Dando y recibiendo.
[Comentario al Santo Evangelio según San Mateo 12:38-44]
La viuda que entrega su
monedita de cobre en comparación con las ricas limosnas que entregan los
fariseos, contrastando las voluntades y el espíritu en que se basan ambas
acciones.
Unos dan porque esperan
recibir algo más de lo que dan, multiplicado al mil por uno, como si estuvieran
depositando en la ranura de una máquina expendedora de riqueza para que cuando
gire la rueda de la fortuna esta les devuelva muchos bienes temporales, regocijarse
materialmente y mostrarse como hijos más amados que otros porque visten bien,
comen bien, se educan en centros educativos de alta clase social, poseen buenos
vehículos o autos, etc. etc. y todo eso que ofrece la autorrealización, la
autoestima, disfrazados del “yo lo merezco”, “yo me he esforzado por ello”, “a mí
nadie me regalo nada” y mediante las cuales al estar en zonas de confort egocéntricas
aniquilan el espíritu y la vida no despega a donde tiene que volver cuando
esta se acabe.
La viuda da poco, quizá
tendrá que reducir la cuota alimenticia del día, quizá de los dos panes que
pensaba comprar con sus monedas ahora solamente podrá comprar uno. El amor, la
caridad es mejor a un holocausto. El amor, la caridad, transforma los sepulcros
blanqueados en oasis de vida eterna. La limosna que vale es la que duele, es
aquella que no sale de lo que me sobra, sino de lo que me es imprescindible para
vivir.
Vivir el momento
pensando en el siguiente instante. Aquellos dan en abundancia, para que otros
los vean y satisfacer su ego, aumentar su autoestima. La otra da por amor.
Aquellos dan pensando que les pertenecen los siguientes segundos de su vida,
sin considerar que hasta el último cabello de nuestras cabezas están contados y
que no nos pertenece ni el futuro, ni el pasado, lo único de que disponemos es
de esta fracción de segundo para construir el camino para la vida eterna.
La vida sensitiva, la
vida sensorial o vida en la carne nos hace olvidar que la batalla no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las
Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los
Espíritus del Mal que están en las alturas [Efesios 6:12] y perdemos de vista que entregar o dar a quien ni siquiera
conocemos, a mejor aun, dar a nuestros enemigos, permite echar en sacos
celestiales el único tesoro que nos llevaremos cuando nos corresponda cruzar el
velo y seamos sometidos al justo juicio del Señor.
Reza el Santo Rosario a
diario para que como la gotita de agua que hace mella en la roca, así nuestro espíritu
por el constante ejercicio de piedad de esta práctica Nuestro Señor nos conceda la gracia y el don de la Sabiduría para saber cómo actuar y siendo limosna
viviente podamos entregarnos para con otros en todos los aspectos de nuestra
vida.
Un simple gesto de
caridad tiene más valor en el cielo que el más caro gesto de vanagloria y
opulencia cimentadas con la autorrealización
personal y los logros exitosos que son efímeros y se apolillan fácilmente.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida.
Amén.
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