Un domingo, temprano.
“-Voy contento
voy cantando
la emoción embarga mi pecho;
no cabe la alegría
por haber esperado este momento.
La campana ahuyenta a satanás
el incienso invoca
las Dominaciones, los Tronos, los Ángeles
los Arcángeles, Potestades.
Y por un momento en el tiempo terrenal
esa milésima de segundo en el cielo:
¡¡¡Todos en la iglesia somos
Uno solo!!!.
Nos visitan los poderes Divinos
toda la corte celestial:
Santos, Querubines y Serafines.
la
Santísima
Virgen María
el Dios Padre Todopoderoso.
El Espíritu Santo
al momento de la Epíclesis
nos baña de santidad
y la hostia,
-ese pedacito de pan sin levadura-
se llena de átomos
y resucita el Verbo,
ya no hay harina
¡hay ahora
sangre y carne!.
Llegado el momento
mis rodillas se doblan,
e inmerecidamente
suplico a la Reina del Cielo
que reciba por mi
el Santo Cuerpo de Cristo;
y someto a su consideración
lo deposite con ternura
en mi corazón.
El Sacerdote
pone el pancito en mi boca
-el Santo Ángel de la guarda
me sostiene y me alza-
con mis manos entrelazadas
suplicando el Sagrado Cuerpo
lo recibo reverencialmente:
¡¡es
un momento en el Cielo.!!
Voy a perder la razón;
por unos segundos
mi corazón en catalepsia
deja de latir por si mismo;
y el Verbo Humanado
es quién vive en mi,
¡¡¡yo por un instante
deje de vivir por mí.!!!
El génesis
se repite cada semana,
El Santo de Santos
El Rey de Reyes
me da el soplo de vida
y retorno del Cielo
a la tierra
a perseverar de nuevo
con la esperanza silente
de pronto volver a encontrarle
en el Santo Sacramento.”
Saulo de Tarso
El Salvador
14/I/2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario