¿¿Los negocios no son compatibles con El Evangelio??
Ummm…
depende.
La” riqueza mala”, para llamarla de
alguna manera, que genera un negocio licito transmuta a “riqueza buena” cuando
la prosperidad o renta que genera el negocio es distribuida equitativamente
razonable entre los dueños, el estado, los trabajadores, los proveedores, y la
comunidad.
¿Es posible realizar tal gestión?
Sí.
Existe un pecado capital que se llama
“avaricia”, muchos negocios [sino todos] por el enfoque o manera en que son gestionados caen
en ese pecado. No obstante, para el propietario de un negocio, sea la dimensión
o tamaño que este sea, si tiene claro como se administran las finanzas de un
negocio acompañadas de la gestión operativa y del marketing, todo bajo una
armonía de principios espirituales, puede lograrse, solamente se necesita que
los propietarios o accionistas controlen el demonio de la avaricia y que el
ánimo no sea de atesorar y atesorar solamente para disfrutar del demonio del
poder.
¿Pero en esta época en que todo es competitividad, y todo es
alrededor de la vanidad, es posible lograr una empresa armonizada con el
Evangelio?
Sí. Todo es posible, dependiendo del
espíritu y compromiso con El Señor que los propietarios del negocio desean.
¿Y cómo se inicia o se logra esto?
En general todo inicia con la finanzas
y termina con las finanzas, en medio quedan los demás procesos de apoyo, el
dinero invertido debe regresar en más dinero, este debe incluir la parte de la
inversión y lo que llamamos en este mundo “ganancia o utilidad”, también cuando
ese dinero retorne al socio, accionista, dueño o inversionistas, ya debe
regresar limpio del pecado de la avaricia, el dinero tuvo que haber generado
bienestar para todos los que participaron en su circulación, me refiero a los proveedores,
los trabajadores, los clientes, el gobierno, la sociedad.
El primer punto de inicio es el cambio
en la mentalidad del dueño, así le llamaremos de ahora en adelante; el dueño
debe evitar ir a la iglesia a orar y pedir para multiplicar sus ganancias pero
sin pensar en los demás, porque recordemos que las utilidades o ganancias de un
negocio pueden llevar intrínsecas muchos pecados, por ejemplo si no sabemos
colocar precios es probable que estemos estafando a los clientes, o
posiblemente con esos precios ser desleales en la competencia con el prójimo, o
el precio no me ayuda a pagar salarios más altos que el promedio, o estoy
engañando a los proveedores porque no les pago a tiempo, etc., etc.
Lo importante en la gestión de negocios
respetando los evangelios son las personas, la sola utilidad o perdida en
negocios no es representativa de nada, la utilidad o ganancia debe reunir la
cualidad de que ha satisfecho a todos los actores de la cadena de valor. Hay
que partir de una premisa, la riqueza que pueda tener alguien, ha sido generada
porque El Señor lo ha permitido y siendo Él, el dueño de toda la creación, los
bienes los reparte más que como un premio, los da como una prueba, ya que la
riqueza puede servir para condenarse o para salvarse. Entonces en este punto,
las personas que por una u otra razón se dedican a los negocios, comprando y
vendiendo, o comprando, produciendo y vendiendo, o simplemente invirtiendo
dinero en empresas, deben asumir que esos bienes son entregados en comodato,
porque deben acordarse que al morirse aunque el ataúd sea de caoba o cedro,
o que el cuerpo este embalsamado con los mejores perfumes y esencias, los
restos serán iguales que las de cualquier pobre y peor aún, no se llevaran
nada, porque lo qué es del mundo, en el mundo se queda.
Un paréntesis, a su majestad nuestro
Señor Jesús, no solamente lo seguían enfermos de lepra, ciegos, mudos, no,
también lo seguían gente que tenia buena posición económica, San Lázaro, el
santo que resucito El Señor, tenia propiedades y siervos a su servicio y
colaboro con El Señor cubriendo gastos de sus apóstoles, porque cuando
decidieron seguirle ya no Vivian nada más que de la palabra; también Santa
Magdalena, la misma Santísima Virgen María, sus padres San Joaquín y Santa Ana
tenían una posición privilegiada, no obstante cuando la Santísima Virgen María
se desposa con San José, que era muy pobre, asume la pobreza de este. Entonces
los ricos del mundo, los ricos materiales, también pueden seguir al Señor y
sentarse a la mesa con Él a disfrutar del banquete Eucarístico.
Entonces volviendo al tema, lo primero
es cambio de actitud, sino hay un cambio penitencial en cambiar la mentalidad
de ganar dinero solamente para alimentar el ego, no sirve de nada.
En las próximas entregas hablaremos de cómo
se gestiona en la práctica con el evangelio en la mano.
Hasta luego.
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