Comentario al Evangelio - San Marcos 1:21-28
Descalzo, pelo largo hasta el hombro, olor a mirra, perfecto
en su físico, llama la atención de los que están en la sinagoga; satanás le
reconoce y no los demás, los religiosos, satanás conoce el poder de Él. Nadie más
percibe la espiritualidad del Señor Jesús y el demonio le increpa, solamente
hasta qué expulsa al demonio entonces todos se asombran pero se asombran del
prodigio y no del ser.
Cree en Jesús, sí, satanás cree en Él, a diferencia de
muchos de nosotros que nos cuesta reconocerle e incluso los demonios son más
obedientes a la palabra de Él, en algunos exorcismos los demonios son echados
fuera del cuerpo del exorcizado con autoridad, y hacen caso; a nosotros nos
suceden tantas situaciones en las que imploramos al Señor por su ayuda, y
cuando nos socorre disfrazamos el auxilio con nuestro orgullo asintiendo que es
por nuestro empeño que hemos conseguido tal o cual cosa o superado tal o cual
adversidad, en cambio los demonios reconocen el poder del Señor.
Expulsaba demonios con facilidad, con poder, claro, es Dios
Humanado, cuando estuvo en la tierra a diario oraba, a diario ayunaba, un solo
tiempo de comida al día para acompañar a los que le convidaban nada más; entonces estaba
preparado para expulsar demonios cuando se presentase la oportunidad [San Mateo 17:21 Pero este género de demonios
sólo sale por medio de la oración y el ayuno]; el poder del ayuno y la
penitencia es tremendo.
Enseñaba con autoridad en la sinagoga y esto causaba asombro
y no como los escribas que eran fríos en la reflexión de la palabra; Él Verbo enseña
con palabra de vida y en esa vida está la luz para los que le escuchaban y
escuchan; no es asunto de conocer de memoria los textos bíblicos, lo cual es
bueno, sino en hacer acción la palabra, y si ponemos atención casi todas las parábolas
dichas por Él Señor, todas vienen a los mismo, al amor, al amor al prójimo, no
al amor carnal, ni a los parientes o amigos, sino especialmente a aquellos que
no entran en nuestros gustos y preferencias sociales, políticas, culturales o
de raza; muchas almas se están perdiendo de entrar al cielo (ruego porque la
nuestra pueda salvarse) por los pecados comunes de estos tiempos, las redes
sociales han incrementado los pecados de vanidad, además de otros tales como
perdida de amor al prójimo al criticar o lanzar críticas a terceros solamente
porque tenemos la facilidad de hacerlo y sin medir las consecuencias espirituales
que esto acarrea cuando nos corresponda cruzar el velo y rendir cuentas.
Que la paz del Señor sea con todos nosotros y que el amor
del Señor se manifieste en el trato con nuestros semejantes cada momento de
nuestras vidas.
Ave María Purísima. Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima. Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima. Sin Pecado Concebida.
Amén.
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