Ecumenismo
sin conversión:
¿cómo
eximirnos de lo que Jesús nos ordenó?
19/01/2016por Germán Mazuelo-Leytón
Tanto el
«Pontificio Consejo para la Promoción de
la Unidad de los Cristianos» como el «Consejo
Mundial de Iglesias» promueven «en el
hemisferio norte la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que se
celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero».
La
conversión es la piedra de toque de nuestra catolicidad. Si la evangelización
tiene por objeto «que todos los
hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad»1, a través de la «ciudad
situada sobre una montaña»2, la
Iglesia Católica, es inquietante en grado sumo la actitud de muchísimos
católicos sobre el particular, hasta el punto de preguntarnos si realmente
tienen la Fe Católica.
En la
mayor parte de la Iglesia la búsqueda de conversiones, ha sido eliminada con la
misma deliberación con que desconectamos un enchufe de la electricidad, en
efecto, desde hace un tiempo nos encontramos con el desarrollo de un «ecumenismo
sincretista», en cuya base «se
encuentra la desorientadora pseudoteología de la universalidad de la Revelación expresada en dos
afirmaciones erróneas. La primera sostiene que en todas las religiones se
encuentran restos de la Revelación primitiva, dada por Dios a la primera pareja
humana, mientras que la segunda afirmación sostiene que la Revelación no está
terminada, sino, al contrario, que Dios sigue revelándose al hombre, inspirando
sus creencias religiosas. De ahí viene la convicción de que en cada religión,
gracias a la inspiración divina, hay algo de la Verdad», y se
quiere ya no solamente propagar tal error, sino
hasta imponerlo: «elementos que deberían ser respetados, cultivados e
incorporados en el Credo del cristianismo, el cual, por este camino del
sincretismo puede llegar a ser una síntesis de todas las religiones. En otras palabras: el
cristianismo debería ponerse como la única religión universal no por el
tradicional camino de la evangelización, sino por el camino del sincretismo religioso», tendencias que ya se manifestaron a finales del
siglo XIX, propiciadas por los modernistas y condenadas por los Papas.3
Sin lugar a dudas
que hoy en día muchos católicos creen en un Dios no cristiano, y uno se pregunta: ¿qué verdad tienen los no católicos que nosotros no tengamos? Ciertamente
podemos encontrar muchos protestantes cultos y buenos, pero su ciencia y
conocimientos nunca serán superiores a los que ofrece la Iglesia Católica. No podemos
confundir con religión el simple hecho de que unos comunistas o paganos, al
igual que unos protestantes tengan una vida honrada.
Ese abandono del trabajo evangelizador es decir, del anuncio
explícito de la salvación, no es reciente, ha sido dejado de lado hace ya más
de medio siglo, pocas
asociaciones eclesiales católicas han mantenido su vocación evangelizadora, ya
que ésta es desalentada abiertamente por los sacerdotes en las parroquias en
donde se encuentran establecidas.
« ¿Hemos de
suponer –se preguntaba Frank Duff, fundador de la Legión de María- que este
apartarse del trabajo de conversión equivale a un tácito reconocimiento de que
todas las religiones son igualmente buenas?», «de ser así
–afirmaba- incluiría un conglomerado de herejías, es decir, todas las herejías
que ha habido desde el principio».
«Yo
pregunto: ¿Qué efectos están produciendo éstos
sacerdotes en los católicos? Contestación:
Los están destruyendo. Los están pervirtiendo. Si observamos
este criterio en el pastor, ¿cuál será el del
rebaño? En tales circunstancias, el
catolicismo sólo podría sobrevivir como una creencia parcial sin ninguna
confianza en sí mismo. Si la mayoría no se apartan de la Iglesia, pronto lo
harán.
Estas cosas demuestran indiferencia por las almas y los que las
perpetran son barrera para la Iglesia. Éstos dicen “parad”, donde Jesús dice “id”».4
El
fundador de la Legión de María, ejercitó y promovió el verdadero ecumenismo, ya
en 1939, obtuvo un permiso de la Santa Sede para sostener diálogos teológicos
con protestantes. En 1940 fundó la Sociedad Mercier para presentar la Fe
Católica a los no católicos con el propósito de atraerlos a la Iglesia,
estableció asimismo la asociación Pillar of Fire (Columna de Fuego) para un
apostolado de acercamiento y diálogo con los judíos. «El
trabajo por la conversión de los judíos –decía Duff- no es una cacería de
sombras. Es un esfuerzo para contribuir a la realización de un plan divino», y así
él oraba:
«Señor Jesucristo, cuya oración por tus discípulos,
(Jn 13,1) en la víspera de tu Pasión y Muerte por toda la humanidad, (2 Cor 5,
15; 1 Tim 2, 6) fue que fueran uno como Tú y el Padre sois uno, (Juan 17,
20-23) elimina -te lo pedimos- las barreras, (Mc 11, 22 – 24) infranqueables
para nosotros, que mantienen alejados a aquellos que llevan el nombre de
cristianos, (Hch 2, 38; 2 Tim 2, 19) para que haya un solo rebaño (Jn 10, 16)
bajo el cayado de un solo Pastor, una sola fe, (Ef 4, 5) una ardiente
cristiandad, (1 Cor 1,10) cuya oración, de espíritu y de verdad, (Juan 4,
23-24; 14, 13-14) sea irresistible y obtenga de Ti: (Mt 17, 20; 21, 21 – 22)
Luz para cuantos permanecen en la luz del paganismo, (Mt 4, 16) y en las
sombras de muerte de la Luz rechazada y del ateísmo militante (Juan 3, 19 – 20;
Lc 20, 17).
Firme apoyo a cuantos se sienten atormentados por las
dudas, (Mt 14, 31) y para cuantos son agitados por toda clase de vientos de
doctrinas (Ef 4, 14).
Libertad para todos los que viven encadenados en el
horrible cautiverio del pecado (Jn 15, 6 -7; Rom 6, 22, 7, 23 – 25).
Nueva gracia de Pentecostés derramada desde el Cielo,
que disolverá los odios, las injusticias (Hch 2, 1-4) y el espíritu del mundo,
(Jn 15, 18 – 19, 1 Cor 2, 12) y que fundirá todos los corazones (Rom 12, 15) y
los hará uno con el Tuyo, que eres el Camino, la Verdad y la Vida, (Rom 5, 5;
Juan 14, 6) aquella Vida Divina, en la que la unidad de la fe llegará a ser
perfecta en gloria, (2P 1, 2-4; Ef 4, 13) y el amor permanecerá eternamente en
el Amor (Jn 12, 23 – 24, 15, 9) Amén».5
¿Cómo puede un bautizado eximirse de lo que Jesús nos ordenó? Únicamente la Iglesia Católica ha obtenido
directamente de Cristo el mandato y los medios de llevar a todos los hombres a
la salvación eterna, de
tal forma que el destino de la Iglesia en el tercer milenio depende en gran
parte de nuestra respuesta a la secularización activa.
Únicamente
ella ha obtenido el poder de revelar la Palabra de Dios, de perpetuar el Santo
Sacrificio, de administrar los sacramentos y de servir de guía para que las
almas vivan según los deseos del Señor. Es por eso, que esta Iglesia Católica, Apostólica y Romana, es
llamada la «única para la salvación eterna», porque es la única y verdadera
Iglesia.
Las iglesias protestantes y sectas han asumido partes de la
Iglesia Católica, pero no la verdad de ella, por lo que
están expuestas a muchos errores, no tienen acceso a muchas de las gracias.
Pero Nuestro Señor Jesucristo murió también por ellos, y la Iglesia Católica
ora y sacrifica también por las «otras ovejas que no son de este aprisco. A
ésas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un
solo pastor» (Jn 10, 16). «Las ovejas a quienes el Salvador fue enviado, son
los judíos (Mt. 10, 5 s. y nota). Como ellas no oyen la voz de su pastor (Hch.
28, 25 ss.), Dios “escogerá de entre los gentiles un pueblo para su Nombre”
(Hch. 15, 15; cf. Mt. 13, 47 ss.; Lc. 24, 47; Jn. 11, 52, hasta que con el
retorno de Israel (Rm. 11, 25 ss.) se forme un solo rebaño con un solo pastor».6
Recemos
por los judíos, para que acepten a Jesús como el Mesías que vino y que volverá
a venir; por los protestantes, para que se unifiquen con la Iglesia Católica;
por los mahometanos, hinduistas y budistas, para que reconozcan en la Madre de
Dios, a la Vencedora de todos los falsos dogmas y de los cismáticos, como la
Vencedora de todas las batallas de Dios, y así poder llegar a través de su
poderosa intercesión a la adoración de la Santísima Trinidad. 7
Germán
Mazuelo-Leytón
1 1 TIMOTEO, 2, 4.
2 cf.: SAN MATEO, 5, 14.
3 MAZUELO-LEYTÓN,
GERMÁN, Religión deformada y anti-religión.
4 DUFF, FRANK, Evangelización.
5 DUFF, FRANK, Oración por la unidad de los cristianos.
6 STRAUBINGER, JUAN, Sagrada Biblia, comentario a San
Juan 10, 16.
7 MAZUELO-LEYTÓN, GERMÁN, Ecumenismo ingenuo.
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