Conclusiones
Sínodo: “Esta no es la religión católica que nos enseñaron de niños”
John Vennari y Chris Ferrara analizan las reacciones al documento final
del Sínodo 2015.
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Extracto de la entrevista
Uno de los prelados considerados “conservadores”
dentro del Sínodo les dijo: “el documento
final no es lo que esperábamos, pero al menos no cambia la doctrina”. Lo que muestra
es conformidad con el resultado, considerándolo el mejor posible, si bien no
fue el deseado.
¡Pero aquí está
en juego la moralidad! No puede haber conformidad con un documento, debe buscarse
el documento que sostiene con claridad las enseñanzas de la Iglesia.
La frase “podría
haber sido peor” no puede ser un criterio para aceptar un documento del
Vaticano.
Cuando se trata de la vida sacramental, la
salvación, la vida en estado de gracia, la condenación, no podemos estar
felices un con una reacción del tipo “podría haber sido
peor”.
Los reporteros pseudo-conservadores quieren asegurarnos
que todo está bien, que los conservadores han triunfado, pero lo que se lee en
este documento no es la fe de
nuestros padres, lo que nos enseñaron de pequeños.
Este es un intento
por adaptarse al status quo de la pandemia mundial de inmoralidad sexual. Este Sínodo no tuvo el coraje de hacer frente a la pandemia ni el
coraje de llamar pecado al pecado o afirmar que el castigo eterno amenaza a
quienes viven en condiciones de inmoralidad.
No se trata de ser más papistas que el papa. Es el deber de la Iglesia llamar a las personas para que respondan a la gracia de Dios y abandonen las
situaciones de adulterio, cohabitación, divorcio y nuevo matrimonio, en el cual su
vida futura está en peligro. Nada de esto se menciona en este documento. El
documento representa un humanismo insípido con barniz cristiano.
Relean cualquier
encíclica sobre el matrimonio previa al Vaticano II. Encontrarán un
lenguaje diferente, otro énfasis, urgencia y preocupación por la verdad, la
vida moral, las consecuencias del comportamiento inmoral, la pérdida del estado
de gracia.
En su encíclica sobre el matrimonio Casti Connubii,
el papa Pio XI cita al papa León XIII: “nada
contribuye tanto a destruir las familias y a arruinar las naciones como la
corrupción de las costumbres, fácilmente se echa de ver cuánto se oponen a la
prosperidad de la familia y de la sociedad los divorcios, que nacen de la
depravación moral de los pueblos, y que, como atestigua la experiencia,
franquean la puerta y conducen a las más relajadas costumbres en la vida
pública y privada. Sube de punto la gravedad de estos males si se considera
que, una vez concedida la facultad de divorciarse, no habrá freno alguno que
pueda contenerla dentro de los límites definidos o de los antes señalados. Muy grande es la fuerza de los ejemplos, pero mayor es la de
las pasiones; con estos incentivos tiene que
suceder que el capricho de divorciarse, cundiendo cada día más, inficione a
muchas almas como una enfermedad contagiosa o como torrente que se desborda,
rotos todos los obstáculos”.
La lujuria es la
raíz de todos los males que vemos hoy. ¿Qué
pasó con la enseñanza de la Iglesia que habla del destino eterno de las almas? Está ausente en
este documento. Lo que está es este gesto de inclusión hacia todos, un
humanismo insípido.
Nos enfrenta la lujuria y sus consecuencias
destructivas. “Aprecia y
promueve” a las familias que honran el matrimonio cristiano. Pero la
Iglesia debiera DEFENDER a esas familias que están dentro del plan de Dios. Sin embargo, el papa Francisco les dice “las apreciamos, buen
trabajo” y
se dedica a promover el discernimiento en situaciones difíciles, a
hablar de aquellos que desafían el plan de Dios, y les dice “estamos trabajando
para ustedes”.
Esto no es un
Sínodo sobre la familia, es un Sínodo sobre la admisión de personas en
situaciones ilícitas. Y EL LEMA es: los
pastores deben identificar elementos que favorecen la evangelización y el
crecimiento espiritual de los fieles bajo su cuidado. Deben conducirlos a la
plenitud de los sacramentos. No hay una condena de la inmoralidad sexual por
ningún lado.
El obispo Schneider dijo “debemos hablar en un
lenguaje claro” pero aquí no hay un lenguaje claro. Se niegan a hablar de la
inmoralidad sexual, no condenan los pecados que
consienten al intentar encontrar elementos positivos en relaciones que, por su
naturaleza, merecen el castigo eterno según las enseñanzas de la Iglesia. No hay nada de
esto en el documento.
Ya decía Romano
Amerio, que la condena del error es en sí misma una obra de misericordia. Para los que
viven en pecado es un llamado a librarse de él, y para quienes viven en la
gracia, a que estén despiertos y no caigan en él.
Y el discurso final del papa es de mal gusto,
atacando a quienes intentan defender las enseñanzas de la Fe, burlándose y
ridiculizándolos por creer en la letra de la ley en lugar del espíritu,
diciendo cosas como “por supuesto que la doctrina es importante, pero lo más
importante es la misericordia”.
¡Error! La doctrina es la base de la
misericordia, como dijo nuestro Señor Jesucristo: “la Verdad los hará libres”.
Cuando la gente
vive el Evangelio con la ayuda de la gracia, la misericordia divina se presenta
cuando caen, se arrepienten y confiesan su caída con intención de enmienda.
Ahora, sin embargo, la misericordia se entiende como
una caricatura misericordiosa que sólo implica tolerancia. Al negarse a
decirles la verdad, los pastores de este Sínodo conducen al pueblo
hacia el abismo, literalmente.
Es increíble el descaro del Sínodo, al tergiversar
la exhortación apostólica de Juan Pablo II Familiaris
Consortio, para justificar la búsqueda de elementos positivos en relaciones
inmorales. Eso no es lo que enseñó JP II. Lo tergiversaron y lo sacaron de
contexto. Están engañando deliberadamente a los fieles. La encíclica habla de
los diferentes grados de culpabilidad de quienes se han separado, pero de ninguna manera permite que reciban la Sagrada
Comunión. Es increíble que quieran cubrirse con el manto de JPII.
Debemos recordar
que Francisco llenó el Sínodo con gente elegida por él, progresistas como Marx
y Daneels, personas que ningún católico en su sano
juicio permitiría que enseñen el catecismo a sus hijos. Son los favoritos del Papa, y lo que consiguieron en el Sínodo lo
consiguieron con un margen muy pequeño.
Los párrafos 84 y 85 pasaron porque Francisco puso a
45 elegidos por él, no por conferencias episcopales, y éstos garantizaron los
resultados.
Estos párrafos serán la excusa para decir a los que
se casaron por segunda o tercera vez, que pueden trabajar para encontrar
aquello que obstaculiza su integración completa en la Iglesia….¿De qué están
hablando? ¡El obstáculo es que se divorciaron y se volvieron a casar, viven en adulterio!
Ya dijo Juan Pablo II que quienes viven en adulterio
no pueden comulgar. Pero este documento reafirma la confusión que generó el
abandono de las enseñanzas después del Vaticano II.
Cuando uno falla en afirmar una verdad, da lugar a
que los modernistas lleven la práctica pastoral en una dirección completamente
diferente, que no es católica. Es un ejemplo de cómo la
Iglesia post-conciliar se niega a obedecer a nuestro Señor que dice que los sacerdotes deben decir si si, no no.
Ahora debemos estar
atentos a dos cuestiones:
El Año de la Misericordia, que puede dar a
Francisco la oportunidad de aparecerse con cualquier cosa (más apertura a los
divorciados vueltos a casar y los homosexuales).
El próximo consistorio, en el que
seguramente pondrá más cardenales modernistas en el Colegio Cardenalicio.
Guarden la fe, enseñen a sus hijos la verdad, tomen este documento y
quémenlo, y lean Casti Connubii para saber cómo suena la
verdadera Iglesia.
[Resumen y traducción por Marilina Manteiga.
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