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viernes, 15 de abril de 2016

Orar para salvar el Alma: Oraciones dadas a Santa Brígida de Suecia (por los 5480 azotes)


Las Quince Oraciones
Reveladas Por Nuestro Señor a
Santa Brígida de Suecia
En La Iglesia de San Pedro, En Roma.

ORACIONES
Aprobadas por El Papa Pio IX

Magnificas Promesas Transmitidas a Santa Brígida de Suecia

Tocante a las Revelaciones de Santa Brígida, el Papa Benedicto XV se expreso de la siguiente manera;

“La aprobación de estas Revelaciones implica nada más que esto: Después de una exanimación lenta y detenida, se permite publicar estas Revelaciones, para el bien espiritual de todos los fieles. Y, aunque no se les atribuye el mismo grado de fe, igual al que se le rinde a las Verdades de la Religión bajo pena; sin embargo, se les permite creer con fe humana. Es decir, conforme a las reglas de prudencia, por las cuales son probables. Por tanto, estando ya adecuadamente afirmadas y apoyadas por suficientes motivos, pueden ser piadosamente creídas.”

(Les Petits Bollandisteis, Tome XII)

El día 14 de Junio de 1303, nació Santa Brígida. En ese momento, el Cura de Rasbo, llamado Benito, oraba por un feliz parto de la Señora Ingeborde. Súbitamente, se encontró el Cura envuelto en una nube luminosa; y de la cual se le apareció la Santísima Virgen, diciéndole:

“Una niña ha nacido en Birger; y se oyerá su voz por todo el mundo”. Sagli, die XXIV Aprilis 1903 Imprimátur. F.J. GIRARD, V.G.

Estas Oraciones y Promesas fueron copiadas de un libro impreso en Tolosa (Francia), en el año 1740. Se publicaron por el Padre Adrien Parvilliers, de la Compañía de Jesús. El Padre Adrien era Jesuita, Misionero Apostólico, en la Tierra Santa. Este Sacerdote obtuvo la aprobación, el permiso y la recomendación que se requería para difundir estas Oraciones.

Los Padres de Familia, Maestros y Maestras que enseñan estas Oraciones a los pequeños, por lo menos durante un año, serán premiados de Dios. Esta Promesa se aplica igualmente a los que facilitan a otros. Se les asegura el privilegio de ser preservados durante la vida, de todo accidente grave, que pudiera ocasionar la perdida de alguno de sus cinco sentidos.

El Papa Pio IX declaró conocimiento de estas Oraciones con el acto de presentar el Prologo. De esta manera, el Sumo Pontífice admitió la autenticidad de estas plegarias por el bien de las almas; y firmó la aprobación en el día 31 de Mayo de 1862.

Este veredicto del Santo Padre Pio IX fue confirmado con actos tangibles y concretos. Las Promesas ya se han realizado a favor de todas las personas que han rezado estas Oraciones. Además, se han producido numerosos hechos sobrenaturales. Por este medio, Dios se ha dignado dar a conocer la rigurosa veracidad de estas Oraciones y Promesas. Una colección de pequeños libros, incluyendo estas oraciones, fue aprobada por el Gran Congreso de Malines, en el día de Agosto 22, de 1863.

Pregunta:
Para obtener los PRIVILEGIOS, ¿es necesario rezar las Oraciones cada día, y sin interrupción?

Respuesta:
Lo menos posible se debe faltar. Pero, si por alguna razón grave se faltase alguna vez, no se perderán los PRIVILEGIOS si se continúan rezando las Oraciones diariamente por el año entero. Suponiendo que durante el año completo se rezan 5480 Oraciones, todo permanecerá intacto, al completar lo que había faltado. Se debe rezar con devoción; concentrado en las palabras que se pronuncian.

Estas Oraciones pueden servir también de Vía Crucis.

Los que visitan la Iglesia de San Pablo en Roma, todavía pueden contemplar el Crucifijo Milagroso, colocado arriba del Sagrario, se encuentra en la Capilla del Santísimo Sacramento. Este Crucifijo Milagroso fue esculpido por Pierre Cavallini. Es el mismo Crucifijo ante el cual estuvo arrodillada Santa Brígida cuando recibió estas 15 Oraciones del mismo Nuestro Señor. Además, en esa misma Iglesia de San Pablo hay una inscripción conmemorando este evento; y dice así en Latín:

“Pendentis, Pendente Dei verba accepit aure accipit et verbum corde Brigitta Deum. Anno Jubilei MCCCL”

Por mucho tiempo Santa Brígida había deseado saber cuántos latigazos había recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Un cierto día se le apareció Jesucristo, diciéndole:

“Recibí en Mi Cuerpo cinco mil, cuatrocientos ochenta latigazos; son 5,480 azotes. Si quieres honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padre Nuestro; también 15 veces el Ave María, con las siguientes Oraciones, durante un año completo. Al terminar el año, habréis venerado cada una de Mis Llagas.” (Nuestro Señor mismo le dicto las Oraciones a la Santa)

Las Promesas

1.     Librare del Purgatorio a 15 almas de su parentela o linaje.

2.     15 Almas de su parentela o linaje serán preservadas y confirmadas en la gracias.

3.     Quince pecadores de su linaje serán convertidos.

4.     El que rezare estas Oraciones, alcanzar el primer grado de la perfección.

5.     Quince días antes de su muerte, le daré el alimento de Mi Sagrado Cuerpo, para que se escape del hambre eterno; y le daré de beber de Mi Preciosísima Sangre, para que no padezca de sed eternamente.

6.     Quince días antes de su muerte, sentirá contrición profunda por todos sus pecados; y tendrá conocimiento perfecto de todas sus culpas.

7.     Yo pondré el Signo de Mi Victoriosa Cruz delante de él, para que sea su amparo y defensa contra las asechanzas de sus enemigos.

8.     Antes de su muerte, vendré a él con Mi Carísima y Bienamada Madre.

9.     Benignamente recibiré su alma; y le conduciré a las delicias eternas.

10.       Y habiendo conducido a esta alma hasta las Mansiones Eternas, allí le daré a beber del Manantial de Mi Divinidad; cosa que no haré con los que no hayan recitado mis oraciones.

11.       Haz saber que el que haya vivido en estado de pecado mortal aun por 30 años, si rezare devotamente estas Oraciones, o si hubiere propuesto rezarlas, el Señor le perdonara todos sus pecados.

12.       Yo le defenderé contra graves tentaciones.

13.       Preservaré y guardaré sus 5 sentidos.

14.       Le preservare de una muerte repentina.

15.       Su alma será librada de la muerte eterna.

16.       Esta alma obtendrá todo cuanto le pidiere a Dios y a la Santísima Virgen.

17.       Si haya vivido haciendo su voluntad durante toda su vida y si debiera morir al día siguiente, Yo le prolongaré su existencia para que se confiese bien.

18.       Cada vez que un alma rezare estas Oraciones, ganara 100 días más de indulgencia.

19.       Se le asegura que será colocado junto al Supremo Coro de los Santos Ángeles.

20.       Al que enseñare estas Oraciones a otra persona, se le asegura gozo continuo; y el merito perdurable por toda la eternidad.

21.       Dondequiera que se rezaren estas Oraciones, o si se rezan en algún tiempo futuro, allí estará Dios presente con Su Gracias.

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a. Iniciar con la señal de La Cruz.
b. Acto de Contrición (Señor Mío Jesucristo, Creador y Redentor Mío, por ser tu quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa haberte ofendido…etc.).

Primera Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesucristo! ¡Sois la Eterna Dulzura de todos los que Os aman; la Alegría que sobrepasa todo Gozo y Deseo; la Salvación y Esperanza de todos los pecadores! Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Concepción; y especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad; según el Plan Divino.

Acordaos, Oh Señor, que durante la Ultima Cena con Vuestros Discípulos les habéis lavado los pies; y después, les disteis Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima Pasión.

Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo: “Mi alma esta triste hasta la muerte.”

Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la Crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por Vuestro discípulo, Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos, e injustamente juzgado por tres veces; todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra Madurez; y en la solemne Estación Pascual.

Acordaos que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas. Después, coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras manos una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes; y agobiado de oprobios y ultrajes.

En memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz, concededme antes de morir, una contrición verdadera; una confesión sincera y completa; adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis pecados. Amén.

Segunda Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, la Verdadera Libertad de los Ángeles y Paraíso de Delicias! Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido, cuando, Vuestros enemigos como leones furiosos, Os rodearon con miles de injurias; salivazos; bofetadas; laceraciones; arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo.

En consideración a estos tormentos, y a las palabras injuriosas, Os suplico, ¡Oh mi Salvador, y Redentor! que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que, bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la Salvación Eterna. Amén.

Tercera Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo; y todo es sostenido bajo Vuestra Amorosa Potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe, clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.

Oh Jesús, en memoria de este Santo Dolor que habéis soportado con tanto amor en la  Cruz, Os suplico concederme la gracia de temeros y amaros. Amén.

Cuarta Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las Vuestras! Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos que habéis sufrido en todos Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros Sufrimientos, no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos, a Vuestro Padre Celestial, diciéndole; “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen.”

Por esta inmensa Misericordia, y en memoria de estos Sufrimientos, Os hago esta suplica: Conceded que el recuerdo de Vuestra amarga Pasión, nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.

Quinta Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Espejo de Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido al contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la predestinación de aquellos que se salvarían, mediante los meritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente, habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serian condenados por sus pecados; y Os habéis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.

Por este abismo de compasión y piedad; y principalmente por la bondad que demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso.”, hago esta suplica, Duce Jesús: Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordia de mí. Amén.

Sexta Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido, cuando desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También, fuisteis abandonado de todos Vuestros parientes y amigos; con la excepción de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra Agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos; luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a María: “¡Mujer, he aquí a tu hijo!” Y a Juan: “¡He aquí a tu Madre!”

Os suplico, Oh mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspaso el alma de Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mi. Y en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporal como espirituales, ten piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente a la hora de mi muerte. Amén.

Séptima Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Inagotable Fuente de Compasión, ten compasión de mí! En un profundo gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: ¡“Tengo Sed”! Era sed por la salvación del género humano. ¡Oh mi salvador! Os ruego que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos hacia la perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal, y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.



Octava Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del Espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente, Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima, durante nuestra vida; y también a la hora de la muerte; para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.

Novena Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Virtud Real y Gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte. Insultado y ultrajado por los judíos, clamasteis en alta voz que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?”.

Por esta angustia, Os suplico, Oh mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi muerte. Amén.

Décima Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, Sois la Vida y la Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas; sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino de Vuestra Ley Divina es amplio y agradable, para aquellos que Os aman. Amén.


Undécima Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las Llagas que penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme de Vuestro Rostro tan justamente irritado contra mí. Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas; hasta que Vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén.

Duodécima Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y Vínculo de la Caridad! Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas, Oh dulce Jesús, por la efusión de Vuestra Adorable Sangre. ¡Oh, que dolor tan grande y repleto habéis sufrido por amor a nosotros, en Vuestra Carne Virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡O Amable y Adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el Fruto meritorio de Vuestros Sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que en mi corazón, Vuestro Amor aumente cada día; hasta que llegue a contemplaros en la Eternidad. ¡Oh Amabilísimo Jesús! Vos Sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que Os pido concederme en el Cielo. Amén.

Décima-Tercia Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Fuerte León, Rey Inmortal e Invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras Fuerzas, tanto moral como física, inclinasteis la Cabeza y dijisteis: “Todo está consumado.”

Por esta angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mi en la hora de mi muerte; cuando mi mente estará tremendamente perturbada; y mi alma sumergida en angustia. Amén.

Décima-Cuarta Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Único Hijo del Padre Celestial, Esplendor y Semejanza de Su Esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: “Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu” Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas de Vuestra Misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, Oh Rey de los Santos, confortadme. Socorredme, para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.

Décima-Quinta Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Verdadera y Fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de Sangre que tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra Preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.

De Vuestro Costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y Agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a los alto de la Cruz, la muy fina y delicada Carne Vuestra fue destrozada; la Substancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada; y disecada la Médula de Vuestros Huesos.

Por esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra Preciosa Sangre, Os suplico, O Dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma cuando yo esté sufriendo, en la agonía de mi muerte. Amén.

Conclusión:

¡Oh Dulce Jesús!
Herid mi corazón, a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente Oh mi Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación Perpetua. Y que mi conversación Os sea agradable. Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo, con todos Vuestros Santos. Amén.-

AVE MARIA PURISIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARIA PURISIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.

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