Jueves Santo
Había una vez...
(Once Upon a time…)
Mi tibieza espiritual, espíritu enfriado por la posesión terrenal
y por el creer que soy dueño del futuro, cuando en verdad no soy dueño ni del
siguiente segundo de mi existencia; y esa preocupación del mañana [San Mateo 6:25], si tengo una ocupación con la cual ganarme la vida o sin
tenerla quedando a vivir de la limosna es lo mismo, porque cuando tengo me
preocupo por no perder lo que tengo y cuando no tengo me preocupo por lo que no
puedo tener.
Y la vida natural que se encasquillo en mí ser, en mi
conciencia, me indica que lo que sucedió en el pasado es historia y solo sirve
de referencia para el futuro, y la batalla espiritual [Efesios 6:12] es un asunto de hasta no ver no creer [San Juan 20:29] y este peregrinar hacia la Patria Celestial se transforma en un
luchar por vivir el Cielo antes de tiempo acá en la tierra, y no en vivir la vida espiritualmente para
luchar por no ir al infierno, sino más bien al menos llegar al purgatorio; y la
vida natural se apodera de mi eternidad tildando de fanatismo las creencias
espirituales.
Cómo explicarle a los seres que amo qué la historia espiritual no
es un asunto de hechos ocurridos, sino qué es un asunto de hechos estacionados
en el tiempo místico; porque para lo espiritual el tiempo no existe, sino más
bien que el tiempo es una medida de la vida natural y que en ese tiempo místico
un día no tiene veinticuatro horas [2 San Pedro 3:8] y existen hechos que se
repiten constantemente: Como explicarle al católico moderno, envuelto y acaparado
del sobrevivir diario que el afán de riqueza o del vivir bien es un asunto que
no tiene, la mayoría de veces, nada que ver con el Reino de Los Cielos. Y cómo
transmitir la experiencia de recibir El Cuerpo de Cristo en mi boca y sentir la
suavidad de su carne y la salinidad dulzona de su sangre al momento de que esta
se desase en mi boca y cómo explicar que cada vez que esto ocurre se da el
Misterio de la Encarnación [San Juan 6:53-56] en aquel que está en gracia de Dios y Él Señor
se hace uno solo con el creyente.
Y cómo explicar qué para lograr esa gracia, ser uno con Él Señor
mediante la Eucaristía, no hay que ser
tibio, ni creyente a medias. Ya alguno de los seres a los que amo me han dicho
que la “salvación es personal” y que no me preocupe por ellos, que el Señor es
Misericordioso y cuando me dicen eso en mi mente se escucha: Si soy Dios Misericordioso,
pero también soy Justo; el único camino de encontrar la salvación es mediante
el arrepentimiento, buscando la absolución y practicar la justicia con los demás.
Y la eternidad espiritual se mantiene en el Santo Sacrificio de
La Misa, Nuestro Señor vuelve a ser crucificado, y se manifiesta toda la
Majestad Celestial desde el Dios Padre, El Dios Espíritu Santo, La Santísima
Virgen María y demás nueve coros celestiales y Santos del día. Y el “Había Una
Vez…” es permanente y eterno, porque al instaurar el Santo Sacramento de la Eucaristía
y el Sacerdocio, un día como hoy Jueves Santo, este acto, esta acción, quedo
repetida en el tiempo y no como un mero acto simbólico, sino como un hecho Místico
para que el que cree lo viva cada vez, cada día, cada instante que come de ese
pan hecho Carne y de ese vino hecho Sangre. Ahí está eternamente ofreciéndose
como Víctima Inocente [Hebreos 9:12] ante Dios Padre para que
nosotros sin padecer dicho tormento podamos simplemente con llevar una vida fácil
en la Fe [San Mateo 11:30] podamos aspirar a la Patria Celestial; Jesús es el mismo, ayer, hoy
y siempre [Hebreos 13:8] y por esa eternidad no es historia sino que es
Hombre y Espíritu que Resucito en la Gloria de entre los muertos y está sentado
a la derecha de Dios Padre y de nuevo ha de venir para juzgar a vivos y
muertos.
Dice en mi mente que lo único que puedo hacer es que ore pidiéndole
a la Santísima Madre que interceda por mí ante Él para recibir la gracia de que
mi tibieza se transforme en Fe Viva, Caridad Pura y que con mi actuar convenceré
a los seres que amo y que incluso están alejados de la Eucaristía y demás Santos
Sacramentos, y orar también por ellos para que junto conmigo y los demás pecadores,
herejes, cismáticos e idolatras tengamos la Fe de que la Palabra de Dios en la
Santa Biblia no es historia sino que sus figuras son eternas y permanentes, aun
en esta época de mucha modernidad y falsa vida material y que solamente una
sola Fe y vida sacramental salva.
Que la Paz de Dios y el amor del Padre este con todos nosotros.
AVE MARIA PURISIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARIA PURISIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARIA PURISIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
Amén.
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