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sábado, 7 de noviembre de 2015

spiritual battle





La batalla espiritual
[MCD-p14 pág. 52]
[Tomado de la historia de la vida de la Santisima Virgen Maria, dictada por ella misma a su amada hija la venerable Sor Maria de Jesus de Agreda recopilada en Mistica Ciudad de Dios]

[Al momento de la captura de Nuestro Señor por parte de la turba de fariseos y demás, luego que San Pedro le cortó la oreja a uno de sus captores y fue llamada la atención por parte del Señor]:

1232. Con esta amorosa corrección quedó advertido e ilustrado San Pedro, como cabeza de la Iglesia, que sus armas para estable­cerla y defenderla habían de ser de potestad espiritual y que la Ley del Evangelio no enseñaba a pelear ni vencer con espadas materiales, sino con la humildad, paciencia, mansedumbre y caridad perfecta, venciendo al demonio, al mundo y a la carne; que mediante estas victorias triunfa la virtud divina de sus enemigos y de la potencia y astucia de este mundo; y que el ofender y defenderse con armas no es para los seguidores de Cristo nuestro Señor, sino para los príncipes de la tierra, por las posesiones terrenas, y el cuchillo de la Santa Iglesia ha de ser espiritual, que toque a las almas antes que a los cuerpos.

Luego se volvió Cristo nuestro Señor a sus enemigos y ministros de los judíos y les habló con grandeza de majestad y les dijo: Como si fuera ladrón venís con armas y con lanzas a prenderme, y nunca lo habéis hecho cuando estaba cada día con vosotros, ense­ñando y predicando en el templo; pero ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas (Mt 26, 55; Mc 14, 48; Lc 22, 53). Todas las palabras de nuestro Salvador eran pro­fundísimas en los misterios que encerraban, y no es posible com­prenderlos todos ni declararlos, en especial las que habló en la oca­sión de su pasión y muerte.

1233. Bien pudieran aquellos ministros del pecado ablandarse y confundirse con esta reprensión del divino Maestro, pero no lo hicieron, porque eran tierra maldita y estéril, desamparada del rocío de las virtudes y piedad verdadera.

[Pedir intercesión de la Santísima Reyna en la tribulación y al flaquear ante la tentación y en toda tribulación, y en este párrafo ante la soberbia de judas que aunque sintió remordimiento por lo que había hecho no tuvo la humildad para arrodillarse ante la Santísima Madre para pedirle perdón por haber entregado al Rey de Reyes]:
MCD –P14 Pág. 55 (1235)…Y si el desdichado los admitiera y comenzara a res­ponder a ellos, esta Madre de misericordia muchos más le alcanzara y finalmente el perdón de su maldad, como lo hace con otros gran­des pecadores que a ella le quieren dar esta gloria y para sí granjean la eterna. Pero Judas Iscariotes no alcanzó esta ciencia y lo perdió todo, como diré en el capítulo siguiente.

[Meditar la pasión del Señor rezando con el Santo Rosario y el Santo Viacrucis]:
MCD –P14 Pág. 56 (1237). Hija mía, en todo lo que vas escribiendo y entendiendo por mi doctrina, vas fulminando el proceso contra ti y todos los morta­les, si tú no salieres de su parvulez y vencieres su ingratitud y gro­sería, meditando de día y de noche en la pasión, dolores y muerte de Jesús crucificado. Esta es la ciencia de los santos que ignoran los mundanos, es el pan de la vida y entendimiento que sacia a los pequeños y les  da sabiduría, dejando vacíos y hambrientos a los soberbios amadores del siglo. Y en esta ciencia te quiero estudiosa y sabia, que con ella te vendrán todos los bienes (Sab 7, 11). Y mi Hijo y mi Señor enseñó el orden de esta sabiduría oculta, cuando dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, si no es por Mí (Jn 14, 6). Pues, dime, carísima, si mi Señor y Maestro se hizo camino y vida de los hombres por medio de la pasión y muerte que padeció por ellos, ¿no es forzoso que para andar este camino y profesar esta verdad han de pasar por Cristo crucificado, afligido, azotado y afrentado? Atien­de, pues, ahora la ignorancia de los mortales que quieren llegar al Padre sin pasar por Cristo, porque sin haber padecido ni haberse compadecido con Él, quieren reinar con Su Majestad; sin haberse acordado de su pasión y muerte, ni para gustarla en algo ni agra­decerla de veras, quieren que les valga para que en la vida presente y en la eterna gocen ellos de deleites y de gloria, habiendo padeci­do su Criador acerbísimos dolores y pasión para entrar en ella y dejarles este ejemplo y abrirles el camino de la luz.


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