ENTREVISTA:
Salza y Siscoe desenmascaran al sedevacantismo
02/01/2016
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Hace varios meses, John Salza y Robert
Siscoe tuvieron la amabilidad de proporcionarme una vista previa de su nuevo
libro, ¿Verdadero
Papa o Falso Papa? Refutando al sedevacantismo y a otros errores modernos. (Nota: Este libro ofrece un tratamiento excepcional de
numerosos “errores modernos,” y que nos son de gran importancia para entender
este momento de crisis en la Iglesia.)
Conociendo a estos dos
hombres, no me sorprendió encontrar que el texto estuviese bien escrito; con
abundantes notas y referencias excepcionales. Sin embargo, lo que más me
impresionó, fue la harmonía que manifestaron al tratar temas de gran
profundidad en detalle, pero de una manera verdaderamente accesible.
En cualquier caso,
estoy muy contento (y honrado) de proporcionarles esta extensa entrevista con
el Sr. Salza y con el Sr. Siscoe sobre su nuevo libro. Les puedo asegurar, que
bien vale la pena su lectura, y la de su libro, aún más.
Louie Verrecchio
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Entrevista con
John Salza y con Robert Siscoe acerca de su nuevo libro, ¿Verdadero Papa o
Falso Papa? Refutando al sedevacantismo y a otros errores modernos.
Pregunta: ¿Qué fue lo que les motivó a escribir
este libro?
Salza/Siscoe: Los dos hemos escrito artículos contra
los errores del sedevacantismo a largo de los años, pero, debido a la extensión
y profundidad de estos errores dentro del movimiento, era necesario un
tratamiento más profundo.
Pregunta: ¿Qué les llevó a abordar este tema en
primer lugar?
Salza/Siscoe: Tiempo atrás, nos preguntábamos si la tesis sedevacantista
era una posible explicación de la actual crisis en la Iglesia. Cuando cada uno
de nosotros comenzamos a investigar esta postura, hace unos 10 años, no fue
inicialmente para refutarla, sino para ver si era cierta. Fue nuestra
investigación sobre el movimiento lo que expuso todos los errores y
contradicciones que están tan generalizadas entre los escritos de los
apologistas sedevacantistas. Aquellos que han abrazado la posición
sedevacantista de buena fe sobre la base de estos escritos no se dan cuenta, de
que han sido llevados al error por citas parciales (que a menudo son mal
entendidas), por la mala teología, y por apologistas sedevacantistas sin
escrúpulos que, por desgracia, parecen más preocupados por “demostrar” su
posición que con la verdad. Seamos realistas, la mayoría de las personas no
tienen el tiempo para hacer una amplia investigación sobre el tema, ni para
buscar citas originales pertinentes de fuentes confiables (algunos de las
cuales son en latín), ni para verificar que se les ha dado una traducción completa,
en un contexto correcto.
Pregunta: Dejando aparte la cantidad de investigación requerida para
escribir este libro, ¿cuáles fueron sus mayores retos?
Salza/Siscoe: Uno de los problemas con los que uno se encuentra al
escribir sobre el sedevacantismo es que los diversos grupos sedevacantistas se
encuentran divididos sobre estos mismos temas. Debido a la división dentro del
movimiento, es imposible abordar todos los argumentos en un solo artículo.
Además, cada grupo tiene varios argumentos utilizados para defender su
posición. Cuando un argumento es refutado, simplemente se apela a otro
argumento diferente, siendo esta la misma táctica que nos encontramos al
responder a los argumentos de los protestantes. Algunos de los argumentos
presentados por los sedevacantistas pueden aparentar bien exteriormente, pero a
medida que ahondamos debajo de la superficie, los errores y las contradicciones
se descubren rápidamente. Son estos errores, justo debajo de la superficie, la
causa de toda la división y las luchas internas dentro del movimiento. Cuanto
más examinemos la tesis sedevacantista, más claro se verá que una refutación completa de la posición y
de los argumentos falaces y contradictorios utilizados para defenderla, debía
haber sido hecha hace mucho tiempo.
Pregunta: Debido a las variado de las posiciones sedevacantistas, con
tantas opiniones diferentes, ¿qué enfoque tomaron para hacer frente a todos sus
argumentos?
Siscoe/Salza: Comenzamos cada capítulo estableciendo una sólida base
doctrinal para el tema en cuestión, citando Papas, Doctores, santos y algunos
de los teólogos favoritos de los sedevacantistas. Una vez establecida una base
sólida, con la correcta doctrina de la Iglesia presentada claramente, citamos a
continuación a los apologistas sedevacantistas directamente, llamándolos
personalmente, y luego demostramos que sus errores se salen de la doctrina
correcta que se acaba de demostrar al comienzo del capítulo. Esta es la forma
en la que procedemos generalmente. Los capítulos sobre la eclesiología de la Iglesia
son particularmente fundamentales para comprender los errores del
sedevacantismo, que son refutados directamente en los capítulos siguientes.
Estos capítulos proporcionan mucha luz y claridad que ayudará a aquellos que
están tratando de dar sentido a lo que está sucediendo en la Iglesia.
Pregunta: ¿Pueden mencionar algunos de los desacuerdos y
contradicciones dentro de este movimiento?
iscoe/Salza: Encontramos desacuerdos y contradicciones sobre la pregunta
más básica de todas – es decir, cómo un Papa hereje pierde su ministerio. Hay
múltiples opiniones y diversos grupos, o sectas, dentro del sedevacantismo
sobre esta cuestión. Por ejemplo, un sacerdote sedevacantista muy conocido
afirma que un Papa que comete el pecado de herejía – una violación contra la
ley divina – pierde automáticamente su ministerio. Otro conocido apologista
laico sedevacantista, que tiene su propio grupo de seguidores, está en
desacuerdo público con el sacerdote sobre esta cuestión. En cambio, se mantiene
en la posición de que un Papa sólo perdería su cargo si fuera culpable del
delito de herejía pública (lo que en realidad sería correcto). En donde se
equivoca esta última persona es en no darse cuenta de que el delito de herejía
tendría que ser establecido por el juicio público de la Iglesia, y no basta con
que sea “discernido” mediante el juicio individual y privado de los laicos. Un
conocido obispo sedevacantista (que ha estudiado, evidentemente, el tema con
mayor profundidad que sus dos colegas mencionados anteriormente) se da cuenta
de que un Papa sólo se perdería su cargo si fuera culpable del delito de
herejía (no sólo el pecado de herejía); y, aunque no lo crean, también reconoce
que el delito tendría que ser establecida por la Iglesia, y precedido por dos
advertencias eclesiásticas (que también es correcto). Antes de la declaración
de la herejía por la Iglesia, este obispo admite que un Papa hereje (u obispo)
mantendría legalmente su ministerio.
Pregunta: ¿Pero
cómo puede ser este obispo un sedevacantista si ninguno de los últimos Papas
han sido advertidos o declarados herejes por la Iglesia?
Salza/Siscoe: Muy buena pregunta. Este
obispo es un tipo diferente de sedevacantista. Él desarrolla completamente una
nueva teoría por la que un Papa u obispo podría mantenerse legalmente en su
cargo, al mismo tiempo, que no poseería la autoridad del cargo que ocupase
legalmente. Este afirma que si un prelado es culpable de herejía (juzgado, por
supuesto, mediante el juicio privado), su herejía le impediría recibir la
jurisdicción (un poder de aquellos que legalmente tienen cargos en la Iglesia).
Según esta teoría, los Papas recientes fueron válida y legalmente elegidos y
siguen siendo los ocupantes legales del ministerio papal; sin embargo, y debido
a sus supuestas herejías, estos no habrían recibido la jurisdicción papal (es
decir, Dios no habría unido al hombre – la “materia” – con el pontificado – la
“forma”). En otras palabras, afirma que si bien la Iglesia determina que
legalmente tiene el ministerio, los particulares pueden decidir por sí mismos
qué ocupantes legales poseen jurisdicción. Esta rama de la sedevacantismo
afirma que los Papas recientes son sólo “Papas materiales” en lugar de “Papas
formales”. Este obispo y su grupo de seguidores creen que el Papa y todos los
obispos del mundo, que se encuentran actualmente en cargo de sedes episcopales,
lo hacen legalmente en sus funciones, pero todos – y cada uno de ellos –
carecen de la autoridad del cargo que legalmente tienen.
Pregunta: ¿Podrían
identificar específicamente el error en esta tesis?
Siscoe/Salza: El primer problema es que está basado en el juicio privado
del sedevacantista y no en el juicio público de la Iglesia. Tenga en cuenta que
este juicio privado – en el que el Papa y todos y cada uno de los obispos son
herejes – se está haciendo por aquellos (esto obispo sedevacantista y sus
seguidores) que ni siquiera pueden nombrar a una pequeña fracción de obispos
sin mirarlos, y saben mucho menos de lo que creen saber acerca de la doctrina
católica. En otras palabras, su afirmación por la que cada obispo sería un
hereje no es más que un juicio temerario, lo cual está prohibido. En segundo
lugar, esta posición se basa en la creencia errónea de que hay una
incompatibilidad metafísica entre la herejía no declarada y la jurisdicción. La
Iglesia nunca ha enseñado esto. Esto es pura novedad (y la novedad siempre ha
sido considerada un signo seguro de la herejía). De hecho, la posición de que
hay una incompatibilidad metafísica entre herejía no declarada y jurisdicción
contradice directamente a una serie de autoridades que citamos en el libro, y
más en concreto contradice la enseñanza explícita del Papa Alejandro III. La
jurisdicción no es como el estado de gracia, que se pierde automáticamente
cuando una persona comete un pecado mortal. Hay una incompatibilidad metafísica
entre la gracia y el pecado mortal, pero no hay tal incompatibilidad entre la
herejía no declarada y la jurisdicción – al menos no para uno que legalmente
tiene un cargo en la Iglesia.
Pregunta: Si
este obispo sedevacantista afirma que el Papa mantiene legalmente el ministerio
papal, ¿qué dice acerca de los que asisten a una Misa donde se dice el “una
cum” (una misa en la que se menciona el nombre del Papa).
Salza/Siscoe: Esa es otra gran pregunta. Mostramos esto en el libro, y realmente
demuestra lo absurdo de la posición que sostienen él y sus seguidores. Este
obispo afirma que está absolutamente prohibido asistir a una misa tradicional
en la que el nombre del Papa legal está incluido en el canon. De hecho afirma
que hacerlo es un acto de adoración falsa, que es un pecado mortal objetivo
contra el primer mandamiento. Piense en esto por un minuto: admite que los
todos los últimos Papas han sido ocupantes legales del papado (ya que fueron
elegidos legalmente y nunca fueron declarados herejes por la autoridad de la
Iglesia), sin embargo, afirma que está prohibido – como un acto de adoración
falsa – asistir a una misa en la que su nombre – el nombre del Papa legal – se
incluya en el canon.
Y lo absurdo no se
detiene aquí. Este obispo promueve públicamente lo que él llama el “artículo
definitivo” sobre el tema de la Misa “una cum“, escrito por un sacerdote
sedevacantista (el que mencionamos anteriormente), que resulta estar en
desacuerdo con la teoría del obispo (este sacerdote cree que un Papa pierde su
cargo debido al “pecado” de la herejía y que los Papas conciliares no son Papas
legales). En el llamado “artículo definitivo“, el sacerdote de hecho afirma que si una persona asiste a
una misa en la que el nombre del Papa está incluido en el canon, esta no recibirá ninguna gracia sacramental. Él y sus seguidores afirman que la única manera de cumplir
con su obligación dominical y recibir la gracia de la Misa, es asistiendo a una
misa que excluya al nombre del Papa legal. Ni que decir tiene, que no citan
ninguna autoridad en absoluto para apoyar esta posición absurda. Solamente nos podemos imaginar cómo estos clérigos intimidan
a sus congregaciones con esas tonterías. Este obispo y sacerdote
sedevacantistas, se sorprenderían sin duda al saber que un concilio ecuménico
de la Iglesia condenó explícitamente la práctica de excluir el nombre de su
patriarca (o del Papa si era el Patriarca de Occidente) de las liturgias de la
Iglesia antes de un juicio formal por parte de la Iglesia.
Es bastante
sorprendente, teniendo en cuenta los horribles argumentos, como estos prelados
sedevacantistas, y sus partidarios laicos se han salido con la suya en los
últimos años. En el libro, exponemos sus argumentos falaces. Estos mismos
individuos han seguido utilizando malos argumentos en un intento de refutar los
artículos anteriores que nosotros (y otros) hemos escrito en contra de la tesis
sedevacantista. En el libro, también abordamos sus intentos de refutación de
nuestros artículos anteriores. Los lectores verán cuán falaces y rebuscados han
sido sus intentos de refutación. Muchos también se sorprenderán de ver las
tácticas deshonestas que han utilizado estos apologistas sedevacantistas para
defender su posición.
Pregunta: ¿Pueden
dar algunos ejemplos de las tácticas deshonestas que han encontrado?
Salza/Siscoe: Lo que descubrimos en nuestra investigación es que los
apologistas sedevacantistas eliminan repetidamente la información de las citas
que contradicen su posición. A veces cortan frases y a veces eliminan secciones
enteras. Lo que sucede después, es que otros sedevacantistas (lo más probable
con toda sinceridad) simplemente vuelven a publicar esta información parcial en
sus páginas web, sin darse cuenta de que la primera persona retiró la
información clave previamente. Ofrecemos muchos ejemplos de estas tácticas
editoriales en todo nuestro libro, y resumimos algunos de los ejemplos más
flagrantes en nuestro último capítulo, que se titula: “Los frutos amargos del sedevacantismo“. Dado que la mayoría
del material que citan como “prueba” de su posición son traducciones del latín
(que la mayoría de los laicos no leen), resulta en que los sacerdotes
sedevacantista serán de los peores culpables al ser responsables de la
eliminación de la información o de dar
citas fuera de contexto. Citamos a un obispo sedevacantista, por ejemplo, que
elimina una sección completa (más de dos párrafos), y otra frase, de una larga
cita – y ni siquiera ofrecen una elipsis para sus lectores (tres puntos
suspensivos indicando que algo se retiró). Acabó cortando la parte que socavaba
al punto que intentaba hacer (sobre la infalibilidad disciplinaria) y no se lo
dijo a nadie. Y convenientemente no incluyó una nota a pie de página con el
número de la página. Al parecer, somos los primeros en haber tomado el tiempo
de localizar y verificar esta cita. Un laico sedevacantista, que actualmente
reside en Francia, también acortó otra cita – dos veces en el mismo artículo –
que contenía una frase clave que contradecía al punto principal de su artículo
(también en la infalibilidad). También se ofrecen otros ejemplos. Cuando se
encuentran este tipo de tácticas tan a menudo como lo hicimos en nuestra
investigación, se hace muy difícil creer que estos sedevacantistas – que
resultan ser los defensores más comunes y populares del movimiento – están
siendo honestos.
Otra táctica que
utilizan es simplemente deshacerse de citas fiables que contradicen su
posición. Aunque no lo crean, a veces se justifican al hacerlo diciendo, que la
cita es de “el teólogo equivocado” (que se define como “un teólogo que no está
de acuerdo con ellos”); o en caso contrario encontrarán otra manera, asegurando
que la cita es dudosa o que no es auténtica. Cuando a un determinado apologista
sedevacantista laico de Australia se le mostró una cita que no podía
reconciliarse con su posición, la táctica que utilizó fue la de declarar que la
cita era “inventada”. Problema resuelto… o eso pensaba.
Pregunta: ¿Proporcionó
este sedevacantista alguna evidencia de que la cita fue inventada?
Salza/Siscoe: No, ninguna. Se limitó a afirmar que fue inventada por el
autor de un libro que se publicó en 1904, esperando que sus lectores se traguen
totalmente tal afirmación (y que la mayoría, por desgracia, lo hacen). Luego,
en su forma típicamente altiva, este apologista sedevacantista ridiculizó a los
no sedevacantistas que han mostrado esta cita en los últimos años,
declarándolos como “completos charlatanes sin el más mínimo afecto por la ley
moral o por la verdad misma”. Cuando un sacerdote mostró esta cita en un
artículo, este apologista laico intentó denigrar el buen nombre del sacerdote,
al declarar que el sacerdote había sido “engañado por citas fraudulentas que el
mismo ha sacado sin cuidado de algún lugar desconocido.” En otras palabras,
afirmó que el sacerdote fue engañado debido a su propia falta de cuidado.
Mencionamos este
incidente en el libro y, a continuación ofrecemos múltiples referencias a la
cita de antes de 1904 (cuando este sedevacantista afirmó que fue “inventado”).
Hasta hemos incluido una versión más larga de la cita, en el latín original,
tomada de un libro escrito 200 años antes de la publicación del libro de 1904.
Después que completamos nuestro libro, descubrimos que el mismo San Belarmino
(teólogo favorito de este apologista sedevacantista) hacía referencia a esta
misma cita a principios del siglo XVII. A ver si el apologista sedevacantista
laico de Australia ofrece una disculpa pública por sus difamaciones también
públicas en contra de los que se han señalado esta cita auténtica. Si no es
así, uno podría estar tentado a creer que es el propio detractor público quien
carece de “el más mínimo afecto por la ley moral
o la verdad misma.” El tiempo lo dirá.
Pregunta: ¿mencionan
otras tácticas que estos utilizan para no tener en cuenta a las citas
autorizadas?
Salza/Siscoe: Sí, otra
táctica que utilizan es declarar, bajo su propia “autoridad”, que la enseñanza
del teólogo es herética. Un ejemplo que nos viene a la mente (y que nos
ocupamos en el libro) es del mismo laico de Australia, que utilizó esta misma
táctica para desacreditar a una cita de Suárez, que contradice directamente su
opinión personal sobre cómo un Papa pierde su cargo. Afirma que la enseñanza de
Suárez no se puede tener en cuenta porque va supuestamente contra una enseñanza
del Concilio Vaticano I, y también en contra de las enseñanzas de San
Belarmino. Demostramos que estaba equivocado en ambas casos. De hecho, él se
sorprendería al saber que el propio Belarmino enseñó lo mismo que Suárez. La
única diferencia es que la enseñanza de Belarmino era mucho más explícita que
la de Suárez. Pero esta sedevacantista no sabría que Belarmino enseñó esto
porque esta particular cita de Belarmino no ha sido publicada en las páginas
web sedevacantistas, de donde al parecer obtiene su información. Encontrará la
cita en nuestro libro, junto con muchas otras que nunca va a encontrar en una
página web sedevacantista.
Pregunta: Para
que quede claro, no sugieren que todo aquel que tiene, o que intente defender
una posición sedevacantista sea deshonesto, ¿no?
Salza/Siscoe: Esto es correcto. Cuando hablamos de
tácticas deshonestas, para ser claros, no estamos implicando que todos los
sedevacantistas son deshonestos, o que todos ellos se dedican a tácticas
similares a las de los profanos arrogante de Australia. Sabemos que muchas
personas sinceras han adoptado la posición de buena fe como una explicación a
la crisis.
Pregunta: ¿Así que estoy en lo correcto al
decir que ustedes creen que los que ahora están en una posición sedevacantista
podrían beneficiarse tanto, o más, que cualquier otra persona con este libro?
Salza/Siscoe: Por supuesto. Esperamos que los sedevacantistas de buena fe
lean nuestro libro con una mente abierta. Si lo hacen, verán que la posición
que han adoptado no es la respuesta a la crisis en la Iglesia. Es, en cambio,
si es un error muy grave en sí mismo, que conduce directamente a la herejía.
Pregunta: ¿Pueden
explicar cómo el sedevacantismo conduce a la herejía?
Salza/Siscoe: Conduce a la herejía porque termina negando propiedades
esenciales de la Iglesia. En el libro, nos referimos a dos errores distintos
del sedevacantismo. El primero es el simple error de creer que los Papas desde
Pío XII no han sido verdaderos Papas. El segundo error, que sigue
inmediatamente al primero (y en ocasiones lo precede), es el creer que toda la
Iglesia, sobre la cual los Papas recientes han reinado, es una falsa Iglesia.
Para ser claros, el segundo error no se limita a sostener que existe “una desorientación diabólica de la jerarquía superior”, como la Hermana Lucía habló, sino una deserción completa
de la jerarquía superior. No
es simplemente una infiltración y subversión de la Iglesia (provocando una
pasión de la Iglesia similar a la que Cristo soportó en el Calvario), sino una
destrucción completa de la Iglesia visible y su sustitución por una nueva
Iglesia. Esta posición no se puede hacer sin
negar los atributos esenciales de la Iglesia, especialmente los atributos de
visibilidad y de indefectibilidad.
Pregunta: ¿Nos
pueden explicar cómo el concepto de una Nueva Iglesia negaría sus atributos de
visibilidad y de indefectibilidad?
Salza/Siscoe: En primer lugar, en relación al término Nueva Iglesia, si se
utiliza la frase para referirse a un cuerpo organizado de hombres dentro de la
Iglesia (una quinta columna) que están tratando de acarrear su destrucción; o
si en un sentido metafórico se utiliza para describir la tendencia liberal
post-Vaticano II en general – o, como Arzobispo Lefebvre dijo, “toda la nueva orientación de la Iglesia, ya no es una orientación
católica” – no hay ningún problema con el
término. El
problema es cuando se usa el término en el sentido de que toda la Iglesia
visible se ha convertido en una nueva entidad, – actual y formal- la Nueva
Iglesia.
Pregunta: Pero, ¿cómo la idea de una Nueva
Iglesia supone un rechazo de los atributos de la visibilidad y de la
indefectibilidad?
Salza/Siscoe: Existen un par de razones. En primer lugar, cuando los
católicos profesan que la Iglesia es visible, no quieren decir que meramente
tiene gente visible, o ritos y ceremonias que son visibles. Las denominaciones
protestantes también tienen esta visibilidad material. Cuando decimos que la Iglesia es
visible, queremos decir que lo es tanto material como formalmente. La
visibilidad material de la Iglesia es el objeto de los sentidos; la visibilidad
formal es el objeto del intelecto. Visibilidad formal
significa que la Iglesia es una sociedad visible – una unidad social visible –
que puede ser reconocida como la verdadera Iglesia fundada por Cristo. Es
reconocido por ser la verdadera Iglesia por sus cuatro marcas (Una, Santa, Católica y Apostólica). Mientras que los sedevacantistas afirman creer en las
marcas de la Iglesia, no son capaces de apuntar a una de las iglesias de hoy
que posea las cuatro marcas. Ellos argumentan que la Iglesia Católica de
nuestro día no las posee; sin embargo, es un hecho (tal y como se prueba) que
ninguna de las sectas sedevacantistas poseen las cuatro marcas.
Esto significa que, de
acuerdo con su propia teoría, no existe hoy Iglesia alguna que posea las cuatro
marcas – marcas que estarán con la verdadera Iglesia hasta el fin de los
tiempos. De hecho, la única Iglesia que afirma poseer las cuatro marcas, es la
Iglesia que todo el mundo, a excepción de los sedevacantistas, identifica como
a la Iglesia Católica. La
conclusión ineludible de la teoría sedevacantista es que las puertas del
infierno prevalecieron contra la Iglesia visible, lo cual es contrario a la
promesa de Cristo y al atributo de la indefectibilidad.
En segundo lugar, es
importante darse cuenta de que la promesa de Cristo, de que “las puertas del infierno no prevalecerán“, se aplica a la unidad social
visible (el Papa, la jerarquía y los laicos), y no a miembros individuales como
tales. Ahora bien, si la unidad social visible se había transformado en una
Iglesia Nueva en algún momento después de la muerte de Pío XII, esto
significaría que las puertas del infierno habrían prevalecido contra la Iglesia
(la unidad social visible). Por lo tanto, no es posible mantener la posición
sedevacantista sin negar por lo menos uno de los atributos de la Iglesia, Si no
los tres (la
visibilidad, la indefectibilidad y la infalibilidad). Al estudiar el tema en profundidad, no hay escape posible
de esta conclusión. De hecho, un ex seminarista sedevacantista publicó un libro
hace apenas unos meses, en el que explica como el sedevacantismo lo llevó a
rechazar lógicamente la indefectibilidad e infalibilidad de la Iglesia Católica
(después de lo cual hizo que se uniera a una secta de la Iglesia Ortodoxa del
Este). De hecho, los errores de sedevacantismo llevan a uno lógicamente afuera
de la verdadera Iglesia.
Pregunta: Si
los sedevacantistas afirman que la sociedad visible y la jerarquía desertaron,
¿dónde sostienen que la Iglesia existe en la actualidad?
Salza/Siscoe: Por lo general, harán todo lo posible por evitar esta
pregunta. Algunos simplemente se niegan a responder y lo llaman un “misterio”.
Otros replican diciendo: “Donde quiera que este, ¡no será en su Nueva Iglesia!”
(Lo cual es admitir de que no pueden responder a la pregunta). De hecho,
citamos un apologista líder sedevacantista en el libro, que admite que la
mayoría de sus colegas ni siquiera intentarán responder a esta pregunta, y que
aquellos que lo hacen por lo general caen en el error. Lo que encontramos es
que estos sedevacantistas que tratan de responder a esta pregunta – i.e.,
¿dónde está la Iglesia visible hoy en día? – terminan por profesar la
definición protestante de la Iglesia, que es el de una Iglesia invisible con
miembros visibles. En nuestro libro, les citamos directamente.
Por ejemplo, un obispo
sedevacantista define la Iglesia como “aquellos que se adhieren a la fe
católica”. En otras palabras, este obispo reduce la Iglesia al concepto
protestante de una asociación de miembros visibles que profesan la fe
verdadera, en lugar de una institución visible con una jerarquía divinamente
establecida que posee autoridad divina. Esta es precisamente la definición de
la Confesión protestante de Westminster, que dice que la Iglesia se compone de
aquellos que “profesan la religión verdadera”. Un predicador sedevacantista
laico (y ex ministro protestante), que citamos a través del libro, afirma que
la visibilidad de la Iglesia significa que la Iglesia “se compone de las
personas visibles”, y que la verdadera Iglesia de hoy se encuentra “en los
corazones y las mentes” de los verdaderos creyentes – que es una definición que
complacería al más anticatólico de los protestantes. Estas citas demuestran que
los sedevacantistas han abrazado la definición protestante de la Iglesia.
Irónicamente, los sedevacantistas declaran que los Papas recientes no son
verdaderos Papas porque han profesado la herejía, pero los propios
sedevacantistas profesan públicamente la herejía protestante de una Iglesia
invisible formado por “miembros visibles.“
El predicador
sedevacantista, mencionado anteriormente, también afirma que la jerarquía de la
Iglesia (es decir, el Magisterio) ya no existe. Pero luego razona que “no estamos
perdidos”, porque, como él dice, “tenemos el Magisterio del pasado”. No hace
falta decir, que un “magisterio del pasado” no es suficiente. Como se muestra
en el libro, es de fide que siempre va a existir el Magisterio (compuesto por
obispos válidamente consagrados con jurisdicción). Una jerarquía legítima
visible está vinculada directamente a la indefectibilidad de la Iglesia.
Pregunta: ¿Puede
explicar qué quieren decir con una “jerarquía legítima”?
Salza/Siscoe: Una jerarquía legítima es una jerarquía que tenga una
sucesión apostólica tanto formal como material – es decir, obispos válidamente
ordenados (el elemento material) que han recibido la jurisdicción (el elemento
formal) directamente del Papa, ya que sólo el Papa puede conceder jurisdicción
a un obispo. Si no hubiese habido Papas desde Pío XII, esto significaría que
todos los obispos actualmente a cargo de una sede episcopal, carecerían de
jurisdicción y, por lo tanto, no serían legítimos sucesores de los Apóstoles.
Pregunta: Si
no hay una jerarquía legítima, ¿no significaría que la Iglesia indefectible
había sido defectible?
Salza/Siscoe: Sí que lo habría sido, tal y como mostramos claramente en
el libro. Y, como también nosotros demostramos, esto plantea un problema
insuperable para la tesis sedevacantista, y que los sedevacantistas se
esfuerzan en explicar. La mayoría de los sedevacantistas saben y admiten que la
verdadera Iglesia siempre debe tener la sucesión apostólica legítima (ya que es
un elemento esencial de la marca de la apostolicidad). Ellos admiten fácilmente
que no hay obispo no sedevacantista que posea jurisdicción ordinaria; sin
embargo, también afirman que los obispos de la Iglesia católica (los que ellos
llaman la “Nueva Iglesia”) carecen de la jurisdicción ordinaria. Afirman esto
porque sólo el Papa puede conceder jurisdicción, y niegan que cualquiera de los
últimos Papas fuesen verdaderos Papas. Por lo tanto, de acuerdo con su teoría,
ninguno de los obispos responsables de una sede episcopal poseerá jurisdicción.
Pregunta: Pero
sí admiten que sus obispos sedevacantistas carecen de jurisdicción, y también
afirman que los obispos de la “Nueva Iglesia” carecen de jurisdicción, ¿dónde
está la jerarquía legítima?
Salza/Siscoe: Ese es su dilema, que tratan de explicar en vano. Nuestra
popular apologista sedevacantista de Australia inventó la salvaje teoría de que
un obispo nombrado por Pío XII “debe” existir por alguna parte. Y ya que, según
su teoría, no ha habido Papas válidos para aceptar la renuncia de este obispo,
significa que este obispo “retirado” no identificado ha conservado su
jurisdicción – ¡incluso si él no lo sabe! Según esta teoría, el supuesto obispo
no identificado es toda la jerarquía legítima de la Iglesia.
Pero lo más revelador
es que este apologista sedevacantista en realidad admite a continuación, que si
tal obispo no existiese, “la solución sedevacantista estaría equivocada”. ¿Y
cómo nuestro amigo sedevacantista “demuestra” que su teoría no está mal, y que
un obispo ordenado por Pío XII con jurisdicción existe todavía? Simplemente no
lo hace. En cambio, pone la responsabilidad de la prueba sobre sus oponentes
¡para demostrar que no existe tal obispo! Así de claro. Se dedica a la falacia
lógica de la inversión de la responsabilidad de la prueba. Y afirma (basado en
su juicio privado) que todos los obispos encargados de sedes episcopales de
todo el mundo carecen de jurisdicción. Para más tarde afirmar que sus oponentes
deben desmentir su novedosa teoría al demostrar que un obispo nombrado por Pío
XII ¡no existe!
Por si no hubiese
suficientes problemas con esta teoría, debemos de señalar que si incluso un
obispo nombrado por Pío XII existiese en algún lugar del mundo, tal obispo
tendría que ser el sedevacantista que nunca fue miembro de la “Nueva Iglesia”.
¿Por qué? Porque, de acuerdo con el canon favorito de los sedevacantistas ‘ del
Código de 1917 (Canon 188.4), un obispo que “públicamente abandone la fe” (es
decir, que se une públicamente a una religión falsa) pierde automáticamente su
cargo. En otras palabras, el obispo nombrado por Pío XII habría perdido su
jurisdicción de forma automática cuando se convirtió en miembro de lo que los
sedevacantistas llaman la “Nueva Iglesia” (y en este caso, su renuncia no tendría
que ser aceptada por el Papa). E incluso si existiera un obispo sedevacantista
nombrado por Pío XII, que estuviese oculto y desconocido en algún lugar del
mundo, tal hecho no podría salvar la teoría de negar la visibilidad formal de
la Iglesia, es decir, la existencia de la unidad social visible fundada por
Cristo. Esta absurda teoría simplemente nos muestra los extremos a los que
estos apologistas sedevacantistas desesperados irán para defender sus tesis. Y
recuerden, que nuestro apologista sedevacantista admite que si no existe tal
obispo, la tesis sedevacantista “estaría equivocada”. Y si su tesis es errónea
(que lo es, ya que este y otros problemas con la teoría así lo prueban),
significa que ha estado llevando a la gente hacia el error y hacia el cisma
objetivo durante muchos años.
Pregunta: ¿Tienen
los sedevacantistas otras teorías que expliquen cómo puede haber un obispo con
jurisdicción?
Salza/Siscoe: Un extravagante sacerdote sedevacantista que vive en el
área de Cincinnati, y que reconoció lo
absurdo de la teoría del laico australiano (y que ridiculiza públicamente como
“La tesis del Obispo en el bosque”), se le ocurrió una solución diferente a la
suya para explicar cómo puede haber un obispo con jurisdicción.
Desafortunadamente, la solución de este sacerdote para este dilema es quizás
aún peor que “La tesis del Obispo en el bosque”. Su solución pasa por rechazar explícitamente
las enseñanzas del Papa Pío XII (un claro ejemplo de como “reconocer” a un
Papa, mientras que se “resisten” sus enseñanzas) al afirmar que los obispos – y
sacerdotes – reciben su jurisdicción, no del Papa (tal y como enseña Pío XII),
sino ¡directamente de Cristo! Y mantiene que estos reciben la jurisdicción en
el momento de su ordenación, y lo hace apelando a la “Ley Divina” (este
sacerdote basa gran parte de su argumentación errónea en apelaciones nebulosas
a la “Ley Divina”). Tal y como se muestra en el libro, los compañeros
sedevacantistas de este sacerdote quedaron horrorizados al descubrir su
posición errónea, ya que se dieron cuenta de que esta era explícitamente
contraria a las enseñanzas de Pío XII. Y, como también nosotros demostramos en
el libro, esta no es la única vez que este sacerdote sedevacantista “resiste”
las enseñanzas de aquel a quien “reconoce” como un verdadero Papa. Al parecer,
este sacerdote, cuyo nombre es el P. Anthony Cekada, no considera que sea pura
hipocresía cuando él ridiculiza y se
burla de auténticos católicos por reconocer y resistir a Papas mientras él mismo
hace exactamente lo mismo. La diferencia, por supuesto, es que el P. Cekada
está rechazando una enseñanza tradicional de Pío XII, mientras que aquellos a
quienes critica están rechazando lo que él mismo admite son novedosas
enseñanzas de los Papas postconciliares. Este tipo de contradicciones son
legión en el sedevacantismo.
Pregunta: ¿Qué
otra cosa es única acerca de este libro?
Salza/Siscoe: Los que han respaldado al libro han reconocido que no hay
otro libro que se le parezca, dada la enorme amplitud y la profundidad del
material cubierto. Por ejemplo, un profesor de seminario y rector nos ha dicho
que el libro contiene el estudio más profundo de la doctrina, fuera de la Iglesia no hay
salvación, que ha visto en un solo recurso. El
libro también contiene material sobre la deposición de un Papa hereje que no se
va a encontrar en otros lugares. Este es el fruto de años de investigación,
incluyendo un detallado análisis de las traducciones de los textos latinos
originales de casi todos los teólogos de los últimos ocho siglos que han
abordado la cuestión de un Papa hereje.
Durante nuestra
investigación, descubrimos algo que nunca hemos visto que se abordarse con
anterioridad – es decir, una interesante distinción entre cómo los jesuitas y
los dominicos verían precisamente el cómo un Papa hereje perdería su cargo por
herejía, que es una cuestión especulativa que la Iglesia misma tiene nunca ha
resuelto. Estas dos opiniones, y las diferencias entre ellas, se abordan con
precisión, con detalle y paso a paso. El lector aprenderá que los jesuitas
(Bellarmino y Suárez) sostienen que un papa manifiestamente herético
(determinado por el juicio de la Iglesia) pierde su ministerio de forma
automática, sin ninguna acción nueva por parte de la Iglesia. Los dominicos
(Cayetano y Juan de Santo Tomás), sostienen por el contrario, que la Iglesia
también juega un papel ministerial en la propia destitución, por la que se
declararía al Papa vitandus (que hay que evitarlo). Los detalles precisos de
cada posición, y las diferencias entre ellas, se analizan en detalle.
Es fundamental tener en
cuenta que ambas opiniones (tanto la opinión de los jesuitas como la de los
dominicos) sostienen que es la Iglesia – y no el juicio privado – la que
establece primero que el Papa es culpable del delito de herejía, antes de que
la pregunta especulativa (opinión jesuita = pérdida del cargo ipso facto frente
a la opinión dominica = declaración vitandus) llegue a formularse. Este
material demuestra que todos los sedevacantistsa han malinterpretado a San
Roberto Belarmino, el cual dijo: “el hereje manifiesto es ipso facto depuesto“,
ya que Belarmino está dando aquí su opinión sobre la cuestión especulativa, es
decir, lo que ocurre con el Papa después de que la Iglesia hubiese determinado
su delincuencia. Certamente Belarmino no argumentó sobre si el Papa perdería
automáticamente su cargo en cuanto una persona le hubiese juzgado como hereje
en privado, al mismo tiempo que la Iglesia lo seguía reconociendo como Papa
(que es como los sedevacantistas han interpretado a Belarmino). Como nota
aparte, también hay que señalar que el obispo sedevacantista, que mencionamos
anteriormente, y que sostiene la tesis material/formal sobre el Papa, está
también de acuerdo con nuestra afirmación de que un Papa, que sea juzgado como
hereje únicamente mediante el juicio privado, conservará su cargo. También hay
que señalar que, a nuestro entender, el material desarrollado en nuestros
capítulos que tratan sobre la deposición de un Papa hereje no se encuentra en
ningún otro libro en el mundo de habla inglesa.
Pregunta: Ustedes
han recibido algunos respaldos increíbles. Varios de ellos mencionan algo que
ustedes han citado con anterioridad: que el libro abarca mucho más que
únicamente el tema del sedevacantismo.
Salza/Siscoe: Efectivamente, así lo hace. Realmente se abordan todos los
temas que están en la mente de los católicos tradicionales de hoy, y esta es la
razón por la que ha recibido elogios de ambos extremos del espectro católico.
La Iglesia está experimentando una pasión similar a la que experimentó el mismo
Cristo. Según todas las apariencias, parece que Dios está permitiendo que su
Iglesia sufra todo lo que le sea posible soportar sin que al mismo tiempo se
rompan ninguna de sus promesas divinas. Esto representa una prueba real para
los fieles. Así como Cristo fue prácticamente irreconocible cuando fue colgado
en la cruz al morir, así también la Iglesia de hoy, en muchos aspectos, es
irreconocible, ya que sigue a Cristo a través de su propia Pasión amarga. En un
momento tan extraordinario como este – cuando la propia Iglesia parece estar
muriendo – los católicos están tratando de dar sentido a lo que están
presenciando, y están tratando de buscar respuestas que lo expliquen.
Esta crisis sin
precedentes en la Iglesia plantea muchas preguntas difíciles. El libro aborda
la práctica totalidad de las preguntas que los católicos de hoy están tratando
de resolver, y otras que no han pensado. Nosotros las contestamos, no mediante
la emoción (por ejemplo, con la ira y el disgusto por lo que está sucediendo a
la Iglesia), sino mediante la consulta de las enseñanzas de la Iglesia y de sus
mejores teólogos. Si
formamos nuestros juicios y nos dejemos guiar por la sana doctrina, en lugar de
por las emociones, nos sorprenderá la cantidad de claridad que podemos llegar a
tener – incluso en medio del caos y de la oscuridad actual. Este libro hace precisamente eso: responde a las preguntas difíciles en función de la sana
doctrina de la Iglesia, no por la emoción. Un profesor de
seminario describió el libro como una especie de “Estrella polar” para ayudar a
guiar a los católicos a través de la presente oscuridad en la Iglesia. Monseñor
Fellay, quien escribió el prólogo de nuestro libro, y otros que lo han
revisado, han argumentado que este es uno de los libros más importantes que se
han escrito sobre la crisis post-conciliar. Así que sí, realmente es algo más
que una refutación del sedevacantismo. Este es un libro que todo católico serio
tiene que leer y estudiar. Todos los sedevacantista deben leerse el libro, ya
que no tienen ni idea de cómo han sido engañados. Y no van a encontrar la
información que tenemos en este libro en ningún otro lugar.
Pregunta: ¿Cómo puede la gente ordenar el libro?
Salza / Siscoe: La forma más fácil sería ordenándolo en nuestro página web,
en http://www.trueorfalsepope.com/ . La fecha de lanzamiento oficial es justo antes de
Navidad. Los que lo ordenen ahora lo recibirán en el primer envío. Harían un
gran regalo de Navidad para cualquier sedevacantista o para cualquier católico
de mentalidad tradicional. También estará disponible en las librerías católicas
y en Amazon después de la primera parte del año 2016.
[Traductor: Miguel
Tenreiro, equipo de traducción de Adelante la Fe. Fuente: Akacatholic]
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