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El Puente
[Reflexión / Comentario a San Marcos
1:40-45]
La interesante
trayectoria de una idea, esas ideas brillantes, que inician con una chispita,
una pequeña lucecita y al madurar la idea es una constelación formada por vías
lácteas, asteroides, cometas, sistemas solares, nebulosas, agujeros negros, y
un sinfín de poderosos cuerpos celestes, que han nacido nada más que de una
pequeña idea. Ese poder lo tenemos todos, sin excepción.
El poder de crear
universos; somos hechos a imagen y semejanza del Todopoderoso, en esa creación
no solo se nos transmitió sangre, carne, hueso, genes, y un misterio de muchos
asuntos que aún el hombre en su curiosidad no ha logrado descubrir, además el
soplo de vida nos dio la inteligencia, el raciocinio, el halito de la vida y
ese poder sub-viviendo debajo de la incredulidad que se llama “oración”.
En la iglesia han
existido santos con el don de la bilocación, uno de ellos San Martín de Porres,
o el don de levitar y hacer que el cuerpo se aligere para saltar un alto muro o
ir de un lugar a otro sin mucho esfuerzo y no han sido uno ni dos sino muchos
con estas capacidades.
Al ser a semejanza del
Todopoderoso significa que esos dones, bilocarse y levitar o volar son
inherentes a nuestro cuerpo humano, pero para lograr alcanzar ese estado de
creer es necesario tomar el camino estrecho, angosto. La agilidad corpórea es
un don otorgado a los que practican la oración permanente, la penitencia y el
ayuno.
Ese poder Divino, ese
soplo del Espíritu Santo que nos autoriza y nos habilita la posibilidad de
sanar enfermedades por medio de la oración, de materializar bienes, es posible,
sí para alguno que está en ese estado de conexión oratoria le es posible
expulsar demonios, entonces ¿Qué mas no podrá ejecutar? Si expulsar demonios es
un asunto de autoridad Divina.
El leproso se acerca al
Señor y de rodillas no le pide, sino que le pregunta con humillación “si
quieres”, y ese “si quieres de rodillas” es el puente que cruza el universo
terrenal y entra en lo celestial a los pies del dueño de todo y recibe la paga
al esfuerzo de cruzar ese puente: “¡Quiero; queda limpio!
Cruzar ese puente no es
fácil, hay que tener suficiente lepra no para pedir, sino que para implorar con
la pregunta que deja lugar a la duda de sí se recibirá algo.
Para crear nuestros
universos necesitamos hacer lo que hizo el leproso: Hincarnos y no exigir, sino
que esperar, tener paciencia, recordemos que el tiempo de Dios no es igual al
tiempo humano [2ª de San Pedro 3: 8. Mas una cosa
no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, mil
años, como un día.] y en esa espera así como en la tierra nunca hay una
oscuridad plena porque siempre hay sol en algún sitio del globo, en la vida
espiritual no hay día y noche, los espíritus no duermen y de ahí que ese puente
de oraciones debe ser permanente porque igual de permanente será el acoso de
las huestes enemigas para tentarnos a desfallecer y ya no cruzarlo.
El poder espiritual que
tenemos con una aparente simpleza y monótono ejercicio de rezar repetitivamente
el Ave María, El Padre Nuestro, La
Coronilla a La Divina
Misericordia, etc. es poderoso. Sin entrar en un compendio de
análisis sicológico del comportamiento de la síquico clínico en la reacción a
las palabras solo basta ver el efecto que tiene una frase dicha con desdén, con
alevosía u ofensa hacia nosotros que dispara depresión, enojo, adrenalina o
miedo en nosotros, o cuando nos dicen palabras tiernas y con sentido de
sinceridad nos dispone a sentirnos cómodos.
Y las oraciones que
elevamos suplicantes valiéndonos de las herramientas espirituales son tan
poderosas como una bomba atómica. De nada sirven las manifestaciones o marchas
donde millones de personas salen a las calles a protestar por tal o cual
atentado terrorista, eso lo que hace es ganar condenación al juzgar sin estar
autorizados para ello, les aseguro que dos personas orando y pidiendo por que
cese la violencia terrorista tienen más poder Divino que esos millones condenándose
en esas marchas de protesta [San Mateo
18:20. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos.»] [Santiago 1:20. Porque la ira del hombre no obra la justicia
de Dios.].
Somos capaces de cruzar
ese puente y emitir las palabras precisas, esas que sanaron al leproso, porque
si no abrimos la boca para adorar y pedir nunca conseguiremos nada. satanás provee,
pero la paga de satanás es la morada eterna en el infierno.
Que El Espíritu Santo
nos conceda la gracia santificante de pedir perdón por los pecados de otros y
los nuestros y que al cruzar el puente de la humildad suplicante nos conceda
las gracias espirituales que pedimos y los bienes terrenales que necesitamos
para sobrellevar la existencia.
Santiago1:12. ¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba,
recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman.
Ave María Purísima. Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima. Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima. Sin Pecado Concebida.
Gracias Espíritu Santo.
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