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sábado, 13 de diciembre de 2014

La voz, la comunicación...




A Propósito de: La voz.

Desde pequeños, si fuésemos educados que la vida espiritual es en realidad la razón de ser de los humanos, y educados en administrar bien la palabra a fin de no ser reactivos a la palabra que otros nos dirigen, ni responder en automático según nos viene a la mente la respuesta, que en muchas sino en todas ocasiones compromete nuestra alma, sino tener la capacidad de meditar antes de hablar y ser capaces de filtrar que decir y qué no decir. 

Muchas veces sin darnos cuenta blasfemamos porque muchos de nosotros no estamos velando y nos distraemos y nos dejamos llevar por lo sensitivo, la autorrealización personal nos condena y somos incapaces de aguantar, digamos, una crítica hacia alguno de nuestros defectos o un halago por alguna acción realizada o algún don en especial, ambos, la crítica y el halago,  si no los sabemos administrar y recibir apropiadamente haremos maltrato en nuestra alma. Con la crítica en la defensa del orgullo podemos herir verbalmente al prójimo y en el halago nuestro orgullo se podría inflar y de repente creer que somos autosuficientes y que todo lo grande que somos es por nosotros mismos y no por obra y gracia del Espíritu Santo.

La vida religiosa y espiritual debiera estar tanto en la acción social y laboral; alguna vez escuche declarar a un gerente general, que pertenecía a un grupo religioso católico, que en el trabajo la palabra de Dios no era necesario ejecutarla porque la empresa tenía sus normas y que él cuidaba el capital de los dueños para hacerlos producir; creo qué había entendido mal la parábola de los talentos; para un administrador de empresas es importante la palabra, con ella puede hacer que un trabajador, gozando un mal salario y pésimas condiciones laborales, regrese a su casa al final de la jornada laboral al menos con la alegría espiritual, de que a pesar de las circunstancias en que desempeña sus labores es considerado hijo de Dios y el trato que recibe es de respeto Cristiano.

Interesante el evangelio San Juan 1,6-8.19-28, la voz que clama en el desierto, ya que a través de la palabra se libran las batallas espirituales, a través de la palabra se hacen invocaciones, la palabra tiene un efecto de engrandecer el corazón o entristecerlo para las personas a las que emitimos nuestras palabras; si los ojos son la lámpara del alma, entonces los oídos es por donde se fortalece o deprime el alma.

De la boca salen los frutos del corazón -San Lucas 6:45-, una pequeña murmuración dicha a propósito por quien emite la palabra puede causarle daño al tercero de quién se está deseando causar el daño, y como somos malos oyentes cuando transmitimos el mensaje lo transmitimos según nuestra capacidad de analizar y de expresarnos, me refiero a que cuando una murmura va de boca en boca, cada persona que participa en esa cadena esta pecando, y esta pecando gravemente, ya sea una mentira o no, ya que ninguno de nosotros puede robarle al Señor la capacidad de juzgar, ya que el único que puede juzgarnos es Él.

En los grupos sociales casi siempre es necesario la murmura para poder entonar en alguna reunión, ya sea fiesta o de cualquier motivo, la palabra tiene el poder de hacer caer santos y fortalecer demonios. En los trabajos es muy dado que los bajos perfiles de comunicación sean la manera en que se gestiona el poder de la voz transmitida como comunicación.

Muchos gerentes ante nuestra incapacidad profesional o defecto de personalidad manifestado como inseguridad, siempre necesitamos escuchar de subalternos o jefes que  hacemos bien las cosas y que somos perfectos y recurrimos a la comunicación informal pero no para fortalecer el clima organizacional, sino que para sentirnos seguros de que lo que hacemos no está amenazado por algún gerente subalterno, sino tenemos esa retroalimentación andamos como que nos han amenazado , es decir inseguros, suele suceder que la gestión de las empresas se realice a través de “chambre”, pasa muchas veces que en esa comunicación informal el gerente pasa sobre la comunicación del gerente de línea, que orgánicamente depende de él, y a través de subalternos trata de enterarse como va tal o cual cosa, muchas veces el miedo a que el subalterno inmediato nos mueva el piso y aspire a nuestra posición laboral, nos conduce a esto.

Para no caer en el pecado, como dirigente o encargado de un grupo de personas, es no caer en comentarios privados con los que están bajo nuestro cargo, así evitamos hacer creer a otros que son de nuestra confianza y evitamos pecar gravemente al juzgar

La retroalimentación es importante en cualquier proceso a fin de entender si las personas que están bajo responsabilidad de ejecutar tal o cual tarea la entienden y son capaces de llevarla a su finalización sin demoras o desperdicios que incrementan el costo del bien o servicios que se están produciendo.

Retroalimentación es diferente a chambre, aquel que mucho se le ha dado –San Lucas 12:48- mucho se le exige, me refiero a que ser gerente general o director de un grupo de trabajadores, ya sea como alto ejecutivo o como jefe, supervisor, etc. –Romanos 13:11-, es un gran compromiso celestial, usualmente cuando tenemos posiciones privilegiadas en las organizaciones, ya sea por el estatus, por el salario, por las prestaciones laborales, etc. tendemos a engreírnos y todopoderosos, en ese estado espiritual olvidamos que tenemos que rendir cuentas tanto de nuestra palabra como de nuestra acción, y no a los dueños del negocio, que para ellos en tanto el negocio de utilidades y cash todo está bien, sino al dueño de todo, al único.

La palabra tiene poder, por medio de la palabra empujamos nuestras vidas y en una empresa u organización sino es por la palabra no habría oportunidad de gestionar o diagnosticar apropiadamente la actividad de cada momento, porque es cierto que con la tecnología casi la palabra va desapareciendo y los mensajes de texto y correos electrónicos abundan, pero siempre se necesita la palabra para dar vida al mensaje; la impersonalidad en el manejo de la información verbal le resta claridad al mensaje porque cada quien es cada cual y cada quien entiende lo que lee según su modo, que dicho de otra manera, un mensaje bien comprendido a la primera, puede ahorrar disgustos, costos adicionales, retrasos, etc. entonces sí, la palabra tiene poder.



En un sentido espiritual en las empresas u organizaciones, la palabra debería restringirse a los hechos y no a las personas, algunos le llaman a esto objetividad, un tanto difícil, ya que estamos atados a creernos más que otros y los que tenemos puestos con menos salario y prestaciones, digamos puestos no ejecutivos, muchas veces esto genera boicot en los asuntos que debemos resolver, bien en lentitud en hacer las cosas, o mal utilizar los recursos de que se dispone, o no comunicar fallas mínimas que a la falta de mantenimiento preventivo puede resultar en fallas graves traducidas en pérdidas económicas, financieras y lo peor, vidas humanas.




Si un empleado o trabajador comete tal o cual error en la cadena de procesos, sea el proceso que sea, generalmente parte de la culpa es de quien transmitió la voz como orden de mando, para evitar que la comunicación se transforme en un pecado por parte del que da la orden y de quien la recibe, siempre es necesario demarcar las pautas de esto: Toda orden debe ser repetida de viva voz por el que la recibió; con esto se reafirma en entender la situación al mismo lenguaje del que transmitió la orden;  luego durante el proceso “retroalimentar” ya sea presencialmente o a través de reportes la eficiencia y eficacia de lo que se ha solicitado, a la par de esto darle espacio al que está ejecutando la acción de que pueda expresar libremente los pro y contras del proceso a fin de evitar malos entendidos o defectos en la planeación de lo esperado, y por ultimo siempre recordarse de repartir los créditos, es decir, cuando algo se da por terminado ya sea un bien o servicio, no ha sido solamente porque el gerente o supervisor intervinieron, hay que dar gracias al o a los que lo lograron, si bien es cierto que se les paga por hacer su trabajo, pero la palabra tiene poder y dar las gracias es un acto espiritual de humildad de parte de los gerentes o jefes y engrandecemos al pequeño.

Existe la comunicación informal en las organizaciones, que es necesaria para que todos nos llevemos bien y los asuntos se resuelvan de buena manera, no obstante entre comunicación informal y chambre hay un gran abismo de diferencia, realmente la comunicación informal es formal, y los gerentes debiéramos propugnar con nuestro liderazgo el tratar los asuntos abiertamente de tal manera que no queden dudas de nuestro actuar y que todos se sientan parte de la comunidad organizacional.

Hace unos años tuvimos la experiencia de dirigir un departamento que estaba formado por veinte mujeres y un tan solo hombre, eran veintiuna personas a cargo, la exigencia laboral era extrema, y el ambiente un desastre, el jefe anterior se había involucrado con una de las señoritas y el mal uso de la “palabra” había contribuido a ese caos. Gracias al Espíritu Santo logramos darnos cuenta del desorden de interrelaciones entre los trabajadores y la forma en que ejercimos el liderazgo, y funciono, fue no tener conversaciones intimas o privadas cuando alguien llegaba a mi oficina a acusar a otro, implementamos la política de ser juez y no parte, cuando alguien acusaba tenía que estar el acusado en presencia y que ellos dirimieran el asunto hasta el punto en que gerencialmente debía tomar una decisión, gracias a Dios la administración de la “voz”  funciono y el clima organizacional cambio, además de otros cambios en los procesos que le quitaban carga innecesaria al trabajador. Un señor de apellido Furnies, Ferdinand Furnies, especialista en relaciones laborales decía: usted como gerente necesita más a los empleados de lo que ellos lo necesitan a usted; y tenía razón (ya que todos necesitamos de los pequeños para hacer obra espiritual y ejercer el reino de los cielos a través de ellos -San Mateo 25:40-); porque el gerente puede estar en su casa con gripe, y la empresa no para operaciones, pero si el mecánico, el motorista o el bodeguero falta por incapacidad de enfermedad, entonces se complican los asuntos, de ahí que como gerentes o supervisores debemos administrar apropiadamente la palabra, tampoco se trata de ser populacho, sino de hacer las cosas con decencia, respeto a los demás, pronto para oír y tardo para hablar -1ª Santiago 19-, controlar el pequeño timón que guía nuestros cuerpos -   y entregándoselas al Señor para que sea El Espíritu Santo quién obre por nosotros.

En las organizaciones, familiares o laborales, velemos porque lo que salga de nuestra boca sea para crear y no para destruir; es un ejercicio que debemos practicarlo para cristianizar los ambientes laborales y familiares y el manejo de crisis, de esta manera, se lleva sin daños innecesarios a terceros.






Santiago 3:
1. No os hagáis maestros muchos de vosotros, hermanos míos, sabiendo que nosotros tendremos un juicio más severo,
2. pues todos caemos muchas veces. Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo.
3. Si ponemos a los caballos frenos en la boca para que nos obedezcan, dirigimos así todo su cuerpo.
4. Mirad también las naves: aunque sean grandes y vientos impetuosos las empujen, son dirigidas por un pequeño timón adonde la voluntad del piloto quiere.
5. Así también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. Mirad qué pequeño fuego abrasa un bosque tan grande.

Santiago 4:
11. No habléis mal unos de otros, hermanos. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la Ley y juzga a la Ley; y si juzgas a la Ley, ya no eres un cumplidor de la Ley, sino un juez.

--0--
“Oh Espíritu Santo, ven, aprópiate de nuestros impulsos
y transfórmalos en virtud,
que nuestros corazones controlen nuestras lenguas;
que nuestros corazones sean limpios
para que de nuestra boca
solamente broten palabras sabias y edificantes.

Amén.”


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