DIOS SE HIZO HOMBRE
PARA QUE EL HOMBRE SE
HICIERA DIOS
De los sermones de san
Agustín
Nuestro Señor
Jesucristo, queridos hermanos, que ha creado todas las cosas desde la
eternidad, se ha convertido hoy en nuestro salvador, al nacer de una madre.
Quiso nacer hoy en el tiempo para conducirnos hasta la eternidad del Padre.
Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios; hoy se hace hombre el
Señor de los ángeles para que el hombre pueda comer el pan de los ángeles.
Hoy se cumple aquella
profecía que dice: Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo; ábrase
la tierra y brote el Salvador. El Creador ha sido creado para que fuera
encontrado el que se había perdido. Esto es lo que el hombre reconoce en los
salmos: Antes de ser humillado, pequé. El hombre pecó y se convirtió en reo;
Dios nació como hombre para que fuera liberado el reo. El hombre cayó, pero
Dios descendió. Cayó el hombre miserablemente, bajó Dios misericordiosamente;
cayó el hombre por la soberbia, bajó Dios con su gracia.
Hermanos míos, ¡qué milagros y prodigios! Las leyes naturales se
cambian en el hombre: Dios nace, una virgen concibe sin la intervención del
hombre; la sola palabra de Dios fecunda a aquella que no conoce
varón. Es al mismo tiempo virgen y madre. Es madre, pero intacta; la virgen tiene un hijo sin
intervención del hombre; es siempre inmaculada, pero no infecunda. Sólo nació sin pecado aquel que fue concebido por la
obediencia del espíritu, y no por el amor humano o por la concupiscencia de la
carne.
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