo tiene vida del Padre por la conjunción
que por la unión hipostática tiene con el Verbo, que vive por el Padre, entonces cuando dice
que quien lo come vivirá por él, se ve claramente que significa que nosotros participamos de su vida por otra
unión semejante (aunque no hipostática); de otro modo no se
salvaría la propiedad de la semejanza.
Milagros Eucarísticos -
Dr. Ricardo Castañón:
PERSISTENCIA REAL,
EN EL BUEN COMULGANTE,
DEL
ALMA DE CRISTO
HIPOSTÁTICAMENTE
UNIDA A LA DIVINIDAD.
El Santísimo Sacramento
de la Eucaristía tiene como efecto primario, por institución del mismo Cristo, no sólo causar
gracia, como los demás sacramentos, sino también una
unión con Él de carácter especial, íntimo, y, en cuanto es de la parte del
Santísimo Sacramento, perseverante. Esta unión está significada en las palabras:
«Quien come
mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo
en él.
Así como el Padre que me ha enviado vive, y yo vivo por el Padre; así quien me come,
también él vivirá por mí» [Jn 6, 57-58]. Esta unión se distingue de la unión mística que los demás
sacramentos comunican por la gracia.
¿En qué consiste esta unión especial permanente e íntima? Hay dos opiniones al repecto. La más común de ellas la hace
consistir en una gracia y caridad más ricas que el Santísimo Sacramento
comunica, y que no excede los términos de la unión mística. La otra, defendida
por teólogos muy serios, establece, más allá de esta unión mística, otra real,
corporal y sustancial; pero la ponen entre el Cuerpo de Cristo y el cuerpo del
comulgante. Ambas suertes de unión son insuficientes para salvar la fuerza de las
palabras: «en mí permanece, y yo en él» y «quien me come, vivirá por mí», que
significan una unión mayor y más excelente; y hace falta que esta unión según
la segunda opinión sea constituida como real, pero no entre el Cuerpo de Cristo
y el del comulgante, sino entre el mismo Cristo y el que lo recibe con la debida disposición.
Pero como una unión que
no sea real no podría tener esta semejanza con la unión hipostática ni se
podría, consecuentemente, salvar la propiedad de la locución y semejanza que
usa Jesucristo nuestro Señor, de allí resulta que por las palabras antedichas debe admitirse esta
unión real. Esto lo confirma de manera óptima
Santo Tomás, que aclarando esas palabras dice: «Así como Cristo hombre recibe vida
espiritual por unión a Dios, así también nosotros recibimos vida espiritual en
la comunión del Santísimo Sacramento» [In Jn 6 ad illa verba: sicut misit me
etc.]. Allí el Santo Doctor compara
nuestra unión con la de la humanidad de Cristo a Dios. Algo parecido dicen el
insigne exégeta Maldonado y el cardenal Toledo.
Tomado del libro: Persistencia Real, en
el buen comulgante, del alma de Cristo Hipostáticamente Unida a la Divinidad [TRADUCCIÓN ABREVIADA POR PATRICIO SHAW DE LA SINOPSIS DEL
CARDENAL BELLUGA S. J. DE LA VITA ABSCONDITA DEL CARDENAL CIENFUEGOS S. J.
EDITADA EN 1728 EN ROMA.]
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