Juan 6:
53 Jesús les
dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre,
y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come
mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
55 Porque mi
carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
56 El que come
mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
57 Lo mismo que
el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me
coma vivirá por mí.
58 Este es el
pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el
que coma este pan vivirá para siempre.»
65 Y decía: «Por
esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.»
1 Corintios 11:
26 Pues cada vez
que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta
que venga.
27 Por tanto,
quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y
de la Sangre
del Señor.
28 Examínese,
pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa.
29 Pues quien come
y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo.
30 Por eso hay
entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos.
31 Si nos
juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos castigados.
32 Más, al ser
castigados, somos corregidos por el Señor, para que no seamos condenados con el
mundo.
17 Por tanto, el
que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. [2
Corintios 5]
2 Corintios 4:
7 Pero llevamos
este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan
extraordinaria es de Dios y no de nosotros.
8 Atribulados en
todo, más no aplastados; perplejos, mas no desesperados;
9 perseguidos,
más no abandonados; derribados, mas no aniquilados.
2 Corintios 4:
16 Por eso no
desfallecemos. Aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre
interior se va renovando de día en día.
17 En efecto, la
leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal
de gloria eterna,
18 a cuantos no
ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las
cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas.
2 Corintios 5:
20 Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de
nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos
con Dios!
1 Corintios 14:
1 Buscad la caridad; pero aspirad también a los dones espirituales, especialmente
a la profecía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario