Salvaba, sanaba y aún Salva y Sana.
[Comentario / Reflexión a San Marcos
6:53-56]
Es de imaginar la
alegría y sorpresa que causaba aquel joven que sanaba y curaba, con la pobreza
que existía en esos tiempos [no muy diferente a estos tiempos] y el poco acceso
a servicios sanitarios los cuales solo estaban al alcance de los imperialistas
Romanos o de la clase sacerdotal; y el joven sana y salva, no importa quién le
solicitase su auxilio, igual sana a viudas, militares, fariseos, escribas,
gentiles, y así, lo único que pregunta es “¿crees que puedo salvarte?”, y con
la declaración por parte del solicitante
de la creencia, el obra; digamos que las salvaciones que implican una sanación
son baratas, fáciles de acceder.
Esa facilidad con que
Él Señor concedía las salvaciones y sanaciones
hace dos mil años es la misma en estos tiempos [Hebreos 13:8] y ha sido la misma siempre, lo que
sucede es que los herederos de herodes y caifás que han generado los cambios en
la Santa Iglesia han enfriado la fe de los ávidos de sanación, y la fe se
circunscribe a ser practicantes sociales de la fe y no una fe basada en el
poder que tiene Él Santo Cuerpo de Cristo; una situación especial que sucede en
todas las sanaciones, especialmente en las espirituales, es que quién solicita
el milagro se abandonaban a sí mismos, y en ese abandono Él Señor llenaba ese
Yo humilde y dispuesto para que la misma esencia humana sea la que motiva la sanación.
La fe empuja a la gente
a seguir al Señor y no darle tiempo a Él
ni a los Santos Discípulos de tomar sus alimentos y descansar, pero entre todo
el bullicio y duro trabajo, Él Señor siempre, a diario, se retira a orar, y esa
es otra cualidad que siendo humano en su fragilidad carnal deposita su
confianza en Dios Padre y ora, y pide, incluso cuando efectúa milagros siempre
encomienda al Padre la bendición de la obra; entonces esa cualidad humana del Señor
debiera ser un ejemplo y motivo para nosotros para considerar como un hábito, así
como tomamos los alimentos , el dedicar tiempo en nuestro moderno tiempo a la oración
de adoración, oración de bendición, oración de petición, cumpliendo con la
caridad hacia nuestros prójimos, las practicas de piedad; y en esa negación personal
de cada uno de nosotros suplicar al Señor que nos conceda la salvación y sanación
de nuestras tribulaciones. Porque ninguna cosa es imposible para Dios [San Lucas 1:37].
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de
Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros [2ª Corintios 13:13].
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida
[San Lucas 1:35]
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida
[San Lucas 1:35]
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida
[San Lucas 1:35]
Gracias Espíritu Santo
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