Fátima y «los
últimos tiempos»
02/02/2016por
Germán Mazuelo-Leytón.
San Luis
María Grignion de Montfort, (1673-1716) -dice el P. Andrea D’Ascanio ofm cap-,
es el único santo que se fija en el futuro de la Iglesia. Ningún otro, ni antes
ni después, ha hablado de los apóstoles de los últimos tiempos que prepararán el
retorno glorioso de Jesús sosteniendo la última batalla apocalíptica que
precederá la llegada del Reino que Jesús nos hace pedir en el Padrenuestro.
«El lenguaje cristiano
da el nombre de últimos tiempos a un período de una
duración sin duda indeterminada que puede comprender años o siglos, pero, en el
que las catástrofes o los acontecimientos de cualquier género, particularmente
los lutos de la Iglesia, sus caídas y sus triunfos, en fin, todo tendrá un carácter
extremo y, por así decir, terminal, que preparará la segunda llegada de Cristo.
(…) Esto es lo que nosotros llamamos parusía. Esta vuelta de Cristo
es el objeto de nuestra fe y el Maestro mismo nos ha mandado velar y esperar
(…). Su fecha se mantiene como secreto de Dios».1
Montfort habla de los últimos tiempos en tres de sus escritos: El Secreto de María (SM), Súplica Ardiente
(SA) y Tratado de la Verdadera Devoción (VD). Las tres obras nos desvelan
en cuatro fases «la época final de la Iglesia»2.
Primera fase: situación trágica de la Iglesia
«¡Tu Evangelio,
abandonado! ¡Torrentes de iniquidad inundan toda la tierra! ¡Arrastran a tus
mismos servidores! ¡La tierra entera está desolada! ¡La impiedad se asienta en
el trono! ¡Tu santuario está profanado! ¡La abominación se halla hasta en el
lugar santo!» (SA 5; ver también SA 14: «los torrentes de iniquidad que van
creciendo»). La misma Iglesia se ha convertido en «heredad agobiada», «¡tan
debilitada y manchada por los crímenes de sus hijos!» (SA 20) Montfort desvela detrás de la dominación del pecado la actuación
del diablo que irá aumentando «hasta que llegue el anticristo» (VD 51).
Segunda fase: intervención divina y compromiso
histórico-salvífico
Dios intervendrá
mediante «un diluvio de fuego, de amor y de justicia» (SA 15-16), por mediación
del Espíritu y la acción múltiple de María (SA 13, 15, 24-25; VD 49-56), pero
llamará también a los hombres, sobre todo a los «apóstoles de los últimos
tiempos» (VD 58), para que colaboren con él neutralizando el contraprograma del
diablo. Su tarea tendrá un doble aspecto: «destruir el pecado y establecer el
reino de Jesucristo» (SM 59).
Tercera fase: segunda venida y reino de
Jesucristo
«Dios vendrá una segunda vez, como lo espera toda la
Iglesia, para reinar en todas partes y juzgar a vivos y muertos» (SM 58). En
efecto, Jesús «viene otra vez al mundo […] para reinar en él» (VD 158); «el
conocimiento y el reinado de Jesucristo han de dilatarse en el mundo» (VD 13);
«pedirás tú mismo a Jesús, en unión con María la llegada de su reino a la
tierra» (VD 272). Este reino de Jesús se realiza «en los corazones» (VD 113) o
«en nuestra alma» (VD 68). Jesús reinará cuando, por mediación de María, sea
conocido, amado y servido (VD 49). «¿Cuándo llegará ese tiempo dichoso en que
la excelsa María sea establecida como Señora y Soberana en los corazones, para
someterlos plenamente al imperio de su excelso y único Jesús?» (VD 217).
María Santísima prepara el reinado de Jesucristo,3 segunda venida del Señor al mundo. Venida «fulgurante… gloriosa…
que representa una larga duración, los últimos tiempos, quizás un período de
siglos», que desembocará posiblemente en ese milenio misterioso del que nos
habla el Libro de la Revelación.
Cuarta fase: el diluvio de fuego de la justicia
y el último juicio
Montfort describe el final de los tiempos y del mundo en una
perspectiva neumatológica y luego cristológica. Según la primera versión, al
diluvio de fuego seguirá el «diluvio de fuego, de amor, de justicia», expresión de la cólera
divina, que «reducirá toda la tierra a cenizas» (SA 16-17). En la versión
cristológica, al reino de Cristo en el mundo, como consecuencia de su segunda
venida o parusía, sucede el juicio universal: Dios vendrá «para
reinar en todas partes y juzgar a vivos y muertos» (SM 58). Entonces los mismos
últimos tiempos se acabarán y empezará la escatología propiamente dicha, es
decir la eternidad.
Sor Lucía le transmitió al Padre Agustín Fuentes lo siguiente:
“Padre, la Santísima
Virgen no me dijo que estamos en los últimos tiempos del mundo, pero Ella me lo
hizo comprender por tres razones.”
(La batalla final). «La primera razón es porque Ella me dijo que el Diablo está
empeñado en una batalla decisiva contra la Virgen. Y una batalla decisiva es la
batalla final, donde un bando será victorioso y el otro sufrirá la derrota.
Por lo tanto, de ahora en adelante debemos elegir los bandos. O estamos con
Dios o estamos con el diablo. No hay otra posibilidad».
(Los últimos remedios). «La segunda razón es
porque Ella dijo a mis primos y a mí misma, que Dios está dando los dos últimos
remedios al Mundo. Estos son: el Santo Rosario y la Devoción al Inmaculado
Corazón de María. Estos son los dos últimos remedios, lo cual significa que no
habrá otros».
(El pecado contra el Espíritu Santo). «La tercera razón es
porque en los planes de la Divina Providencia, Dios siempre antes de castigar
al Mundo, agota todos los otros remedios. Entonces, cuando ve que el Mundo no presta atención a pesar de
todo, como decimos en nuestra imperfecta manera de hablar, Él nos ofrece con
una cierta inquietud el último medio de salvación, Su Santísima Madre. Y es con
una cierta inquietud, porque si nosotros despreciamos y rechazamos estos
últimos medios, no tendremos ningún otro perdón del Cielo, porque habremos
cometido un pecado que el Evangelio llama “el pecado contra el Espíritu
Santo”. Este pecado consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y
consentimiento, la salvación que El ofrece. Recordemos que Jesucristo es un muy
buen Hijo, y que El no permite que ofendamos y despreciemos a Su Santísima
Madre. Debemos tener en cuenta, que a través de muchos siglos de la historia de
la Iglesia, los obvios testimonios demuestran, por los castigos terribles que
han acontecido a aquellos que han atacado el honor de Su Santísima Madre, cómo
Nuestro Señor Jesucristo siempre ha defendido el honor de Su Madre».
San Luis María de Monfort previó que los últimos tiempos serán
como un nuevo Pentecostés, con una abundante efusión del Espíritu Santo que
producirá dos efectos: una santidad más elevada y un celo apostólico que
producirá la conversión del mundo, estos santos, los apóstoles de los últimos
tiempos: “superarán en santidad a la mayor parte de los otros santos… pondrán
por todas partes el fuego del divino amor… extenderán el dominio del Altísimo
sobre el de los impíos, idólatras y mahometanos…con la humildad de su talón,
unidos a María, aplastarán la cabeza del diablo y harán triunfar a Jesucristo…”:
«Yo reinaré a pesar de mis enemigos»4 y el cumplimiento de la profecía de
Fátima: «Al final mi Corazón Inmaculado triunfará».
Germán Mazuelo-Leytón
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1 LHOMEAU, A, La Vierge
Marie et les Apôtres des derniers temps d´apres le B. Louis-Marie de Montfort.
2 DE FIORES, STEFANO ,
“Últimos tiempos”, en Diccionario de Espiritualidad Montfortiana.
3 MONTFORT, SAN LUIS
Mª, Tratado de la Verdadera Devoción, ns. 13 y 217.
4 El Sagrado Corazón de
Jesús a Santa Margarita María de Alacoque.
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