SANTA MARIA
MAGDALENA
De los apuntes de “Mística Ciudad de Dios”, la Vida
de La Santísima
Virgen María dictada por ella misma a Sor María de Jesús de
Agreda.
Del retiro de Santa María Magdalena a la vida contemplativa
luego de las ascensión del Señor a los Cielos:
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1084. Después de los
dos Apóstoles San Pedro y San Juan Evangelista, fue muy amado de la Madre santísima el
Apóstol Santiago, hermano del
Evangelista, y recibió este Apóstol admirables favores de mano de la gran
Señora, como de algunos veremos en la tercera parte (Cf. infra p. III n. 325,
352, 384, 399). Y también San Andrés fue de los carísimos de la Reina , porque conocía que
este Gran Apóstol había de ser especial devoto de la pasión y cruz de su
Maestro y había de morir a imitación suya en ella. Y aunque no me detengo en
los demás Apóstoles, pero a unos por unas virtudes y a otros por otras, y a
todos por su Hijo santísimo, los amaba y respetaba con rara prudencia, caridad
y humildad. En este
orden entraba también la
Magdalena , a quien miró nuestra Reina con amoroso afecto, por
el amor que tenía ella a su Hijo santísimo y porque conoció que el corazón de
esta eminente penitente era muy idóneo para que la diestra del Todopoderoso se
magnificase en ella. Tratóla María
santísima muy familiarmente entre las
demás mujeres y la dio luz de altísimos misterios, con que la enamoró
más de su Maestro y de la misma Señora. Consultó la Santa con nuestra Reina los
deseos de retirarse a la soledad para vacar al Señor en continua penitencia y
contemplación, y la dulcísima Maestra le dio una grandiosa instrucción de la
vida que en el yermo guardó después la
Santa , y fue a él con su beneplácito y bendición, y allí la
visitó por su persona una vez, y muchas por medio de los Ángeles que la enviaba
para animarla y consolarla en aquel horror de la soledad…
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JUAN 20
1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro
cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro.
11 Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba
se inclinó hacia el sepulcro, 12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde
había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13
Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han
llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» 14 Dicho esto, se volvió y
vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15 Le dice Jesús: «Mujer,
¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del
huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo
me lo llevaré.» 16 Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní»
- que quiere decir: «Maestro» -. 17 Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no
he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y
vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» 18 Fue María Magdalena y dijo a los
discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.
Palabra de Dios.
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