Las Quince Oraciones
Reveladas Por Nuestro Señor a
Santa Brígida de Suecia
En La
Iglesia de San Pedro, En Roma.
ORACIONES
Aprobadas por El Papa Pio IX
Magnificas Promesas Transmitidas a Santa Brígida de Suecia
Tocante a las Revelaciones de Santa Brígida, el Papa Benedicto
XV se expreso de la siguiente manera;
“La aprobación de estas
Revelaciones implica nada más que esto: Después de una exanimación lenta y
detenida, se permite publicar estas Revelaciones, para el bien espiritual de
todos los fieles. Y, aunque no se les atribuye el mismo grado de fe, igual al que
se le rinde a las Verdades de la
Religión bajo pena; sin embargo, se les permite creer con fe
humana. Es decir, conforme a las reglas de prudencia, por las cuales son
probables. Por tanto, estando ya adecuadamente afirmadas y apoyadas por
suficientes motivos, pueden ser piadosamente creídas.”
(Les Petits
Bollandisteis, Tome XII)
El día 14 de Junio de
1303, nació Santa Brígida. En ese momento, el Cura de Rasbo, llamado Benito,
oraba por un feliz parto de la Señora
Ingeborde. Súbitamente, se encontró el Cura envuelto en una
nube luminosa; y de la cual se le apareció la Santísima Virgen ,
diciéndole:
“Una niña ha nacido en
Birger; y se oyerá su voz por todo el mundo”. Sagli, die XXIV Aprilis 1903
Imprimátur. F.J. GIRARD, V.G.
Estas Oraciones y Promesas fueron copiadas de un libro impreso
en Tolosa (Francia), en el año 1740. Se publicaron por el Padre Adrien
Parvilliers, de la Compañía
de Jesús. El Padre Adrien era Jesuita, Misionero Apostólico, en la Tierra Santa. Este Sacerdote
obtuvo la aprobación, el permiso y la recomendación que se requería para
difundir estas Oraciones.
Los Padres de Familia, Maestros y Maestras que enseñan estas
Oraciones a los pequeños, por lo menos durante un año, serán premiados de Dios.
Esta Promesa se aplica igualmente a los que facilitan a otros. Se les asegura
el privilegio de ser preservados durante la vida, de todo accidente grave, que
pudiera ocasionar la perdida de alguno de sus cinco sentidos.
El Papa Pio IX declaró conocimiento de estas Oraciones con el
acto de presentar el Prologo. De esta manera, el Sumo Pontífice admitió la
autenticidad de estas plegarias por el bien de las almas; y firmó la aprobación
en el día 31 de Mayo de 1862.
Este veredicto del Santo Padre Pio IX fue confirmado con actos
tangibles y concretos. Las Promesas ya se han realizado a favor de todas las
personas que han rezado estas Oraciones. Además, se han producido numerosos
hechos sobrenaturales. Por este medio, Dios se ha dignado dar a conocer la
rigurosa veracidad de estas Oraciones y Promesas. Una colección de pequeños
libros, incluyendo estas oraciones, fue aprobada por el Gran Congreso de
Malines, en el día de Agosto 22, de 1863.
Pregunta:
Para obtener los PRIVILEGIOS, ¿es necesario rezar las Oraciones
cada día, y sin interrupción?
Respuesta:
Lo menos posible se debe faltar. Pero, si por alguna razón grave
se faltase alguna vez, no se perderán los PRIVILEGIOS si se continúan rezando
las Oraciones diariamente por el año entero. Suponiendo que durante el año
completo se rezan 5480 Oraciones, todo permanecerá intacto, al completar lo que
había faltado. Se debe rezar con devoción; concentrado en las palabras que se
pronuncian.
Estas Oraciones pueden
servir también de Vía Crucis.
Los que visitan la
Iglesia de San Pablo en Roma, todavía pueden contemplar el
Crucifijo Milagroso, colocado arriba del Sagrario, se encuentra en la Capilla del Santísimo
Sacramento. Este Crucifijo Milagroso fue esculpido por Pierre Cavallini. Es el
mismo Crucifijo ante el cual estuvo arrodillada Santa Brígida cuando recibió
estas 15 Oraciones del mismo Nuestro Señor. Además, en esa misma Iglesia de San
Pablo hay una inscripción conmemorando este evento; y dice así en Latín:
“Pendentis,
Pendente Dei verba accepit aure accipit et verbum corde Brigitta Deum. Anno
Jubilei MCCCL”
Por mucho tiempo Santa Brígida había deseado saber cuántos
latigazos había recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Un cierto día se le
apareció Jesucristo, diciéndole:
“Recibí en Mi Cuerpo
cinco mil,
cuatrocientos ochenta latigazos; son 5,480 azotes. Si quieres honrarlos
en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padre Nuestro; también 15
veces el Ave María, con las siguientes Oraciones, durante un año completo. Al
terminar el año, habréis venerado cada una de Mis Llagas.” (Nuestro Señor mismo le dicto
las Oraciones a la Santa )
Las Promesas
1.
Librare
del Purgatorio a 15 almas de su parentela o linaje.
2.
15
Almas de su parentela o linaje serán preservadas y confirmadas en la gracias.
3.
Quince
pecadores de su linaje serán convertidos.
4.
El
que rezare estas Oraciones, alcanzar el primer grado de la perfección.
5.
Quince
días antes de su muerte, le daré el alimento de Mi Sagrado Cuerpo, para que se
escape del hambre eterno; y le daré de beber de Mi Preciosísima Sangre, para
que no padezca de sed eternamente.
6.
Quince
días antes de su muerte, sentirá contrición profunda por todos sus pecados; y
tendrá conocimiento perfecto de todas sus culpas.
7.
Yo
pondré el Signo de Mi Victoriosa Cruz delante de él, para que sea su amparo y
defensa contra las asechanzas de sus enemigos.
8.
Antes
de su muerte, vendré a él con Mi Carísima y Bienamada Madre.
9.
Benignamente
recibiré su alma; y le conduciré a las delicias eternas.
10.
Y
habiendo conducido a esta alma hasta las Mansiones Eternas, allí le daré a
beber del Manantial de Mi Divinidad; cosa que no haré con los que no hayan
recitado mis oraciones.
11.
Haz
saber que el que haya vivido en estado de pecado mortal aun por 30 años, si
rezare devotamente estas Oraciones, o si hubiere propuesto rezarlas, el Señor
le perdonara todos sus pecados.
12.
Yo
le defenderé contra graves tentaciones.
13.
Preservaré
y guardaré sus 5 sentidos.
14.
Le
preservare de una muerte repentina.
15.
Su
alma será librada de la muerte eterna.
16.
Esta
alma obtendrá todo cuanto le pidiere a Dios y a la Santísima Virgen.
17.
Si
haya vivido haciendo su voluntad durante toda su vida y si debiera morir al día
siguiente, Yo le prolongaré su existencia para que se confiese bien.
18.
Cada
vez que un alma rezare estas Oraciones, ganara 100 días más de indulgencia.
19.
Se
le asegura que será colocado junto al Supremo Coro de los Santos Ángeles.
20.
Al
que enseñare estas Oraciones a otra persona, se le asegura gozo continuo; y el
merito perdurable por toda la eternidad.
21.
Dondequiera
que se rezaren estas Oraciones, o
si se rezan en algún tiempo futuro, allí estará Dios presente con Su Gracias.
______________________________________________________
a. † Iniciar con la señal de La Cruz.
b. Acto de Contrición (Señor
Mío Jesucristo, Creador y Redentor Mío, por ser tu quien eres y porque te amo
sobre todas las cosas, me pesa haberte ofendido…etc.).
Primera Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesucristo! ¡Sois la Eterna Dulzura de
todos los que Os aman; la
Alegría que sobrepasa todo Gozo y Deseo; la Salvación y Esperanza de
todos los pecadores! Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de
permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de
asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos.
Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de
Vuestra Concepción; y especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión; así como
fue decretado y ordenado desde toda la eternidad; según el Plan Divino.
Acordaos, Oh Señor, que
durante la Ultima Cena
con Vuestros Discípulos les habéis lavado los pies; y después, les disteis
Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre Preciosísima. Luego,
confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima Pasión.
Acordaos de la tristeza
y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma, como Vos mismo lo
afirmasteis, diciendo: “Mi alma esta triste hasta la muerte.”
Acordaos de todos los
temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro Sagrado
Cuerpo, antes del suplicio de la Crucifixión. Después
de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis
traicionado por Vuestro discípulo, Judas; apresado por los habitantes de una
nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos,
e injustamente juzgado por tres veces; todo lo cual sucedió en la flor de
Vuestra Madurez; y en la solemne Estación Pascual.
Acordaos que fuisteis
despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Os
cubrieron los Ojos y la Cara
infligiendo bofetadas. Después, coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras
manos una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes;
y agobiado de oprobios y ultrajes.
En memoria de todas
estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz , concededme antes de
morir, una contrición verdadera; una confesión sincera y completa; adecuada
satisfacción; y la remisión de todos mis pecados. Amén.
Segunda Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, la Verdadera Libertad
de los Ángeles y Paraíso de Delicias! Acordaos del horror y la tristeza con que
fuisteis oprimido, cuando, Vuestros enemigos como leones furiosos, Os rodearon
con miles de injurias; salivazos; bofetadas; laceraciones; arañazos y otros
suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo.
En consideración a estos
tormentos, y a las palabras injuriosas, Os suplico, ¡Oh mi Salvador, y
Redentor! que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que,
bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la Salvación Eterna.
Amén.
Tercera Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Creador del
Cielo y de la Tierra ,
al que nada puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo; y todo es sostenido
bajo Vuestra Amorosa Potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis
cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe, clavaron
Vuestras Sagradas Manos y Pies a la
Cruz. Y no viéndoos en un estado suficientemente lamentable
para satisfacer su furor, agrandaron Vuestras Llagas, agregando dolor sobre
dolor. Con indescriptible crueldad extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y
estirones violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
Oh Jesús, en memoria de
este Santo Dolor que habéis soportado con tanto amor en la Cruz ,
Os suplico concederme la gracia de temeros y amaros. Amén.
Cuarta Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Médico
Celestial, elevado en la Cruz
para curar nuestras llagas con las Vuestras! Acordaos de las contusiones y los
desfallecimientos que habéis sufrido en todos Vuestros Miembros; y que fueron
distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la
cima de la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo
estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros Sufrimientos,
no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos, a Vuestro Padre Celestial,
diciéndole; “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen.”
Por esta inmensa
Misericordia, y en memoria de estos Sufrimientos, Os hago esta suplica:
Conceded que el recuerdo de Vuestra amarga Pasión, nos alcance una perfecta
contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.
Quinta Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Espejo de
Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido al
contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de
Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la predestinación de aquellos que se
salvarían, mediante los meritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente,
habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serian
condenados por sus pecados; y Os habéis quejado amargamente de esos
desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
Por este abismo de
compasión y piedad; y principalmente por la bondad que demostrasteis hacia el
buen ladrón, diciéndole: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso.”, hago esta
suplica, Duce Jesús: Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordia de
mí. Amén.
Sexta Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Rey
infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido, cuando
desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También ,
fuisteis abandonado de todos Vuestros parientes y amigos; con la excepción de
Vuestra muy amada Madre. En Vuestra Agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos;
luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a María:
“¡Mujer, he aquí a tu hijo!” Y a Juan: “¡He aquí a tu Madre!”
Os suplico, Oh mi
Salvador, por la espada de dolor que entonces traspaso el alma de Vuestra
Santísima Madre, que tengáis compasión de mi. Y en todas mis aflicciones y
tribulaciones, tanto corporal como espirituales, ten piedad de mí. Asistidme en
todas mis pruebas, y especialmente a la hora de mi muerte. Amén.
Séptima Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Inagotable
Fuente de Compasión, ten compasión de mí! En un profundo gesto de amor, habéis
exclamado en la Cruz :
¡“Tengo Sed”! Era sed por la salvación del género humano. ¡Oh mi salvador! Os
ruego que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos hacia la
perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia
carnal, y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.
Octava Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Dulzura de
los corazones y Deleite del Espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que
habéis probado en la Cruz ,
por amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir
dignamente, Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima, durante nuestra
vida; y también a la hora de la muerte; para servir de remedio y consuelo a
nuestras almas. Amén.
Novena Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Virtud Real y
Gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis sentido, sumergido en un océano de
amargura, al acercarse la muerte. Insultado y ultrajado por los judíos,
clamasteis en alta voz que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial,
diciéndole: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?”.
Por esta angustia, Os
suplico, Oh mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi
muerte. Amén.
Décima Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Principio y
Fin de todas las cosas, Sois la
Vida y la
Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis
sumergido en un abismo de penas; sufriendo dolor desde la planta de los Pies
hasta la cima de la Cabeza. En
consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar, por puro
amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino de Vuestra Ley Divina es
amplio y agradable, para aquellos que Os aman. Amén.
Undécima Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús! ¡Abismo muy
profundo de Misericordia! En memoria de las Llagas que penetraron hasta la
médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Vos, presento esta
súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido
que me apartéis del pecado. Ocultadme de Vuestro Rostro tan justamente irritado
contra mí. Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas; hasta que Vuestra cólera
y justísima indignación hayan cesado. Amén.
Duodécima Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Espejo de la Verdad , Sello de la Unidad , y Vínculo de la Caridad ! Acordaos de la
multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies. Esas
Llagas fueron laceradas y enrojecidas, Oh dulce Jesús, por la efusión de
Vuestra Adorable Sangre. ¡Oh, que dolor tan grande y repleto habéis sufrido por
amor a nosotros, en Vuestra Carne Virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer
por nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡O
Amable y Adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el Fruto
meritorio de Vuestros Sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que en mi
corazón, Vuestro Amor aumente cada día; hasta que llegue a contemplaros en la Eternidad. ¡Oh
Amabilísimo Jesús! Vos Sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que Os
pido concederme en el Cielo. Amén.
Décima-Tercia Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Fuerte León,
Rey Inmortal e Invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido
cuando, agotadas todas Vuestras Fuerzas, tanto moral como física, inclinasteis la Cabeza y dijisteis: “Todo
está consumado.”
Por esta angustia y
dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mi en la hora de mi
muerte; cuando mi mente estará tremendamente perturbada; y mi alma sumergida en
angustia. Amén.
Décima-Cuarta Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Único Hijo
del Padre Celestial, Esplendor y Semejanza de Su Esencia! Acordaos de la
sencilla y humilde recomendación que hicisteis de Vuestra Alma, a Vuestro Padre
Eterno, diciéndole: “Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu” Desgarrado
Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas de Vuestra
Misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os
suplico, Oh Rey de los Santos, confortadme. Socorredme, para resistir al
demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo
solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y
desterrada que regresa a Vos. Amén.
Décima-Quinta Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡Oh Jesús, Verdadera y
Fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de Sangre que tan generosamente
habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra Preciosa Sangre fue
derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.
De Vuestro Costado
perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y Agua, hasta no
quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado
a los alto de la Cruz ,
la muy fina y delicada Carne Vuestra fue destrozada; la Substancia de Vuestro
Cuerpo fue marchitada; y disecada la
Médula de Vuestros Huesos.
Por esta amarga Pasión,
y por la efusión de Vuestra Preciosa Sangre, Os suplico, O Dulcísimo Jesús, que
recibáis mi alma cuando yo esté sufriendo, en la agonía de mi muerte. Amén.
Conclusión:
¡Oh Dulce Jesús!
Herid mi corazón, a fin
de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche.
Convertidme enteramente Oh mi Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra
Habitación Perpetua. Y que mi conversación Os sea agradable. Que el fin de mi
vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer
Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo, con todos Vuestros
Santos. Amén.-
AVE MARIA PURISIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARIA PURISIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARIA PURISIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
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