Talitá kum
(I say unto thee, arise.)
[Reflexión / Comentario a San Marcos 5,21-43.]
[40.
Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al
padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña.]
A ti te digo Levántate le dice Él Señor; y los que no le creían tuvieron y tienen que retractarse, porque ante
los hechos, ante la evidencia no hay espacio para la duda. Ver, oír, palpar y demás
sentidos dando testimonio del milagro.
Igual les sucede a los apóstoles cuando Él pregunta ¿Quién me ha tocado?,
hay duda, cuestionamiento, contrariedad porque habiendo visto obrar los
milagros aún le dan una categoría más
humana que Divina y ante el hecho ellos, los apóstoles, se dan cuenta de su
portento.
¿Por qué perdí la voluntad de orar, en las buenas y las malas?
La fuente de agua viva que refresca el fuego que quema con las angustias
es la oración, después de caminar los ciento cincuenta peldaños que me llevan a
la ciudad Santa, a la Nueva Jerusalén, el Espíritu entra en un descanso que
libera la presión de las obligaciones terrenales y nos coloca en un estado de
espera tranquilizada.
Y cuando en el recorrer de esos ciento cincuenta peldaños con mi boca rezo
pero en mi mente está la suplica del auxilio de los asuntos en los que deseo me
socorras, ya nos ha ocurrido en varias ocasiones, que al terminar los peldaños
el auxilio se hace presente y tu bondad de Madre se derrama sobre los sufridos
corazones.
La voluntad de orar es una gracia, es una gracia que solamente uno mismo
puede dar su consentimiento para activarla o perderla, la santidad es efecto de la practica constante de
la oración, con ella inicia el cambio en todos los aspectos que nos atan al
mundo; es cierto, no somos San Pablo que
siendo Saulo de Tarso [Hechos 9:4-5] tuvo la dicha de ser convertido en un santiamén,
nuestro caminar es más largo, caídas, levantarse, retirarse y volver, de ahí que
las practicas de ayuno y penitencia son claves para dominar esa poca o nula
voluntad que tenemos de rezar u orar, y dominada la carne se hace dócil el Espíritu
y quien logra esta práctica se santifica adorando al Señor no por temor a un
castigo, sino que por amor a Él.
Muchos de nosotros hemos estado o estamos siendo probados en la fe, ya sea
porque tenemos algún familiar enfermo, porque el ingreso económico me impide
lidiar con el consumo del mundo y estoy con deudas, porque sufro la desunión familiar,
porque estoy en la cárcel, porque me dedico a prácticas esotéricas y de nueva
era, porque participo en grupos religiosos laicos en la iglesia pero no en fe
sino qué como una especie de club social que me ayuda a divagarme del mundo, porque
estamos desempleados algunos porque fuimos despedidos y otros porque
renunciamos a nuestro buen empleo con la confianza puesta en Él Señor, y así
tantas pruebas, que sí de las pruebas tuviéramos que hacer moldes ya estaría el
mundo saturados de tanto molde, en el diario vivir la prueba en la fe es
constante en lo que respecta a los bienes temporales, pero la prueba verdadera
en la fe es en Él Espíritu, ya que las pruebas por carencia de bienes
temporales tarde o temprano se superan, pero las pruebas en lo espiritual nos
pueden condenar eternamente; y estas van desde un simple comentario que vierto en
alguna red social criticando tal o cual asunto hasta el acto más vil o de apostasía
contra el Cuerpo de Cristo o contra de Él Espíritu Santo; no vivimos en
santidad, el mundo , satanás se encarga con el apoyo de los falsos sacerdotes o
líderes espirituales de confundirnos en las practicas de fe y hacernos percibir
que hemos venido al mundo a vivir en un paraíso en el que todo se nos perdona y
que la vida eterna ya la tenemos ganada.
La oración es un paso que, cuando estamos en tribulación y no recibimos la
respuesta a nuestros ruegos y suplicas, pesa como una tonelada de acero sobre
nuestras espaldas, el crisol en el que nos prueba Él Señor [1 San Pedro 1:6-7 Por lo cual rebosáis de alegría,
aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas
pruebas, a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probado por el
fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación
de Jesucristo.] es la tenacidad, la perseverancia que tengamos en la
permanente oración la que empujara al corazón a estar dispuesto a decir “si
creo” y con la voluntad viene la sanación espiritual.[San Mateo 26: 41. Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el
espíritu está pronto, pero la carne es débil.»]
A ti te digo: levántate. Él Señor nos pide levantarnos en acción, todo
cambio en el corazón se percibe en la acción, ser prontos para atender todos
los asuntos de nuestras vidas en los que los semejantes nos solicitan, si somos
trabajadores o empleados hacer las tareas que estamos obligados a ejecutar con
la diligencia y entrega como si fuese al Señor a quien le servimos sin fijarnos
en el estatus o posición social o laboral del que nos solicita o a quien le
servimos, igual si somos dirigentes, gerentes, líderes de cualquier naturaleza,
ser amorosos con todos los “pequeños” que tenemos bajo nuestra responsabilidad.
Deje de orar porque permití que el juicio personal privara sobre el juicio
Divino, deje de orar cuando permití que mi vida fuera gobernada por mí mismo y
no entregársela al Señor para que Él dispusiera de mí, deje de orar porque me sometí
al ritmo de vida del mundo sin considerar que este mundo es pasajero y dejándome
llevar por ese juicio terrenal mi espíritu se enfrió y las trampas de la
modernidad religiosa me atraparon conformándome con cumplir con los ritos,
recibiendo lo que dan los pastores, desde la santa sede, sin considerar que eso lo que prodigan ellos
ha sido adaptado al tolerante mundo para ser felices en el mundo y no felices
en Él Señor para la eternidad.
A ti te digo: Levántate, busca la verdadera santidad en vida para gozar la
santidad en la vida eterna, no la santidad que da el mundo con los títulos o
denominaciones, que aunque digan que son manifestaciones del Espíritu Santo, no
dejan de ser juicios políticos para ganar adeptos, ser show-man mediáticos y dormir en la carne la voluntad espiritual de
los pobres de voluntad o para satisfacción de los que buscan vengarse de
los que hicieron mártires a los santos. [San Mateo 6: 1. «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los
hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de
vuestro Padre celestial.] Es preferible ser un
santo reconocido por el Cielo y no un
santo reconocido por autoridad religiosa humana que está contaminada
confundiendo a las ovejas que están habidas del conocimiento.
A ti te digo: Levantémonos y salgamos del letargo espiritual, escudriñemos
las escrituras y recemos el Santo Rosario, para pedir luz en estos tiempos en
que la homilía de los pastores está impregnada de confusión y tolerancia.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de
Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros [2ª Corintios 13:13].
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida
[San Lucas 1:35]
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida
[San Lucas 1:35]
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida [San
Lucas 1:35]
Gracias Espíritu Santo
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