“El Club de Fans Post-Sinodal” – ¡Una Nueva Iglesia ha llegado!
[Traduccido por
Gabriello Sabbatelli. Artículo
original: http://rorate-caeli.blogspot.com/2015/11/the-post-synod-fan-club-new-church-has.html
]
Fabio Colagrande
VINO NUOVO
29 de octubre, 2015
“La misericordia, la ternura, el perdón y la apertura son
los signos de la Nueva Iglesia. No obstante, que quede claro: hemos ganado…”
El sínodo ha terminado
y por si alguien todavía no se ha dado cuenta, ha ganado la misericordia. Por fin la Iglesia va a tener una cara dulce para consolar a tantos fallidos
matrimonios. Entre fanfarrias y fuegos
artificiales han triunfado el acompañamiento, la integración, el ”nos vamos a amar mutuamente” y el
”podría sucederle a cualquiera”.
Las tres semanas del
Sínodo han trazado un camino ineludible que sintoniza con la muy esperada
celebración del Jubileo (para el cual Roma está preparadísima), bajo el signo
del perdón del que ”no lo han hecho queriendo”, ”está
bien pero no lo haremos más” y del amor que no
juzga y no condena a ninguno.
En esta iglesia, nueva,
hermosa y brillante, no hay lugar para el castigo inflingido sin apelación con la
cara ceñuda, la terminología cruel, la insensibilidad y la dureza de corazón. Dicho
en dos palabras: todo debe ser cómodo y fácil. Las palabras
clave del futuro son apertura, comprensión, dialogo, cercanía, “más simpatía”, “más
alegría”, golpes de simpatía y apretones de
manos, ”vamos a tomar un café, pero yo pago”, etc… Pero a pesar de todo esto,
siguen en primer plano lo inevitable: ”periferias”, ”olor a ovejas” y ”basta de
murmuraciones”.
La vieja Iglesia severa, clerical, recogida hacia el interior,
autorreferencial, centrada solo en los formulismos, en las tablas, en las lista
de las cosas buenas y malas, en la puerta que se abre y que se cierra; deja el puesto a una
iglesia con las puertas abiertas, buena, extrovertida, pobre, que tiene como prioridad
acoger a los pecadores, los refugiados y a Eugenio Scalfari. El objetivo es traer a todos los hombres a la salvación,
pero a todos.
Repetimos otra vez: misericordia, ternura, perdón y la apertura son
el signo de la nueva Iglesia. Y
todos los antipáticos, aburridos, conservadores y tradicionalistas, anti-Bergoglianos que han estado oponiéndose a este
nuevo y luminoso camino reformista tratando de frenar, obstaculizando e incluso
saboteando el trabajo del sínodo con maniobras oscuras y falsas ”primicias”, en
tanto que son despreciables, sucios y pecadores atroces, deberán ser arrojados
a las masas, humillados, señalados, ridiculizados y condenados sin apelación a
las más terribles penas del infierno y allí arder para siempre en medio de esas
llamas eternas donde hay llanto y crujir de dientes.
¡Hemos vencido
nosotros! Debemos morir porque ha ganado la misericordia.
Tal vez.
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