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Otro día en la vida
[Comentario a San Marcos 1:29-39]
La confusión es el
reino del buscar y no encontrar. Las bifurcaciones en el camino de nuestro
andar nos hacen decidir entre una u otra senda en la que continuar, el ánimo de
no perder el trabajo, el empleo, la ocupación, la fuente de ingreso nos
inclina, a la mayoría, a esforzarnos por tratar de hacer bien las cosas,
estudiar para aprender y en el afán las simientes del mundo van
fortaleciéndose. Muchos son emprendedores y logran objetivos empresariales,
otros en el arte, la ciencia, o en otros casos obreros calificados, mano de
obra confiable.
En esa lucha por la
“vida” en este mundo y a medida que los segundos transcurren, como los
durmientes que sostienen los rieles por los que pasa el tren vertiginosamente,
así nuestra vida va llenándose de durmientes que sostienen nuestros pesares,
nuestros vicios, nuestra manera apropiada o inapropiada de hablar, nuestras
alegrías por logros terrenales, embobados quizá algunos por la pasión del
“amor”, a veces con empleo otras como desempleados, a veces como empresarios y
otras en el paro, así el rol que de una u otra manera en algún momento será un
rol que nos tocara a cada cual.
El loco afán del
vivir, algunos lo toman con calma, otros lo toman a la ligera, otros con el
anhelo de la primera juventud se enfrascan en el “yo seré” o el “yo soy” y el
futuro de la madurez se ve a la distancia, como horizonte en el océano.
La lucha por la vida
tiene tantos contrincantes, desde los trabajadores que tengo a mi cargo o desde
los dueños, jefes o supervisores que me vigilan en mi quehacer laboral, o los
exigentes clientes en mi negocio, o mis vecinos que son escandalosos, etc. ; no
puede el ser humano desligarse de la sociedad, se necesita para sobrevivir,
y en esa interrelación caemos en pequeñas trampas, trampas de la “crítica
constructiva”, trampas del no repartir cuando tengo, trampas del buscar el
placer, cualquiera de la índole que sea, para olvidarme de las penas de este
mundo y las más peligrosas, las trampas de la religión. El engaño en que el
orgullo me hace caer, llegando a misa los domingos solamente para que me vea Él
Señor y para pedirle, pero no para alimentarme de su verdadero y sacramentado
cuerpo, la trampa de ser un religioso de imagen y no de vida plena en el amor
hacia Él Señor. [1ª
Corintios 11:27. Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor
indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.]
Pero la mayor lucha
por la “vida”, la tenemos contra nosotros mismos, porque en la medida en que yo
estoy seguro de que la vida espiritual es la real razón y aspiración del
existir, en esa medida será la lucha contra mis propias debilidades. [Efesios 6:12. Porque nuestra lucha no es
contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las
Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los
Espíritus del Mal que están en las alturas.] Y en esa batalla del
querer ser “alguien en la vida” contra el “deber ser” incondicional a Cristo
Jesús lo más difícil de lograr entender es el primer mandamiento de la Ley de Dios, y en instancias siguientes tener conciencia que la vida terrestre es nada más el transito, la peregrinación, para entrar al
reino de los cielos. Mientras más sabe el hombre de las ciencias y
conocimientos del mundo, más lejano es separar los cinco sentidos, la razón humana, y entender cómo funciona la vida.
Sí alguien nos dice
que Él Señor se manifestó hablándole, o la Santísima Virgen
María tuvo la gentileza de visitar a alguien, el orgullo nos hace creer qué la
persona es paranoica o no puede ser porque “no se lo merece”, el mal habito de
juzgar, de quitarle al verdadero juez esa potestad nos hace creer que las
manifestaciones del Señor son solamente para los que se las merecen y no es
así; Jesús, su majestad, es verdadero y real, más verdadero que los programas
de televisión o los chateos en las redes sociales, si él desea sostener la mano
de cualquiera de nosotros, así como sostuvo la mano de la suegra de San Pedro,
lo hará y lo hace en estos tiempos.
En este evangelio los
demonios no se atreven a decirle nada porque Él los calla. Muchos no lo
sabemos, pero en nuestros cuerpos habitan legiones de demonios, y con el simple
hecho de someterse a una penitencia, hacer oración diaria aunque esta sea
breve, ir a confesarse, recibir misa y tomar el Santo Cuerpo de Cristo es
suficiente para sanarse de esas potestades, pero no sucede así y no sucederá en
tanto el libre albedrio, nuestra conciencia no lo permita.
Nuestro Señor ora, a
diario oraba, se retiraba en solitario y siempre por la noche y madrugada; y le
buscan los apóstoles y le dicen que la gente le anda buscando para que obre
milagros, el les dice que se desplacen a otro sitio porque Él ha venido a
anunciar el Reino. Es decir las curaciones son secundarias, porque ayer como
hoy solo sirven para que muchos creamos por un instante, es preferible escuchar
la palabra, meditarla y hacerla vida, Él Señor sabe qué es mejor alimentar el
corazón que alimentar el ego, [Mateo
4:4. Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios.»] por eso decide
marcharse a otros poblados.
Soy un testimonio del
poder del rezo del Santo Rosario, me limito a expresarlo y a sostenerlo, sin
discusión ni interés de lo que otros piensen, solamente oramos para que los
demás “descubran” ese real poder de la oración y del real poder de la Madre de Dios y su inseparable
unión espiritual y amorosa con Jesús Él Señor.
Él Señor, cura, sana,
expulsa demonios, todo esto los sacerdotes son y tienen el poder, la potestad
Divina para hacerlo, solo basta ayuno, penitencia y oración.
Aprender a sacarle
provecho espiritual a las tribulaciones, ¿cómo? Cuando tengáis un problema de
cualquier naturaleza, o enfermedad, entrégale al Señor en oración tus pesares o
situaciones como expiación de las culpas y pedidle que sí es su voluntad te
socorra pronto; la penitencia es válida y tiene valor.
Amén
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Estos artículos
son de los “no buscados”, todos buscamos como divertirnos, música, ocio, es
decir desconectarnos del mundo, la única razón que mueve el escribir sobre esto
es Él Espíritu Santo, Él sabe cómo utilizar los dones y carismas de cada cual y
en qué momento hará obra en cada quién.
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