DIOS HA MANIFESTADO SU SALVACIÓN
EN TODO EL MUNDO
De los sermones de san León Magno
La misericordiosa
providencia de Dios, que ya había decidido venir en los últimos tiempos en
ayuda del mundo que perecía, determinó de antemano la salvación de todos los
pueblos en Cristo.
De estos pueblos se
trataba en la descendencia innumerable que fue en otro tiempo prometida al
santo patriarca Abrahán, descendencia que no sería engendrada por una semilla
de carne, sino por fecundidad de la fe, descendencia comparada a la multitud de
las estrellas, para que de este modo el padre de todas las naciones esperara
una posteridad no terrestre, sino celeste.
Así pues, que todos los
pueblos vengan a incorporarse a la familia de los patriarcas, y que los hijos
de la promesa reciban la bendición de la descendencia de Abrahán, a la cual
renuncian los hijos según la carne. Que todas las naciones, en la persona de
los tres Magos, adoren al Autor del universo, y que Dios sea conocido, no ya
sólo en Judea, sino también en el mundo entero, para que por doquier sea grande
su nombre en Israel.
Instruidos en estos
misterios de la gracia divina, queridos míos, celebremos con gozo espiritual el
día que es el de nuestras primicias y aquél en que comenzó la salvación de los
paganos. Demos gracias al Dios misericordioso, quien, según palabras del
Apóstol, nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la
luz; él nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino
de su Hijo querido. Porque, como profetizó Isaías, el pueblo que caminaba en
tinieblas vio una luz grande; habitaban en tierra de sombras, y una luz les
brilló. También a propósito de ellos dice el propio Isaías al Señor: Naciones que no te conocían te
invocarán, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti.
Abrahán vio este día, y
se llenó de alegría, cuando supo que sus hijos según la fe serían benditos en
su descendencia, a saber, en Cristo, y él se vio a sí mismo, por su fe, como
futuro padre de todos los pueblos, dando gloria a Dios, al persuadirse de que
Dios es capaz de hacer lo que promete.
También David anunciaba
este día en los salmos cuando decía: Todos los pueblos vendrán a postrarse
en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre; y también: El Señor da a conocer
su victoria, revela a las naciones su justicia.
Esto se ha realizado,
lo sabemos, en el hecho de que tres magos, llamados de su lejano país, fueron
conducidos por una estrella para conocer y adorar al Rey del cielo y de la
tierra. La docilidad de los magos a esta estrella nos indica el modo de nuestra
obediencia, para que, en la medida de nuestras posibilidades, seamos servidores
de esa gracia que llama a todos los hombres a Cristo.
Animados por este celo,
debéis aplicaros, queridos míos, a seros útiles los unos a los otros, a fin de
que brilléis como hijos de la luz en el reino de Dios, al cual se llega gracias a la fe
recta y a las buenas obras; por nuestro Señor Jesucristo que, con Dios Padre y el Espíritu
Santo, vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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