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domingo, 27 de septiembre de 2015

mason project...







Mason Project


…Esta es la realidad que estamos viviendo y que nos sumerge de lleno en el peligro que la Iglesia actual está sufriendo debido a la infiltración masónica. Ya desde 1972 Nuestro Señor le decía a la mística Filiola lo siguiente: “Se ha dejado conducir a la Iglesia en las manos de un espíritu como masónico”. Este proyecto masónico ha traído como consecuencia un relajamiento y pérdida de la importancia de la confesión individual; la desvalorización de la Eucaristía; que se comulgue de pie y en la mano; un relativismo de la moral; una supresión a todo tipo de sacrificio y penitencia corporal, considerándose como algo exagerado y anticuado; una alteración al sentido del pecado; un mayor libertinaje en la Liturgia; menor piedad y misticismo en las iglesias; disminución notable en oraciones como el Via Crucis, adoraciones, reparaciones eucarísticas, procesiones, etc.; una tergiversación del sentido del sacrificio en la Santa Misa en pro de un mero banquete pascual; disminución del hábito religioso y signo sacerdotal; una aversión a los dogmas; una explicación de la fe religiosa como un fenómeno subjetivo; una voluntad de penetrar en las instituciones de la Iglesia para irlas modificando sin violencia.
Por lo anterior, no es extraño, y aún parece lógico que un gran sector de la Iglesia, tanto de laicos como de sacerdotes, obispos y cardenales propugnen por cambios radicales en la Iglesia, tales como la cesación del celibato sacerdotal y su apertura lícita al matrimonio; la opción de la mujer a aspirar al sacramento del orden sacerdotal; el reconocimiento moral de los medios artificiales de anticoncepción; respeto y reconocimiento a los derechos de homosexuales y lesbianas a ejercer su propia opción de “género”, asimilando su unión al vínculo matrimonial y posibilidad de derecho de adopción; una real democracia dentro de la Iglesia que permita una mayor “colegialidad” otorgando mayores derechos y poderes a las Conferencias Episcopales; replantear ciertos criterios que tienen como base la infalibilidad papal; reconsiderar la posibilidad de voto a los fieles en materia de doctrina y teología, etc.
Todas estas propuestas son una realidad abrumadora en un sector de la Iglesia, parte por esa influencia masónica como por el error e ignorancia al desconocer la verdadera naturaleza de la Iglesia. Es decir, es necesario recordar que la Iglesia Católica es una institución humana y divina, espiritual y visible a la vez (Lumen Gentium 8). No se olvide que la Iglesia es una institución que proclama la salvación eterna en Jesucristo, por el mandamiento supremo del amor y la participación de los sacramentos. La Iglesia camina en el tiempo pero su fin es sobrenatural, y esta lógica de fondo no comulga con la lógica humana, ni de una empresa, ni de un partido político, ni siquiera de otra iglesia o denominación religiosa.
Dicho en otras palabras, el catolicismo tiene tres dimensiones: 1) En primer lugar es una doctrina que no está sujeta a los vaivenes de la historia, ni es cambiante. Procede del Antiguo y Nuevo Testamento junto a la Tradición de los Apóstoles. 2) Una segunda dimensión es la ética del hombre que se fundamenta en los mandamientos que vienen directamente de Dios. Aquí se expresa la verdad de Dios sobre lo que hay que creer y hacer. Aquí no caben explicaciones psicológicas, históricas, naturales, antropológicas o políticas que pretenden relativizar todas las conductas. Aquí no caben componendas. 3) Y el tercer aspecto es su organización visible, pero no sigue el modelo democrático sino el de la unidad, que tampoco significa consenso político. La unidad es en torno al obispo de Roma, sucesor de Pedro, a quien Jesucristo eligió como cabeza de los apóstoles, cuyos sucesores son los obispos. Y más consecuencias se siguen de esto.

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