"-Toda la excelencia
de santidad de nuestra gran Señora se comprende en haberla hecho Dios estampa o imagen
viva de su mismo Hijo santísimo, y tan ajustada y parecida en la gracia y
operaciones, que por comunicación y privilegio parecía otro Cristo.
Y
éste fue un divino y singular comercio entre Hijo y Madre, porque ella le dio
la forma y ser de la naturaleza humana y el mismo Señor le dio a ella otro ser
espiritual y de gracia, en que tuviesen respectivamente similitud y semejanza
como la de su humanidad. Los fines que tuvo el Altísimo fueron dignos de tan
rara maravilla y la mayor de sus obras en pura criatura."
Mistica Ciudad de Dios, Sor Maria de Jesus Agreda, Pág. 216. 786.
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