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jueves, 12 de mayo de 2016

Fátima - Triunfo de María Santísima, Medianera de Todas las Gracias


Fátima: Triunfo de María Santísima
Medianera de Todas las Gracias


Extractos de la comunicación que el Padre Verlag, del Priorato Dominicano de Avrillé, Francia, presentó, el 3 de mayo de 2010, a la Conferencia El Desafío de Fátima
por el Padre Raymond Verlag, O.P.

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Gracias por su invitación. Me siento muy feliz por estar con Ustedes en este Congreso.

A pedido de su prima Lucía, Jacinta Marto resumió, en pocas palabras, el núcleo del Mensaje de Fátima:

“Di a toda la gente que Dios nos concede las gracias por medio del Inmaculado Corazón de María; que se las pidan a Ella; que el Corazón de Jesús quiere que, a su lado, se venere el Inmaculado Corazón de María; que pidan la paz al Inmaculado Corazón de María, que Dios se la entregó a Ella”.

De este modo la pastorcita hizo eco de la Bienaventurada Siempre Virgen María que, por dos veces, reiteró estas palabras fundamentales de Su Mensaje:

“Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón”.

“Establecer” significa ser más de que una devoción privada. La Señora quiso referirse, seguramente, a una devoción pública y litúrgica. Además, en una carta al Obispo D. Manuel Ferreira da Silva, su confesor, fechada el 27 de mayo de 1943, Sor Lucía se refirió claramente a la expectativa de un oficio litúrgico celebrado por todo el mundo.

Es hoy más claro, bien más que antes, que Dios quiere que Su Madre Santísima sea honrada solemne y públicamente por las naciones, juntamente con Él. ¿Por qué? En la misma carta, Sor Lucía explica por qué y, a propósito, se refiere a las palabras de Nuestro Señor Jesucristo. Afirma ella: “A Ellos [los Corazones de Jesús y María] les gustan y desean eses cultos, porque Se sirven de esto para atraer a Sí las almas, que es en lo que se encierran todos Sus deseos: Salvar almas, muchas almas, todas las almas”.

“Hace pocos días”, - continúa Sor Lucía – “me decía [Nuestro Señor]: ‘Deseo con ansiedad la propagación del culto y devoción al Inmaculado Corazón de María, porque Él es el imán que atrae a Mí las almas; el foco que irradia sobre la Tierra los rayos de Mi luz y de Mi amor; la fuente perene que brota sobre la Tierra el agua viva de Mi misericordia’”.

María, mediación de Gracia

Esta última frase se relaciona con la doctrina de la mediación de la Gracia por la Bienaventurada Siempre Virgen María; una mediación ascendiente por la cual Nuestra Señora encamina las almas hasta Dios, “el camino que te conducirá hasta Dios”, para usar Sus propias palabras, en la promesa que hizo a Lucía, y una mediación descendiente, en que distribuye las gracias por las almas. Y esa mediación es el núcleo del Mensaje de Fátima.

Tal doctrina de una mediación universal, como Ustedes bien saben, gozó de un resurgimiento de interés en la primera mitad del Siglo XX; fue objeto de estudios profundos, incentivados por el Cardenal Désiré-Joseph Mercier (1851–1926), Arzobispo de Malines, Bélgica.

En noviembre de 1922, el Papa Pio XI tomó a su cargo la constitución de tres Comisiones Pontificias para examinar la posibilidad de una definición dogmática: una comisión en Roma, otra comisión en España, y otra comisión en Bélgica. El gran movimiento a favor de esta definición alcanzó su clímax en el Concilio Vaticano II; trescientos y tres Obispos pidieron que se hiciese, en las consultas pre-conciliares. Desafortunadamente, lejos de ver Su devoción siendo solicitada y fortalecida, la Bienaventurada Siempre Virgen María se encontró (casi) excluida del Concilio. Su presencia molestaba el falso ecumenismo. El esquema que debería ser dedicado a Ella fue reducido a un simple capítulo en la Constitución de la Iglesia, Lumen Gentium.

Así, tanto la devoción al Inmaculado Corazón de María como la doctrina de Su mediación universal sufrieron el mismo destino; ambas estaban, y siguen estando conectadas.

Permítanme que, en esta alocución, me detenga en los diversos aspectos de la mediación universal de la Bienaventurada Siempre Virgen María; esto nos permitirá ver que esta devoción es susceptible de recibir una definición dogmática: la Bienaventurada Siempre Virgen María es la Medianera universal, en primer lugar, por Su Ser y, en segundo lugar, por Su acción. Antes de todo, Ella es la Madre de Dios, Inmaculada y llena de Gracia, lo que La coloca tan cerca de Dios, y Le confiere una dignidad tal que es casi infinita. Al mismo tiempo, Ella está cerca del Hombre en Su naturaleza de una simple criatura. Esto hace de Ella Medianera por su Ser, como intermediaria entre Dios y nosotros, para unir el Verbo a la naturaleza humana. Al dar la luz al Autor de la Gracia, Ella, “de cierto modo, dispensó la gracia a todos nosotros”, como dice San Tomás de Aquino. El sensus fidelium afirma unánimemente esta eminencia de la Bienaventurada Siempre Virgen María; estos privilegios ya fueron definidos de fide. Esta primera verdad es, por lo tanto, susceptible de ser definida.

María Santísima se unió
a la obra de la Redención


Pero Ella no se contentó sólo en ceder Su cuerpo a la obra del Espíritu Santo en el momento de la Anunciación; se unió consciente, voluntaria e íntimamente a la obra de la Redención de los hombres, al lado de Su Hijo; como una Nueva Eva junto de un Nuevo Adán. Tal comparación fue hecha, de modo general e implícito, desde los primeros siglos. Los Padres de la Iglesia, tal como los Papas, son unánimes sobre este asunto.

Los protestantes opusieron la noción general de la mediación al decir que hay sólo “un Mediador entre Dios y los hombres: el hombre Jesucristo”.

Pero el sensus fidelium no atribuye a Nuestra Señora una mediación igual a la de Su Divino Hijo. Se trata, hablando con más propiedad, de una mediación subordinada, o sea, que depende enteramente y enteramente deriva de los méritos de Jesucristo, Redentor del Mundo; la Bienaventurada Siempre Virgen María no puede ayudar la obra de la salvación a menos que por Su Cooperación.

Ni esta Cooperación es necesaria en sí misma, una vez que la mediación de Jesús es ya tan superabundante obteniendo para nosotros todos los medios para la Salvación que no tiene necesidad de nada más para completarla.

La Virgen María no retira nada
a Su Divino Hijo

Una comparación servirá para que nosotros comprendamos que la Bienaventurada Siempre Virgen María no retira nada a Su Divino Hijo. El hijo que pide a la mamá que lo eleve en los brazos para poder abrazar el papá no deja por eso de abrazar el papá directamente, y no coloca la mamá entre su corazón y el objeto de su amor filial. Al contrario, la Bienaventurada Siempre Virgen María es el medio utilizado por Jesucristo para garantir que no habrá distancia entre Él y la Humanidad y para garantir que en Él, la raza humana toca directamente a Dios. La mediación de la Bienaventurada Siempre Virgen María no es otra cosa que la extensión de la de Su Divino Hijo, una extensión muy eficaz y deseada por la Santa Providencia.

María, colaboradora
de nuestra salvación

Analizemos ahora esta asociación activa de Nuestra Señora con Nuestro Señor. La Nueva Eva y cooperadora de nuestra Salvación, la Bienaventurada Siempre Virgen María, actuó históricamente en dos etapas, del mismo modo que Nuestro Señor Jesucristo. Nuestro Señor, siendo el Nuevo Adán, primeramente se hizo hombre “propter nos et propter nostrum salutem” [“para nosotros y para nuestra Salvación”], como cantamos en el Credo; y, por medio de la Cruz, fue obediente hasta la muerte para la salvación de los hombres. Después, está sentado a la mano derecha de Dios Padre, en el Cielo, donde intercede por nosotros al lado del Padre como nuestro abogado.

Del mismo modo, deberíamos ver en la mediación de la Bienaventurada Siempre Virgen María dos etapas, como aquí se indica:

Primero, en la tierra, Ella cooperó con la Pasión de Jesús al consentir hacerse la Madre del Salvador y al ofrecerlo a la muerte en el Calvario. Después, en el Cielo, mientras el Cuerpo Místico de Su Divino Hijo no haya alcanzado su plenitud, no cesa, tal como Él, de operar; por medio de la distribución de las gracias, para la regeneración completa de la raza humana.

Ciertos ‘modernos’ reducen la mediación de Nuestra Señora a lo que Ella hace por nosotros ahora, en el Cielo. Pero la noción de la mediación incluye cualquier operación que sirve para unir Dios al hombre y, consecuentemente, también incluye todos los otros modos con que la Bienaventurada Siempre Virgen María cooperó para tal fin, mientras estuvo en la tierra.

Esta asociación con el Redentor como cooperante constituye el fundamento de Su obra ahora en el Cielo. Tal como Nuestro Señor Jesucristo no podría, de acuerdo con el plan de Dios, ejercer totalmente Su derecho a la dominación y al Reino universal hasta que Él lo había merecido por Su Pasión, así también la Bienaventurada Siempre Virgen María sólo podría ejercer por completo Sus derechos después que los hubiese merecido, a través de Su Cooperación con toda la obra de la Redención.

Expliquemos este elemento de la mediación antes de mirar hacia su valor dogmatico: la Bienaventurada Siempre Virgen María consintió libremente en Su misión de Cooperadora, primero en la Anunciación, pero también en la Presentación en el Templo, que podemos comparar con el Ofertorio en el Sacrificio del Calvario. En el momento de la profecía hecha por el anciano Simeón, Ella estuvo de acuerdo en ofrecer Su Hijo como víctima, como también ofreció los dolores que fuese a sufrir en el futuro.

Por este consentimiento, acto principal de Su cooperación, se hizo en efecto, Cooperadora, conciliadora y Medianera entre Dios y la naturaleza humana, de modo a establecer una Nueva Alianza de Gracia.


Fue, efectivamente, por esto que los Padres [de la Iglesia] tan maravillosamente exaltaron Su consentimiento, Su obediencia y Su Fe; y es esto que nosotros contemplamos en el primer misterio del Rosario. Con un espíritu de constancia, nunca se separa de Su primer propósito, Ella trabajó durante toda Su vida por la misión de Su Hijo.

Consumación de la
cooperación de María Santísima

La consumación de la cooperación de la Bienaventurada Siempre Virgen María se realizó en el Calvario, de dos maneras: por medio del mérito y por medio de la satisfacción.

Por medio del mérito: Tal como la Pasión de Nuestro Señor nos mereció los dones de la Gracia y de la Gloria, Ella los mereció todos con Su Divino Hijo al pie de la Cruz.

Es un caso de mérito de congruo, es decir, de elección, hecha según los ‘derechos’ de la amistad y no en estricta justicia. Es ésta la formula más común entre los teólogos confirmada por el Papa San Pio X, que no puso cualquier restricción a esa doctrina.

Su fundamento principal en la religión es el título de ‘Nueva Eva’ que ya citamos; María es la autora de nuestra vida, tal como Eva fue la autora de nuestra muerte. María Santísima se hizo nuestra Madre Espiritual según la Gracia. Los diversos escritores concuerdan en como aquellas palabras de Jesús cuando, clavado en la Cruz, se dirige a San Juan: ‘He aquí tu Madre’, deben ser, así, interpretadas en sentido espiritual.

La segunda manera de Su Cooperación es por medio de la satisfacción (es decir, en reparación por los pecados de los hombres). El Papa Benedicto XV escribió que “al unirse a la Pasión y muerte de Su Divino Hijo, Nuestra Señora sufrió hasta la muerte para apaciguar la Divina Justicia y que Ella, tanto como pudo, ofreció Su Hijo de un tal modo que se podrá decir que Ella redimió la raza humana junto con Él”.

Son éstas las palabras del Papa: “Se podrá decir que Ella redimió la raza humana junto con Él”. Como Ella podría recoger méritos para nosotros, no había nada que La impidiese de redimirnos con Nuestro Señor, en la medida en que “Ella desistió de Sus derechos maternales sobre Su Hijo para la salvación de los hombres”, según el Papa Pio XII. En esto, imitó Su Hijo, Que suportó por nosotros, libremente y sin resistencia, la muerte en la Cruz. Ninguna otra creatura estaba tan íntimamente unida al sacrificio de la Cruz como la Bienaventurada Siempre Virgen María, Que, traspasada por una espada de sufrimiento interior, se unió completamente a la voluntad de Su Divino Hijo, y estaba tan pronta a sufrir todos Sus tormentos que, como dijo San Buenaventura:

“si Ella (María Santísima) pudiese, de buena voluntad preferiría haber sufrido Ella”.

Ella nos dio vida por el mayor acto de fe, esperanza y caridad que Ella podría hacer en un solo momento. Este martirio de Su Corazón es ampliamente apoyado por los Padres y, durante un tiempo muy largo, por la Liturgia.

Aquí también debemos hablar de la satisfacción de congruo según una cierta elección, fundada en gran caridad, y no en la estricta justicia, porque, como el pecado tiene una gravedad infinita, una simple creatura no podría ser suficiente para compensar por él.

Esta cooperación de la Bienaventurada Siempre Virgen María es generalmente llamada “Co-redención”. Aún no es un dogma definido. Algunos de nuestros contemporáneos rechazan el término, no como erróneo, pero como inapropiado en el actual clima de (falso) ecumenismo, dejando las personas a imaginar una supuesta igualdad entre Cristo y Su Santa Madre en este mundo. Estrictamente hablando, es muy claro que la Redención, en justicia, sólo puede ser atribuida a Nuestro Señor Jesucristo. ¿Y cuál es el valor dogmatico de esta doctrina?

María, Co-Redentora


La Co-Redención Mariana ha causado dificultades a algunos teólogos dotados, pero no impidió varios Sumos Pontífices de mostrar su favor por esta devoción de un modo cada vez más claro. Sea lo que sea, la cooperación de Nuestra Señora en la redención, en un sentido más general, está contenido implícitamente y también puede decirse ha sido revelado en el anuncio de la Nueva Eva a que se refiere el Proto-Evangelio, en el Génesis.

Este pasaje ha sido comprendido siempre como siendo el anuncio de la Virgen como la causa de la salvación, juntamente con Su Divino Hijo, como siendo la causa de la vida espiritual, tornándose, así, la verdadera Madre de todos los vivientes. Las Sagradas Escrituras parecen ser suficientemente claras para ofrecer una base de definición a este respecto.

Veamos ahora el segundo aspecto de la mediación de la Bienaventurada Siempre Virgen María: Nuestro Señor Jesucristo, Que ascendió al Cielo, no dejó de trabajar por la salvación de los hombres. Como cabeza de la Iglesia, esparce la vida espiritual (de gracia santificante) a través de Su Cuerpo Místico, por Su humanidad; como Redentor de los hombres, intercede por nosotros ante Su Padre. Tal mediación es un complemento de la salvación humana, el cumplimiento final de la Redención.

María Medianera

Del mismo modo, la Bienaventurada Siempre Virgen María es la Medianera con el único Mediador, Nuestro Señor Jesucristo, “Mediatrix ad Mediatorem”, como dijo el Papa León XIII.

Vamos a estudiar, por orden, primero, Su continua intercesión general para la obtención de las gracias; después, la extensión universal de esta intercesión; y finalmente, la manera cómo Ella la realiza.

Primero, Su intercesión constante: la Bienaventurada Siempre Virgen María habiendo merecido de congruo en el Calvario todas las gracias, es lógico que continúe en el Cielo. Por Su oración y por Su intercesión, indisolublemente unidas a las de Jesús, Nuestra Señora continúa Su obra de Medianera al lado de Jesús

Los jansenistas negaban eso, y algunos objetaron que la madre de un rey no tenía el derecho de disponer de todos sus tesoros. Sin embargo, la Bienaventurada Siempre Virgen María no es sólo Madre del Redentor. Como vimos, tomó parte activa en la adquisición de los medios de salvación; hizo satisfacción y mereció con Su Hijo, según los “derechos” de la amistad. No parecía bien que Dios rechazase un tal derecho; eso sería oponerse a Su Divina Providencia. Y Dios no puede contradecirse a Sí Mismo.

María nos obtiene
todas las gracias


La bienaventurada Siempre Virgen María obtiene para nosotros todas las gracias, por lo menos en general. Esto hace parte de la Doctrina católica, según el Magisterio ordinario y de acuerdo con la Liturgia. Este cargo no se diferencia del papel de Madre Espiritual que la Iglesia Le atribuye a causa de Su Co-Redención.

Pero debemos ir más lejos. ¿Debe entenderse este envolvimiento continuo de Nuestra Señora como aplicable a cada gracia en particular? Al contestar, vamos a distinguir entre la universalidad referente a las gracias y la universalidad referente a los hombres.

Es la visión aterradora del Infierno que abre el Secreto de Fátima. A través de ella, Nuestra Señora nos lleva desde el principio al esencial, a la única cosa que cuenta: nuestra eternidad. Esta primera parte del Secreto es de una importancia primordial. Muchísimo más de que el anuncio de hambre, guerras y persecuciones, esta recordación intensa y dolorosa del Infierno eterno que nos amenaza es uno de los puntos más esenciales del Mensaje de Nuestra Señora. Es una de las mayores verdades de nuestra Fe católica, para la cual Nuestra Señora de Fátima quiere llamar la atención de la gente de nuestro siglo apóstata, naturalista y materialista, cegada y limitada por sus horizontes terrenos.

En primer lugar, la universalidad cuanto a las gracias: siendo Madre de nuestras almas, y ahora que goza de la Visión Beatifica en el Cielo, la Bienaventurada Siempre Virgen María conoce, y pide para nosotros, todas y cada una de las gracias que necesitamos. Así, la Señora guía cada uno de Sus hijos a su nacimiento prefecto, alimentándolos, protegiéndolos, fortaleciéndolos y educándolos, en una palabra, vigilando todo su crecimiento espiritual.


La mediación de María Santísima
es más poderosa que la de los Santos

Su mediación es mucho más poderosa y eficaz que la de todos los otros Santos juntos, porque ellos no pueden obtener nada sin Ella. Para eso, ni siquiera es necesario, sólo por sí, rezarle directamente a Ella. Porque todas las gracias provienen necesariamente de Sus manos.

Esta intercesión continua para la distribución de todas las gracias es
teológicamente cierta y expresa perfectamente el sensus fidelium, basado en las Sagradas Escrituras, que nos muestra la Bienaventurada Siempre Virgen María siempre presente al lado de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra para distribuir gracias.

Se basa también en la Tradición y en las enseñanzas de los Papas. Finalmente, corresponde perfectamente a la conformidad de Nuestra Señora con Nuestro Señor Jesucristo. La institución de la festividad de María Medianera ratificó y coronó esta doctrina. Parece, por lo tanto, ser capaz de definición.

Y además de eso hay Su universalidad a todos los hombres. Tal como para Nuestro Señor Jesucristo, es necesario notar una diferencia en la acción mediadora de Nuestra Señora entre diferentes pueblos a través de la Historia. Efectivamente, aun si Ella es la causa de satisfacción y de mérito para todos los hombres y todos los tiempos, Ella no podría interceder especialmente por cada persona del Antiguo Testamento, ni distribuirles los medios de salvación, porque Ella aún no los conocía. Tenemos que decir que Ella sólo ejerció perfectamente esa función, con total conocimiento de todos Sus hijos, a partir de Su Gloriosa Asunción. Podría añadir que debemos creer también, por las mismas razones, en Su intervención particular en la liberación de las almas del Purgatorio.

Finalmente, para ser completos, preguntemos a nosotros mismos cuales son los medios de influencia de la Bienaventurada Siempre Virgen María.

María es la causa de gracia

¿De qué manera acostumbra Ella distribuir las gracias? Debemos aceptar, con todos los teólogos que Ella es la causa, por lo menos moralmente, de la gracia, por su intercesión por nosotros unido a Su Hijo. Esto es lo que ya vimos. ¿Es Ella la causa física de la gracia, como un instrumento a través del cual Dios la pasaría para que sea distribuida a nosotros? Hasta si los teólogos aún están divididos sobre esta cuestión, parece cada vez más probable que Ella, como buena Madre, deja a Su marca en las gracias que obtiene para nosotros. Esto también corresponde mejor a Su conformidad con el Mediador, Nuestro Señor, cuya Sagrada Humanidad es el instrumento físico por el cual Dios distribuye las gracias. Esta cuestión, sin embargo, no puede ser incluida en la definición dogmática, porque permanece en duda.

En conclusión, está establecido que la mediación de la Bienaventurada Siempre Virgen María es universal:

·      No sólo moralmente, sino absolutamente;
·      No sólo cuanto a la generalidad de las gracias, sino para cada alma y para cada gracia en particular;
·      No sólo de facto, sino también de jure, como un derecho.

Significa esto que Dios distribuye todas las gracias de tal modo que Él decretó no dar ninguna de ellas a menos que por intermedio de la oración de la Santísima Virgen María, porque Ella fue asociada a Cristo en la obra de la Redención y en la distribución de las gracias.

Los dos elementos principales que componen la mediación universal de la Bienaventurada Siempre Virgen María, o sea, Su asociación a la Redención y a la distribución de las gracias, no son simplemente conclusiones teológicas ciertas. Todo apunta para demostrar que son, por lo menos, igualmente relevadas:

·      La conexión con los otros privilegios de Nuestra Señora, o sea, la conexión con Su dignidad de Madre de Dios, con Su participación en la obra de la Redención, con Su maternidad espiritual de todos los hombres;
·      La asociación perpetua, por la Tradición, de Cristo con Su Madre;
·      El progreso de la doctrina tradicional sobre este aspecto por formulas cada vez más explicitas, que fueron creídas unánimemente y por mucho tiempo; esto es señal de la obra del Espíritu Santo;
·      La voz de la Liturgia;
·      El sentimiento universal de los fieles.

Esta doctrina parece pertenecer igualmente al Magisterio de la Iglesia, a juzgar por el gran número de documentos pontificios que la confirman. Finalmente, nunca se le hizo ninguna seria objeción. Por consecuencia, esta mediación universal es comprendida del siguiente modo:

·      Subordinada a la Mediación de Cristo y dependiente de Sus méritos;
·      Necesaria, no absolutamente, pero por la libre voluntad de Dios, puede decirse que es revelada por lo menos implícitamente y es capaz de una definición dogmatica.

El pedido de la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María fue hecho para ilustrar claramente este Privilegio Mariano. El Padre Garrigou-Lagrange, Dominicano, afirmó que la consagración a María – se refería él aquí a la consagración individual – era “un reconocimiento práctico de Su mediación universal”.

Para terminar, podemos interrogarnos por qué es que Nuestro Señor hace hoy tanta cuestión de convertir el mundo explicita y únicamente por medio del Corazón Inmaculado de María, de forzar los hombres y las naciones a recorrer a Su mediación. ¿Por qué?

Me parece que eso se destina a responder adecuadamente al Mal que caracteriza los tiempos modernos: el subjetivismo, la independencia, el espíritu liberal. Los hombres, que alcanzarían su beatitud por sus propias fuerzas o, por lo menos, alcanzarían a Dios por sí mismos, por los medios que eligiesen, sin un Mediador, sin Jesucristo, deben de hoy en adelante humillarse recurriendo necesariamente no sólo al Verbo de Dios Encarnado, pero a una simple creatura, la Inmaculada. Además de eso, así procediendo ellos reconocerán implícitamente que todos los hombres han nacido manchados por el Pecado Original, y fundamentalmente incapaces de producir, por sí solo, cualquier acto sobrenatural meritorio, sin la gracia sobrenatural.

María nos revela
lo íntimo de nuestros corazones

También, la Bienaventurada Siempre Virgen María, y todos nosotros ya tuvimos – más o menos – experiencia de eso en nuestro apostolado, revela lo íntimo de los corazones. Podemos aun comparar Su Inmaculado Corazón a las parábolas de Nuestro Señor; esas parábolas velan los Misterios Divinos con temor que los hombres malos los profanen, pero los revelan de un modo maravillosamente elocuente a los corazones simples y rectos. “A vosotros” – dice Nuestro Señor – “se le dio conocer el misterio del reino de Dios; pero a los que son extraños todo se les anuncia en parábolas, de modo que viendo, vean y no tengan en cuenta; y oyendo, oigan y no entiendan”. Del mismo modo, Nuestra Señora atrae a Sí los corazones que tienen buena voluntad pero son, tal vez, miedosos de Nuestro Señor Jesucristo; pero Ella es violentamente rechazada por aquellos que son fundamentalmente perversos.



Oremos y trabajemos para conquistar todo el mundo, y cada alma en particular, para la Inmaculada y para obtener la definición del dogma de Nuestra Señora como Medianera de todas las Gracias, que será la coronación de todos Sus privilegios.


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