«Religión del sentimiento» = Cielo fácil
El New Age va
invadiendo todas las áreas del quehacer humano y, como su meta principal es la
destrucción de la fe cristiana, no debe extrañarnos la influencia de técnicas
paganas en la oración cristiana. Peligrosa amenaza que está siendo promovida
también desde dentro de la propia Iglesia -inclusive por sacerdotes- y desde
empresas editoriales y librerías católicas. Hay suficientes libros religiosos y
de oración enmarcados dentro de esta corriente del New Age, así como cursos,
talleres, conferencias etc. que tratan de incorporar a la oración cristiana
dichas técnicas de oración provenientes del paganismo oriental. [1]
«La ideología subyacente del New
Age es francamente pagano e incluye las siguientes ideologías y filosofías:
panteísmo, sincretismo, monismo, gnosticismo, teosofía, esoterismo, ocultismo,
relativismo moral y práctico, subjetivismo, reencarnacionismo, idolatría,
misticismo oriental, materialismo y hedonismo, igualación de las religiones».[2]
Es una desgracia
confundir la verdadera religiosidad con expresiones corporales, gestuales y
rítmicas: «la
fe no es un sentimiento religioso ciego que surge de las profundidades del
subconsciente, bajo el impulso del corazón y el movimiento de la voluntad
moralmente informada, sino que un verdadero asentimiento de la inteligencia a
la verdad adquirida extrínsecamente, asentimiento por el cual creemos
verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo
que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador
y nuestro Señor.»[3]
Hay dos elementos
imprescindibles para comprender la esencia de la Religión Católica:
Primero: movidos por el
Espíritu Santo en cada tiempo y en cada cultura, los cristianos tenemos que ir
realizando el Plan de Dios, es decir, continuar y perfeccionar la obra de la
creación, de la encarnación y de la redención.
A pesar de las dificultades Dios
nos ha asociado a su obra, en este sentido Dios tiene necesidad de nosotros, el
hombre es como la providencia visible de Dios.
Y segundo, el cristiano es un peregrino en su caminar hacia
el futuro, un caminar que tiene un sentido más profundo y misterioso,
aguardamos la venida gloriosa de Jesús y de su Reino definitivo al final de los
tiempos, hay
muchos que viven contentos y realizados en este ambiente del mundo, firmarían
un contrato de quedarse acá siempre, aun renunciando a la gloria del Paraíso.
No poseen una de las
cualidades esenciales para el cristianismo,
la ilusión del
Cielo, la espera permanente y gozosa del Redentor que vendrá a buscarles
personalmente para llevarles a su gloria merecida.
Jesús no prometió un
Cielo fácil:
«No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino
de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial» (Mateo, 7,
21). «Y a todos les decía:
“si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz de
cada día, y sígame”». «Entonces, dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere
seguirme, renúnciese a sí mismo, y lleve su
cruz y siga tras de Mi. Porque el que quisiere salvar su alma la
perderá; y quien pierda su alma por mi causa, la hallará» (Mateo, 16, 24-25), tres condiciones exigentes para todos, «y Yo te daré el gozo mío» (Juan, 17, 13); «tendrás cuanto
pidas» (Marcos, 11, 24) «y mi Padre
velará para que nada te falte» (6, 33).
De variadas formas, ya
en el Antiguo Testamento Dios censuró a través de sus profetas la falsa
religión, de quienes viven a espaldas de sus mandamientos:
«
¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? dice Yahvé. Harto estoy
de los holocaustos de carneros y del sebo de animales cebados; no me agrada la
sangre de toros, ni la de corderos y machos cabríos. ¡Y venís a presentaros
delante de Mí! ¿Quién os ha pedido que holléis mis atrios? No traigáis más
vanas ofrendas; abominable es para Mí el incienso; no aguanto más las neomenias
ni los sábados, ni las asambleas solemnes; son asambleas solemnes con crimen.
Mi alma aborrece vuestras neomenias y vuestras fiestas; me son una carga,
cansado estoy de soportarlas. Cuando extendéis vuestras manos, cierro ante
vosotros mis ojos, y cuando multiplicáis las oraciones, no escucho; vuestras
manos están manchadas de sangre. Lavaos, purificaos; quitad de ante mis ojos la
maldad de vuestras obras; cesad de obrar mal. Aprended a hacer el bien, buscad
lo justo, poned coto al opresor, haced justicia al huérfano, defended la causa
de la viuda.» (Isaías, 11, 17).
Schleiermacher, fue el
iniciador de la teoría de que la religión es un sentimiento íntimo de la
identidad del hombre con Dios. [4]
«La religión que describe Schleiermacher pretende más que
nada ser conciliadora. Está hecha para reconciliar a los mundanos con la fe y
para reconciliar a todas las confesiones en torno a la esencia del
cristianismo. Para eso, a Schleiermacher le basta referirse a sus maestros,
Kant y Hegel. Del primero toma las ideas inmanentistas que oponen el mundo
exterior incognoscible y la conciencia individual, reina y centro de todo lo
conocido. Ésta actúa como juez último de la fe, pues una religión es auténtica
sólo cuando satisface las tendencias naturales del hombre. Schleiermacher hace
suya la idea de Kant de que las doctrinas y los ritos de la Iglesia son puros
símbolos, sin significado intelectual, pero válidos, sin embargo, como
principios de vida por su elemento interior y moral. Hegel deja también su
impronta en nuestro teólogo del romanticismo. Según las doctrinas hegelianas,
los dogmas son sólo símbolos aproximativos; más allá y por encima de ellos hay
que elevarse hasta la idea; y ésta, una vez alcanzada, de subjetiva se vuelve
objetiva». [5]
Resulta demasiado fácil esta escalada al Cielo, ya
que Jesús exige conocimiento básico de su doctrina para ser su discípulo. Exige renuncias graves, para poder sumarse a Él por su
camino. Pide sustancialmente una vida de caridad con los hermanos, impone la
observancia de los 10 Mandamientos, desea una vida de intimidad con el Padre, llama hijos del diablo a quienes no
escuchan su Palabra o no la cumplen una vez escuchada, obliga a cada uno a llevar su propia
cruz, que está muy lejos de
una vida llena de caprichos y placeres, condena a todo aquel
que comete injusticias, y no tiene intención de repararlas, en cambio, “la religión del sentimiento” no
habla de Cristo como Maestro y Rey, porque de otro modo no podría ofrecer las
ventajas y los regalos que no tienen nada de orden espiritual, puesto que no
incitan a la virtud, sino al libertinaje.
Una religión así de
fácil que ofrece también un Cielo fácil, ha ensanchado tanto este camino
pedregoso y austero que hasta los viciosos podrían entrar por él al Reino, ya
que un fin digno del hombre tiene que ser espiritual, es decir, verdad, belleza
y bien.
Germán Mazuelo-Leytón
[1] Cf.: VIDAL DE TENREIRO, ISABEL,
Oración Cristiana y Meditación Oriental.
[2] .: VIDAL DE TENREIRO, ISABEL,
¡Alerta! Ante manifestaciones del New Age.
[3] SAN PIO X, Juramento
antimodernista:
[4] MAZUELO-LEYTÓN, GERMÁN, Teología
dialéctica [http://www.adelantelafe.com/la-nueva-cristiandad-o-los-5-mandamientos-de-la-auto-demolicion-3-nuevo-evangelio-teologia-dialectica/]
[5] BOURMAUD, DOMINIQUE, Cien años de
modernismo.
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