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lunes, 29 de diciembre de 2014

La Luz





La Palabra, La Luz.

[Comentario al Santo Evangelio según San Juan 1:1-18]



La Palabra, La Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.



La palabra, el poder de los poderes, Dios es palabra, Jesucristo El Señor es la Palabra Humanada; La perfección de la humanidad debería ser alcanzada a través de la buena administración de la palabra, tanto la palabra de Dios como la palabra que nace de cada corazón en cada humano.



El corazón se alimenta de las palabras, el posicionamiento de ideas y diversos sentimientos se atrinchera en el corazón por medio de las palabras; la lámpara del alma son los ojos, los oídos son la puerta al corazón, dime lo que escuchas y meditas, y te diré quién eres.



La palabra tiene la capacidad de albergarse en lo más intimo, en donde ni siquiera el ser humano sabe que lo tiene resguardado, de ahí que nazcan los resentimientos, las frustraciones, las alegrías terrenales, la voluntad, la buena acción y la mala acción. Las neuronas de nuestros cerebros se alimentan del filtro del corazón.



Para revivir muertos Nuestro Señor utilizo la palabra, para echar demonios de posesos utilizó la palabra, para sanar enfermos utilizó la palabra.



La luz es la palabra, Jesucristo El Rey, y brilla en las tinieblas, y las tinieblas no vencieron, y no vencerán nunca, nos hacemos hijos de Dios por medio de la palabra; escudriñando las escrituras elevamos la conciencia de nuestro espíritu y alimentamos dicha conciencia.



El debido uso de la palabra es necesario para alcanzar el cielo, lo que sale de la boca es el fruto del corazón, [San Mateo 5:37. Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno.] Somos propensos a reaccionar a la palabra que nos dirige el prójimo, y muchas veces por la mala educación de la palabra en su administración pecamos por dar respuestas súbitas y sin pensar, comprometemos nuestra alma, ya lo decimos: somos dueños de lo que no hemos dicho, más lo que ya dijimos es propiedad del mundo y puede servir para condenación o para honrarnos.



La adoración permanente de los querubines al Trono de Dios es a través de la palabra.



Acostumbrarnos a no devolver las ofensas verbales o las injurias nos santifica y se condena el que las profiere contra nosotros [Santiago 1:12. ¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman.]; al utilizar la palabra, la voz, alcanzamos el nivel celestial [Santiago 1:19. Tenedlo presente, hermanos míos queridos: Que cada uno sea diligente para escuchar y tardo para hablar, tardo para la ira.]; La única manera en que satanás puede enterarse de nuestros planes, debilidades o deseos, es a través de nuestras palabras, ya que este ser no omnisciente como El Señor, el necesita saber por dónde hacernos caer a través de los vicios que hacemos públicos por nuestra boca, rencores y malas pasiones; por eso es necesario ser parcos y medidos en lo que decimos a otros. [Santiago 1: 21. Por eso, desechad toda inmundicia y abundancia de mal y recibid con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras almas.]



Dios es la palabra, y la palabra es Jesucristo El Señor; es necesario practicar la administración de la palabra para no caer en la tentación, y vivir la Palabra de Dios no solamente leyéndola y aprendiendo de memoria versículos sin llevarlos a la vida diaria practica:



Santiago 1:

22. Poned por obra la Palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos.

23. Porque si alguno se contenta con oír la Palabra sin ponerla por obra, ése se parece al que contempla su imagen en un espejo:

24. se contempla, pero, en yéndose, se olvida de cómo es.

26. Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana.



La palabra tiene poder, y una manera, sino la única, es ser intensos en la oración, rezad, velad constantemente a través de la oración para que nuestro corazón domine la reacción a emitir juicios; es mejor utilizar la palabra para hacer obras de misericordia, alentando al que esta triste y alabando al Señor a cada momento.



La Madre de La Luz, es la Santísima Virgen María, rezar a diario el Santo Rosario fortalece la conciencia espiritual y nos hace fuertes en la administración de la palabra al momento de emitirla.



La Palabra



“-La voz que clama a diario

desde el alba

hasta el ocaso.



Te entrego el día arrodillado

y te entrego la noche de igual manera.



Yo sé qué él tiempo divino

es distinto al humano

y que el clamor de mis ruegos

tarde o temprano

serán escuchados;



Pero Padre Bendito

Luz del Mundo

Cordero de Dios

Ten piedad de mí:



Mira que quiero ser santo

pero sin tu gracia

no logro dominar a la carne,

no logro pausar mis palabras.



Mira que tengo tantas

necesidades temporales;

muchas de ellas

pronto estrangulan mi esperanza

pero así como el ciego de Jericó

corría tras de ti suplicante,

así corro cada segundo del día

Suplicando te detengas.



Y por tu Divino Amor

-No por yo merecerlo

Porque nadie merece nada-

que tu misericordia

me pregunte: Qué sí yo creo

qué tú puedes ayudarme.

Y responderte que Sí creo

y me des la Luz que tanto necesito

para acabar con mi ceguera espiritual.



Divina Luz

Santa Palabra

pon un candado en mi corazón

que solo salgan las palabras justas

para alabarte, para agradecerte

y para bendecir a mi prójimo

especialmente a aquellos

que actúan como dioses

empujados por el orgullo

hacen de este mundo su reino

y se olvidan

que al morir

Nos espera la justicia del Padre Eterno.”



Amén



Saulo de Tarso

Diciembre 30/2014

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