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sábado, 27 de febrero de 2016

St Angela of the Cross [Santa Ángela de La Cruz]




SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ.
[Murió el 2 de marzo y su memoria se celebra el 5 de noviembre, día de su beatificación en 1982]

Nació en Sevilla el año 1846, de familia numerosa y pobre, trabajadora y piadosa. Desde muy joven trabajó en un taller de zapatería, a la vez que se entregaba al servicio de los más pobres y marginados.

Bajo la guía de un experto confesor, el P. Torres, intentó hacerse religiosa, hasta que comprendió que el Señor la llamaba a fundar una congregación, la Compañía de las Hermanas de la Cruz, que, viviendo en gran austeridad, atendían a enfermos y menesterosos. Mujer de vida contemplativa y de una gran actividad, gozó de carismas extraordinarios.

A pesar de no tener estudios, dejó escritos de gran profundidad. Fue terciaria franciscana y su vida y espiritualidad tienen rasgos franciscanos muy marcados.

Murió el 2 de marzo de 1932 en Sevilla. Juan Pablo II la canonizó el año 2003, y su memoria litúrgica se celebra el 5 de noviembre, día de su beatificación en 1982. –

Oración:

Oh Dios, que iluminaste a Santa Ángela virgen con la sabiduría de la cruz, para que reconociese a Cristo, tu Hijo, en los pobres y en los enfermos, y los sirviese como humilde esclava, concédenos que, imitando el ejemplo de su caridad, podamos llegar a ti, junto con nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.

St Agnes of Prague [Santa Ines de Praga o de Bohemia]








SANTA INÉS DE PRAGA O DE BOHEMIA.

Nació en Praga el año 1211, hija de Premysl Otakar I, rey de Bohemia. Pronto renunció al porvenir que le brindaba su real ascendencia, y prefirió consagrarse totalmente a Dios y al servicio de los pobres y enfermos, siguiendo el camino evangélico abierto por Clara de Asís.

A través de los franciscanos que visitaban Praga, conoció la vida espiritual inaugurada por Clara en San Damián. Quedó fascinada y decidió seguir su ejemplo.

Fundó en Praga el hospital de San Francisco y un monasterio para las clarisas, donde ella misma ingresó en 1234.

La virginidad por el Reino, la pobreza, el ardor de la caridad, la devoción a la Eucaristía, a la Pasión y a la Virgen fueron puntales de su espiritualidad.

Amó a la Iglesia y colaboró con el Papa, amó a su patria y promovió la concordia. Las cartas que le dirigió santa Clara revelan su grandeza mística y humana. Murió el 2 de marzo de 1282. Juan Pablo II la canonizó en 1989. –

Oración:

Señor, Dios nuestro, que inspiraste la renuncia a los falsos placeres de este mundo a santa Inés de Praga y la condujiste por el camino de la cruz hacia la meta de la perfección; te suplicamos que, siguiendo su ejemplo, antepongamos los valores eternos a los caducos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.

worship the Lord God [ADORAR AL SEÑOR DIOS]





«ADORAR AL SEÑOR DIOS»
La oración de Francisco de Asís
por Julio Micó, OFMCap

El mismo Espíritu que arranca a los hermanos de la familia y de las preocupaciones del mundo para reunirlos en una Fraternidad de célibes, es el que los pone ante su Señor para que se reconozcan como fruto de su amor salvador e intenten acercarse a Él con fidelidad y alabanza agradecida.

Este encuentro con Dios, fundamento y meta de toda realización humana, es el que autentifica y define la Fraternidad como esa humanidad nueva, reunida en torno a Jesús, que conoce por experiencia al Padre y, en consecuencia, vive de forma coherente su relación fraterna con todos los hombres.

Por eso, la Fraternidad es, ante todo, una comunidad orante, que sabe de la presencia de Dios y trata por todos los medios de responderle de forma existencial, acogiendo esa Presencia y haciéndola fructificar en obras y alabanzas. Esta cualidad orante de la Fraternidad no descarga de forma irresponsable a los hermanos de su encuentro personal con el Misterio. La Fraternidad es orante porque, al mismo tiempo, los hermanos viven y se entienden desde la oración, sintiéndose tocados por el Espíritu para poner en común la decisión de buscar el rostro de Dios.

Francisco, y como él los demás hermanos, también entendió que lo fundamental para todo creyente es el encuentro con su Dios. Por eso, construyó su vida alrededor de esta experiencia, de modo que, para Celano, más que ser un hombre de oración era la oración misma personificada (2 Cel 95).

Superando este tópico hagiográfico, es indudable que la figura de Francisco sólo es inteligible desde su experiencia de Dios. Cualidad que no le viene dada por su aportación literaria a la historia de la espiritualidad, como es el caso de algunos místicos como san Juan de la Cruz y santa Teresa, sino por su forma personal de «practicar a Dios» que nos descubre la fuerza humanizante de lo divino cuando el hombre se deja habitar por Él y acompaña de forma activa esta presencia.

Francisco aprendió en Dios a amar y servir; y los que saben amar y servir, saben también orar, puesto que estar o caminar en la presencia de Dios no es otra cosa que hacerse cargo del inmenso amor del Padre puesto a nuestro servicio en Jesús.

Para que haya oración se necesitan dos personas y una relación: Dios, el hombre y el encuentro de ambos. Pero si nos fijamos en el modo de realizarse este encuentro, comprobaremos que es el hombre el que determina la forma cultural de imaginarse a Dios y, por tanto, la manera de materializar este encuentro con lo divino.

Para adentramos un poco en ese recinto personal e íntimo de Francisco, donde se realiza su encuentro con Dios -la oración-, tendremos, pues, que admitir los distintos elementos que confluyeron en su persona al tener que imaginarse lo divino: la familia, la escuela, la liturgia y el arte.

Todos estos elementos contribuyeron a que Francisco se hiciera una imagen de Dios trascendente e inabarcable, pero, al mismo tiempo, cercana, hasta el punto de hacerse hombre. Para él, Dios era absoluto, pero prescindible; todopoderoso, pero vulnerable; santo, pero capaz de mezclarse con el pecado para destruirlo. Este Dios de contrastes, que, por otra parte, es el que nos muestra Jesús, configuró la imagen de lo divino que cristalizó en la experiencia de Francisco.

Entre los componentes que ayudaron a Francisco a representarse a Dios destaca, por su repercusión, la liturgia. En ella descubrió la Escritura, proclamada y celebrada en la Iglesia para convertirse, después, en costumbre y fiesta dentro del ambiente social y familiar. Ella fue la que le prestó los colores para pintar, haciéndolo visible e imaginable, al Dios que animaba su fe. La influencia de la liturgia, pues, hay que ponerla como el elemento determinante de la personalidad de Francisco, ya que la imagen que se formó de la divinidad fue como la matriz que modeló su actividad orante, puesto que solemos abrir y entregar nuestro corazón al Dios que nos imaginamos.
[Cf. el texto completo en Selecciones de Franciscanismo n. 56, 1990, 177-212]


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praying in order to call, fasting for intercession and the mercifulness receives




LA ORACIÓN LLAMA, EL AYUNO INTERCEDE,
LA MISERICORDIA RECIBE
Del sermón 43 de san Pedro Crisólogo

Tres son, hermanos, los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante, y la virtud permanente. Estos tres resortes son: la oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama, el ayuno intercede, la misericordia recibe. Oración, misericordia y ayuno constituyen una sola y única cosa, y se vitalizan recíprocamente.

El ayuno, en efecto, es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Que nadie trate de dividirlos, pues no pueden separarse. Quien posee uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros, no posee ninguno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le suplica.

Que el que ayuna entienda bien lo que es el ayuno; que preste atención al hambriento quien quiere que Dios preste atención a su hambre; que se compadezca quien espera misericordia; que tenga piedad quien la busca; que responda quien desea que Dios le responda a él. Es un indigno suplicante quien pide para sí lo que niega a otro.

Díctate a ti mismo la norma de la misericordia, de acuerdo con la manera, la cantidad y la rapidez con que quieres que tengan misericordia contigo. Compadécete tan pronto como quisieras que los otros se compadezcan de ti.

En consecuencia, la oración, la misericordia y el ayuno deben ser como un único intercesor en favor nuestro ante Dios, una única llamada, una única y triple petición.

Recobremos con ayunos lo que perdimos por el desprecio; inmolemos nuestras almas con ayunos, porque no hay nada mejor que podamos ofrecer a Dios, de acuerdo con lo que el profeta dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado: un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Hombre, ofrece a Dios tu alma, y ofrece la oblación del ayuno, para que sea una hostia pura, un sacrificio santo, una víctima viviente, provechosa para ti y acepta a Dios. Quien no dé esto a Dios no tendrá excusa, porque no hay nadie que no se posea a sí mismo para darse.

Mas, para que estas ofrendas sean aceptadas, tiene que venir después la misericordia; el ayuno no germina si la misericordia no lo riega, el ayuno se torna infructuoso si la misericordia no lo fecundiza: lo que es la lluvia para la tierra, eso mismo es la misericordia para el ayuno. Por más que perfeccione su corazón, purifique su carne, desarraigue los vicios y siembre las virtudes, como no produzca caudales de misericordia, el que ayuna no cosechará fruto alguno.

Tú que ayunas, piensa que tu campo queda en ayunas si ayuna tu misericordia; lo que siembras en misericordia, eso mismo rebosará en tu granero. Para que no pierdas a fuerza de guardar, recoge a fuerza de repartir; al dar al pobre, te haces limosna a ti mismo: porque lo que dejes de dar a otro no lo tendrás tampoco para ti.

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