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viernes, 9 de enero de 2015

Más de ló de todos los días...no hay peor lucha qué la que no se hace...




MAS DE LÓ DE TODOS LOS DIAS, EL AMOR

(1a San Juan 4, del 11 al 18)

El amor de Dios, nadie lo ha visto, dice San Juan, pero si manifestamos el amor hacia el prójimo es ahí en ese instante en que conocemos a Dios, porque donde hay amor, ya sabemos, ahí está Dios.

Hay muchos hermanos que no coinciden en mis apreciaciones, también hay muchos otros que sí; sucede que el amor humano, terrenal, está supeditado a obtener un placer, no un goce más allá de lo racional. Algunos por la preparación o estudios en carreras humanísticas, antropología, filosofía, sociología, sicología,  nos ligan la existencia a la causa y efecto, a la acción y la reacción, otros que poseemos estudios en finanzas y administración somos hasta no ver no creer y si no palpamos no creemos, otros en la ciencia ya sea medica o de otra naturaleza desvinculan al ser humano de un espíritu, y priva el funcionamiento del cerebro y de los órganos vitales, mas no encuentran en donde inicia el halito que da vida y todo el cuerpo humano es un circuito en el cual no hay principio y fin, pero funciona.

Por eso Él Señor menciona que debemos ser como niños, no ser racionales, sino actuar con la confianza puesta en Él y eso es todo; algunos que han tenido experiencias místicas pueden dar fe de esto que escribo.

Renunciar a algo no es fácil, digamos una fuente de ingresos, porque al renunciar a esa fuente de ingresos peligra la estabilidad del grupo familiar o de las personas que dependen de ese ingreso, y vivir esa agonía de esperar sin recibir es una prueba de santidad, si, es santidad cuando se asume sin agonía y se espera paciente en Él Señor, como niño, esperando que regrese la madre del trabajo para que le brinde el alimento, como niño que no siente transcurrir el tiempo y los días son largos porque los vive a plenitud.

No, no es fácil, menos para la razón y el materialismo dialectico; llegar a entender el poder de la oración y con ello el amor de Dios manifestado en el amor hacia el prójimo, algunos que trabajan en el área de motivación (nueva era) le llaman “tenacidad” a la capacidad que tiene el individuo en no desfallecer en una idea y de hacer lo que debe hacer para lograr su meta; y si alguien tiene la voluntad de buscar en la escritura el elemento de poder que Él nos ha dado y ejercitara la práctica de orar y pedir, conseguiría muchos milagros [Mateo 6:6] [Marcos 11:22-23], claro está que la oración no liga con la maldad, si oras para desearle el mal a alguno pues no lo conseguirás, los frutos del amor son diferentes, [Santiago 4:2-3] lo repetimos a cada momento, el éxito del mundo no sirve para ganar la vida que continua después de esta.

Así como hay teorías que desvirtúan la existencia de Dios y qué hasta se burlan de su existencia al reclamarle porque hay pobres, porque hay sufrimiento, porque unos si y otros no, etc. así hay manifestaciones que dan fe de la existencia de Dios y el hecho que existan pobres y poderosos en el mundo es parte de esa inexplicable razón Divina de que esta vida es para ganarse la eternidad, lo que necesita nada más es la disposición, sujetar el libre albedrio, no estar atado a un conocimiento mundano que muchas veces es motivado por la moda del tiempo que nos toco vivir. Los ricos tendrán su recompensa y los pobres de espíritu también.

El tren de la modernidad nos aleja del horizonte del amor verdadero, y mientras seamos presa de aquellos que controlan la opinión pública y no dediquemos tiempo para hablar con Dios, sí, ¡hablar con Él Señor Jesús! Desconectarnos del mundo, pero no con meditación trascendental, sino hablar con Él con el respeto que merece, por ser soberana majestad y dueño de todo, en silencio, centrar la idea en su invocación, os aseguro que tenéis que estar preparados para evitar un infarto porque la respuesta, su voz, podrás sentirla.

“-Señor Jesús
ayudadme a entender el significado
de mi existir;

Deseo sabiduría:
pero no la que enseña el mundo,
sino de esa que me ayuda
a alcanzar la caridad
la cual necesito cada segundo
de mi existir;
para poder justificar con amor
los errores qué cómo humano
cometo a cada instante.”

Amén.


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