“No faltan algunos que
intentan poner alianza entre la luz y las tinieblas, y mancomunidad entre la
justicia y la iniquidad a favor de las doctrinas llamadas católico-liberales,
que basadas en perniciosísimos principios,
muéstranse halagüeñas para con las invasiones de la
potestad secular en los negocios espirituales, e inclinan los mismos a estimar,
o tolerar al menos, leyes inicuas, como si no estuviese escrito que nadie puede
servir a dos señores. Los que tal hacen, de todo
punto son más peligrosos y funestos que los enemigos declarados, no sólo en
razón a que, sin que se les note y quizá también sin advertirlo ellos mismos,
secundan las tentativas de los malos, sino también porque, encerrándose dentro
de ciertos límites, se muestran con apariencias de probidad y sana doctrina
para alucinar a los imprudentes amadores de conciliación, y seducir a las
gentes honradas que habrían combatido el error manifiesto”.
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