Los días en
el desierto.
manny cornejo.
La negación del Altísimo es el siguiente paso en el rechazo de
que la vida Espiritual es una verdad, la negación de la existencia del demonio
aduciendo a ciertas situaciones en nuestra vida a “la mala suerte”, también a
asuntos del pensamiento tales como ser “positivos” y otros asociados a la
autoestima, a la autorrealización personal, al pensamiento positivo y demás que
colocan a Nuestro Señor en un plano secundario y los asuntos de la “nueva era”,
esos demonios que muy suavemente se entremezclan con cosas de Dios forman parte
de ese estado en que nuestra conciencia rechaza a la vida espiritual en Cristo
Jesús.
Cuando todo está bien para los fines de satanás, todo mundo lo
acepta, de ahí la frase “la voz del pueblo es la voz de Dios”, nada mas profano
que eso, porque el pueblo necesita ser demasiado santo para ser la voz de Dios,
y hay mas proscritos que prescritos en la humanidad, el pueblo siempre está
buscando lo mejor para sí en esta vida natural; de ahí que la comodidad nos interna
en la vida natural y nos aleja de la vida espiritual, la comodidad es el camino
ancho, y no me refiero a una comodidad exclusiva de estar sentado en un cómodo
sillón, no, la comodidad en todo sentido, esa comodidad que le da paso al ocio,
esa comodidad que nos impide orar a diario, la comodidad engendrada por la
acedia, ese demonio que nos dice al oído que nos merecemos lo que estamos
disfrutando en cualquier instante y que nos ayuda a olvidarnos de los demás
porque los demás no se han esforzado tanto como nosotros para merecer nuestro
disfrute causa de nuestra posición económica, causa de nuestros estudios
académicos, causa de nuestra posición política, etc.
Si los pobres le sacáramos ventaja a nuestra pobreza, transformando la pobreza natural de una
verdadera riqueza en el corazón, llevando nuestra vida de pobreza material a la
práctica de la oración constante y siendo piadosos, es mi pensar que, todos los
pobres fuésemos felices en camino a la eternidad.
Pobres siempre habremos pero resulta que la vida natural plagada
de pensamientos y tendencias políticas y modelos económicos nos invitan a
alcanzar el cielo en esta vida y nos aleja de preparar el camino para la vida
eterna [San Mateo 16:25]. Muchos de nosotros los pobres
al no aprovechar la ausencia de riqueza terrenal en nuestras vidas para elevar
el espíritu nos damos a la tarea de juzgar al que posee riquezas terrenales,
envidiamos, luchamos contra ellos, y no solo contra los ricos sino también en
nuestra vida ordinaria ni siquiera somos amorosos o caritativos con nuestros
prójimos pobres, v. gr. sí somos comerciantes de legumbres, ya veo al final de
día tirando a la basura aquellos tomates, lechugas, etc. que por ansia de
venderlos se echaron a perder pudiendo regalarlos a los indigentes o personas
desempleadas, o atesorar en nuestras casas artículos que no nos sirven para
nada más que el ocio, y la avaricia no solo es para los ricos sino también para
los pobres.
El mundo y los constructores de este mundo moderno, enquistados
en todas las esferas sociales y en la Iglesia misma, han logrado distraer nuestra
atención y poner el interés más en lograr el bienestar temporal, el goce del
bienestar material, el logro del éxito como metas de nuestra vida; parece ser
que quien nace en cuna pobre y al final de su vida es enterrado en ataúd de
lujo y con honores terrestres es una persona de éxito, pero de qué sirve ganar
el mundo si ha perdido la vida eterna [San
Mateo 16:26];
pero ese es el concepto que tienen nuestros jóvenes, nuestros niños, en esta
agresiva generación cada vez estamos alejados de buscar el misticismo a través
de una vida piadosa, de penitencia, ayuno, oración constante; porque El Señor
le habla al corazón que está dispuesto a escucharle, pero esta vida, llena de
bullicio y felicidad carnal no nos permite el tiempo para disponer nuestro
corazón y permitirle al Señor que nos hable para saber que desea de nosotros[San Mateo 6:24].
Y este destierro que sufrimos en el desierto de la vida
temporal, que pudiere ser un oasis si nuestro libre albedrio fuere encausado
para los fines que hemos sido creados: que no es nada más y nada menos que
nuestros cuerpos sirvan de medio de transportar nuestra alma para la vida
eterna. Y esas tentaciones que atan a nuestra carne y atan nuestra alma al mundo
y con ello la imposibilidad de logar el gozo pleno de la vida eterna debieran
ser combatidas con la búsqueda del Sumo Bien.
La tentación se vence siguiendo el ejemplo que nos da nuestro
Señor en el evangelio según San Lucas capitulo 4,
versículos del 1 al trece,
que siendo tentado en la carne, en su ego, estando en un estado de total
debilidad corporal luego de cuarenta días de ayuno no sucumbió a la tentación y
ante esa resistencia al diablo no le quedo más remedio que marcharse para
volver en otra ocasión; así nos sucede a nosotros cuando logramos superar la
tentación satanás se da por vencido y se va para regresar en otro tiempo para
volvernos y a tentar y así el padre de la envidia y del engaño a luchar
nuevamente por salirse con la suya.
La puerta a la vida espiritual, la salida a este desierto del
mundo, son la oración diaria y la práctica de la justicia [San Mateo 18:23-35] a través de la caridad para con nuestros prójimos, frecuentar
el Santo Sacramento de La
Eucaristía a diario, hacer ayunos, penitencia, buscar al
sacerdote para la confesión y sacramento de la reconciliación. Y esto no solo
debe ser en cuaresma sino una práctica diaria hasta que se llegue el momento de
entregar este cuerpo y rendir las cuentas de lo que hemos atesorado [San Mateo 6:20] o los talentos que no pusimos a disposición de su Reino.
Con la fe en la palabra y la esperanza en la misericordia del
Señor, esperemos que esta tribulación sea superada y que el día ansiado y
esperado de la purificación [San Juan
13:4-5] (%)
y a los tres días luego de ese evento podamos vivir una vida plena en el
Espíritu y en su momento disfrutemos del Sumo Bien en la vida eterna.
(%) 13/April/2017
Jueves Santo.
AVE MARIA PURISIMA, SIN
PECADO CONCEBIDA.
AVE MARIA PURISIMA, SIN
PECADO CONCEBIDA.
AVE MARIA PURISIMA, SIN
PECADO CONCEBIDA.
AMEN.
Salmo 141 (140)
Salmo. De David.
1 Yo te invoco,
Yahveh, ven presto a mí, escucha mi voz cuando a ti clamo. 2 Valga ante ti mi
oración como incienso, el alzar de mis manos como oblación de la tarde.
3 Pon, Yahveh, en
mi boca un centinela, un vigía a la puerta de mis labios (*). 4 No dejes que tienda mi corazón a cosa mala, a perpetrar
acciones criminales en compañía de malhechores, y no guste yo lo que hace sus
delicias.
5 Que el justo me
hiera por amor (**), y me corrija,
pero el ungüento del impío (***) jamás lustre mi
cabeza, pues me comprometería aún más en sus maldades. 6 Han quedado a merced
de la Roca, su juez, los que oyeron con regodeo mis palabras:
7 «Como piedra de
molino estrellada por tierra son esparcidos nuestros huesos a la boca del
seol.»
8 Hacia ti, Señor
Yahveh, miran mis ojos, ¡en ti me cobijo, no desampares mi alma! 9 Guárdame del
lazo que me tienden, de la trampa de los malhechores.
10 Caigan los
impíos, cada uno en su red, mientras yo paso indemne.
(*) Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca. [San
Lucas 6:45]
(**) El Justo es Nuestro Señor que permite que debido a
nuestras mismas acciones padezcamos lo que denominamos pruebas y algunos
afortunados sufrir incluso las llagas de Nuestro Señor como almas victimas.
(***) El impío es satanás, padre de la mentira y del
engaño.
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