No es injusto para olvidarse de nuestra
labor
[Comentario / Reflexión a Hebreos 6:10-20]
“-Porque no es
injusto Dios para olvidarse de vuestra labor...”
La diligencia en
la vida espiritual es un camino de constancia porque sino el esfuerzo hecho
para abandonar el camino ancho no dará frutos, y las gradas que hemos o hayamos
recorrido en esta empinada cuesta hacia arriba en la búsqueda de la
espiritualidad será un esfuerzo inútil y le daremos gusto al que gozara con
nuestra derrota.
Los humanos somos
diferentes en nuestro ánimo cada día, de ahí que lo que es fácil un día el
siguiente o el otro es una carga pesada.
Los humanos somos volátiles;
aun el más ecuánime tiene días que la voluntad es hacia la meta pero otras nos
frustramos por una nimiedad y pensamos abandonar.
El hábito hace al monje dicen, y el hábito hace el camino a la disciplina, debiéramos hacer de la oración una necesidad como las fisiológicas que si no las satisfacemos nuestro cuerpo entra en shock, ponerse horas obligatorias para orar o rezar y hasta lograr que la dependencia en la oración sea tal que ya no es una incomodidad ejecutarla.
El hábito hace al monje dicen, y el hábito hace el camino a la disciplina, debiéramos hacer de la oración una necesidad como las fisiológicas que si no las satisfacemos nuestro cuerpo entra en shock, ponerse horas obligatorias para orar o rezar y hasta lograr que la dependencia en la oración sea tal que ya no es una incomodidad ejecutarla.
La constancia debe
asirse en la oración, aunque estemos agobiados, molestos o cansados, dirijamos
las oraciones y luego de este sacrificio o penitencia nuestra voluntad será en
sentido de no abandonar y con la práctica las molestias serán otras hasta
llegar a un momento que todo lo del mundo nos parece una pequeñez comparado
con el premio que nos espera luego de afanarnos en la obra espiritual. [San Lucas 9:62. Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira
hacia atrás es apto para el Reino de Dios.»]
Como buen padre,
El Señor nos premiara porque detrás de la solicitud de aferrarnos al
cumplimiento de su palabra también está la promesa de no abandonarnos en las
vicisitudes pero especialmente al momento de nuestro paso a la vida eterna.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Amén.
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