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domingo, 8 de febrero de 2015

Salvaba, sanaba y aún Salva y Sana.




Salvaba, sanaba y aún Salva y Sana.
[Comentario / Reflexión a San Marcos 6:53-56]



Es de imaginar la alegría y sorpresa que causaba aquel joven que sanaba y curaba, con la pobreza que existía en esos tiempos [no muy diferente a estos tiempos] y el poco acceso a servicios sanitarios los cuales solo estaban al alcance de los imperialistas Romanos o de la clase sacerdotal; y el joven sana y salva, no importa quién le solicitase su auxilio, igual sana a viudas, militares, fariseos, escribas, gentiles, y así, lo único que pregunta es “¿crees que puedo salvarte?”, y con la declaración por parte del solicitante  de la creencia, el obra; digamos que las salvaciones que implican una sanación son baratas, fáciles de acceder.

Esa facilidad con que Él Señor concedía las salvaciones y sanaciones  hace dos mil años es la misma en estos tiempos [Hebreos 13:8] y ha sido la misma siempre, lo que sucede es que los herederos de herodes y caifás que han generado los cambios en la Santa Iglesia han enfriado la fe de los ávidos de sanación, y la fe se circunscribe a ser practicantes sociales de la fe y no una fe basada en el poder que tiene Él Santo Cuerpo de Cristo; una situación especial que sucede en todas las sanaciones, especialmente en las espirituales, es que quién solicita el milagro se abandonaban a sí mismos, y en ese abandono Él Señor llenaba ese Yo humilde y dispuesto para que la misma esencia humana  sea la que motiva la sanación.

La fe empuja a la gente a seguir al Señor y no darle tiempo a  Él ni a los Santos Discípulos de tomar sus alimentos y descansar, pero entre todo el bullicio y duro trabajo, Él Señor siempre, a diario, se retira a orar, y esa es otra cualidad que siendo humano en su fragilidad carnal deposita su confianza en Dios Padre y ora, y pide, incluso cuando efectúa milagros siempre encomienda al Padre la bendición de la obra; entonces esa cualidad humana del Señor debiera ser un ejemplo y motivo para nosotros para considerar como un hábito, así como tomamos los alimentos , el dedicar tiempo en nuestro moderno tiempo a la oración de adoración, oración de bendición, oración de petición, cumpliendo con la caridad hacia nuestros prójimos, las practicas de piedad; y en esa negación personal de cada uno de nosotros suplicar al Señor que nos conceda la salvación y sanación de nuestras tribulaciones. Porque ninguna cosa es imposible para Dios [San Lucas 1:37].

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros [2ª Corintios 13:13].

Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida [San Lucas 1:35]
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida [San Lucas 1:35]
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida [San Lucas 1:35]

Gracias Espíritu Santo

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