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domingo, 8 de noviembre de 2015

giving and receiving [the poor widow]




Dando y recibiendo.
[Comentario al Santo Evangelio según San Mateo 12:38-44]

La viuda que entrega su monedita de cobre en comparación con las ricas limosnas que entregan los fariseos, contrastando las voluntades y el espíritu en que se basan ambas acciones.

Unos dan porque esperan recibir algo más de lo que dan, multiplicado al mil por uno, como si estuvieran depositando en la ranura de una máquina expendedora de riqueza para que cuando gire la rueda de la fortuna esta les devuelva muchos bienes temporales, regocijarse materialmente y mostrarse como hijos más amados que otros porque visten bien, comen bien, se educan en centros educativos de alta clase social, poseen buenos vehículos o autos, etc. etc. y todo eso que ofrece la autorrealización, la autoestima, disfrazados del “yo lo merezco”, “yo me he esforzado por ello”, “a mí nadie me regalo nada” y mediante las cuales al estar en zonas de confort egocéntricas aniquilan el espíritu y la vida  no despega a donde tiene que volver cuando esta se acabe.

La viuda da poco, quizá tendrá que reducir la cuota alimenticia del día, quizá de los dos panes que pensaba comprar con sus monedas ahora solamente podrá comprar uno. El amor, la caridad es mejor a un holocausto. El amor, la caridad, transforma los sepulcros blanqueados en oasis de vida eterna. La limosna que vale es la que duele, es aquella que no sale de lo que me sobra, sino de lo que me es imprescindible para vivir.

Vivir el momento pensando en el siguiente instante. Aquellos dan en abundancia, para que otros los vean y satisfacer su ego, aumentar su autoestima. La otra da por amor. Aquellos dan pensando que les pertenecen los siguientes segundos de su vida, sin considerar que hasta el último cabello de nuestras cabezas están contados y que no nos pertenece ni el futuro, ni el pasado, lo único de que disponemos es de esta fracción de segundo para construir el camino para la vida eterna.

La vida sensitiva, la vida sensorial o vida en la carne nos hace olvidar que la batalla no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas [Efesios 6:12] y perdemos de vista que entregar o dar a quien ni siquiera conocemos, a mejor aun, dar a nuestros enemigos, permite echar en sacos celestiales el único tesoro que nos llevaremos cuando nos corresponda cruzar el velo y seamos sometidos al justo juicio del Señor.

Reza el Santo Rosario a diario para que como la gotita de agua que hace mella en la roca, así nuestro espíritu por el constante ejercicio de piedad de esta práctica Nuestro Señor nos conceda la gracia y el don de la Sabiduría para saber cómo actuar y siendo limosna viviente podamos entregarnos para con otros en todos los aspectos de nuestra vida.

Un simple gesto de caridad tiene más valor en el cielo que el más caro gesto de vanagloria y opulencia cimentadas  con la autorrealización personal y los logros exitosos que son efímeros y se apolillan fácilmente.

Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Amén.

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