YO SOY EL PAN DE CADA DIA
Agosto 17/2004 10:45
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Hijos míos: Yo soy el pan de cada día. Yo soy el pan de cada día
que se os da espiritualmente en cada sacrificio incruento de la Santa Misa. Yo soy el
pan de cada día que se os da físicamente en cada Cena Pascual. Yo soy el pan de
cada día que se hace vida en vosotros, que alimenta vuestro espíritu y da luz a
vuestros sentidos.
Yo soy el pan bajado del cielo, que se quedó con vosotros. Si
supierais cuán grande es el misterio de la “Transubstanciación”, de la carne y
el espíritu, encerrados en mí hostia ¡Entonces comeríais mí cuerpo y beberíais
mí sangre, con verdadera entrega y amor y en fe sentiríais mí presencia
espiritual en vosotros!
El pan que os doy es “Mi cuerpo y Mí sangre, que por amor a
vosotros, se quedó en la forma de una Hostia consagrada”. “Cada vez que coméis
de mí cuerpo y bebéis de mí sangre, estáis recordando mi cena pascual”. “En
cada Hostia consagrada me ofrezco como Cordero inmolado a la humanidad”.
En cada Hostia consagrada; “estoy vivo y real”. Me doy a
vosotros por amor, me entrego por amor; para que vosotros renazcáis a la vida
del espíritu. Si supierais cuán grande es mí amor y cuán manso y humilde soy
¡entonces, apreciaríais el regalo de cada Eucaristía! Yo soy vuestro Maestro y
Cordero, que me hago alimento espiritual y material para seguir redimiéndoos.
¡Si la humanidad comprendiera el significado tan grande que
encierra cada Hostia consagrada! ¡Entonces cenarían conmigo con más frecuencia!
Hijos míos: soy Yo el que me doy a vosotros, en la sencillez y la humildad de
cada Hostia consagrada. Ahí estoy física y espiritualmente. En cada Hostia me
transfiguro y por amor a vosotros me hago manso; por amor a vosotros ilumino
vuestra oscuridad y limpio vuestro pecado por amor a vosotros; y cuando me
abrís sinceramente vuestro corazón, “Yo entro y moro en vosotros”.
Yo soy el pan bajado del cielo que coméis a veces indignamente;
¡Cómo me duele vuestro desprecio y vuestra falta de conciencia!
No alcanzáis a comprender el misterio del amor que se encierra
en cada comunión. Cada que cenáis, libres de pecado, Yo me hago vida con
vosotros, pero cuando me recibís indignamente o en la mano, no sabéis el
desprecio y la ofensa tan grande que me hacéis. Si yo soy amor y por amor me
entregué y me sigo entregando, entonces ¿Por qué me seguís tratando cual si
fuera, no vuestro Dios, sino el peor de los hombres? Muchos comen mí Cuerpo y
beben mí Sangre, sin haber limpiado antes su casa de mercaderes y de pecado.
¡Oh, que ofensa y agravio me hacéis!
En verdad os digo que todo aquel que come de mi cuerpo y bebe de
mi sangre, en pecado mortal o indignamente, “ES REO DE CULPA Y SE ESTA COMIENDO
El CUERPO Y BEBIENDO LA
SANGRE DE SU PROPIA CONDENACION”.
¡Cuántas comuniones sacrílegas hacéis! ¿No habéis tomado
conciencia de que es mí Espíritu y mí Cuerpo el que entra en vosotros? ¿El que
se da por amor? ¿Entonces por qué tanto desamor si Yo vengo a romper vuestras
cadenas y a liberaos del yugo de pecado? ¿Entonces, por qué no me recibís como
a vuestro libertador y Señor? ¿Por qué no me abrís las puertas de vuestro
corazón y vuestra alma? ¡Limpiaos y aseaos de toda mancha y de todo pecado para
que podáis cenar conmigo! ¿Qué responderéis mañana cuando os juzgue por vuestra
falta de caridad, sinceridad y compromiso, por todas vuestras comuniones
sacrílegas e indignas que hacen llorar mí Espíritu? Os dejé el sacramento de la
confesión para que os bañarais de vuestros pecados y fuerais purificados y
aseados de toda mancha, con el sacramento de la comunión, pero cuántos de
vosotros, ¡Millones! no entienden el significado que encierra cada Hostia
consagrada. “En ella estoy Yo vivo y real dándome como cordero inmolado”.
¡Pobres hijos míos! ¡Hasta cuándo os tendré que soportar!
¡DESTESTO CADA COMUNIÓN EN LA MANO! VUESTRO MAESTRO Y SALVADOR QUE DECÍS QUE
SOY ¿SI MERECE TAN VIL DESPRECIO? ¡HIJOS INSENSATOS! ¿NO SABEIS QUE CON ESA
ACTITUD SE ENTRISTECE MI ESPIRITU Y LLORAN MIS ANGELES EN El CIELO ANTE
SEMEJANTE DESFACHATEZ? ¡QUE IGNORANTES SOIS Y QUE POCO VALGO PARA VOSOTROS!
Mañana cuando os llame a la puerta y os recuerde vuestros
desprecios ¿Qué me contestareis? ¡Pensadlo bien hijos míos! ¡Cambiad tal
actitud para conmigo! para que después cuando lleguen al tribunal supremo, no
tengáis de que lamentaros, porque también entonces seréis tratados de la misma
manera y la puerta se os cerrará y tampoco tendré caridad y compresión, así
como no la tenéis conmigo. Os lo repito:
“Si no cambiáis, yo tampoco tendré compasión con vosotros,
cuando llegue vuestra hora”. “YO SOY El PAN VIVO BAJADO DEL CIELO QUE SE OS DA
EN CADA HOSTIA CONSAGRADA”. Pensadlo y meditadlo Y cambiad de actitud para que
cuando os presentéis ante Mí; no tengáis de que lamentaros. “Porque en verdad
os digo que seréis tratados también como reos de culpa”. ¡Pensadlo bien hijos
míos! Y no hagáis entristecer más mí Espíritu. “OS ESPERO PARA QUE CENEMOS
JUNTOS. YO SOY El CORDERO INMOLADO, JESUS SACRAMENTADO.
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