Mason Project
…Esta es la realidad que estamos viviendo y que nos sumerge de lleno en el
peligro que la Iglesia actual está sufriendo debido a la infiltración masónica.
Ya desde 1972 Nuestro Señor le decía a la mística Filiola lo siguiente: “Se ha dejado
conducir a la Iglesia en las manos de un espíritu como masónico”. Este proyecto
masónico ha traído como consecuencia un relajamiento y
pérdida de la importancia de la confesión individual; la desvalorización de la
Eucaristía; que se comulgue de pie y en la mano; un relativismo de la moral;
una supresión a todo tipo de sacrificio y penitencia corporal, considerándose
como algo exagerado y anticuado; una alteración al sentido del pecado; un mayor
libertinaje en la Liturgia; menor piedad y misticismo en las iglesias;
disminución notable en oraciones como el Via Crucis, adoraciones, reparaciones
eucarísticas, procesiones, etc.; una tergiversación del sentido del sacrificio
en la Santa Misa en pro de un mero banquete pascual; disminución del hábito
religioso y signo sacerdotal; una aversión a los dogmas; una explicación de la
fe religiosa como un fenómeno subjetivo; una voluntad de penetrar en las
instituciones de la Iglesia para irlas modificando sin violencia.
Por lo anterior, no es extraño, y aún parece lógico que un gran sector de
la Iglesia, tanto de laicos como de sacerdotes, obispos y cardenales propugnen
por cambios radicales en la Iglesia, tales como la cesación del celibato
sacerdotal y su apertura lícita al matrimonio; la opción de la mujer a aspirar
al sacramento del orden sacerdotal; el reconocimiento moral de los medios
artificiales de anticoncepción; respeto y reconocimiento a los derechos de
homosexuales y lesbianas a ejercer su propia opción de “género”, asimilando su
unión al vínculo matrimonial y posibilidad de derecho de adopción; una real
democracia dentro de la Iglesia que permita una mayor “colegialidad” otorgando
mayores derechos y poderes a las Conferencias Episcopales; replantear ciertos criterios
que tienen como base la infalibilidad papal; reconsiderar la posibilidad de
voto a los fieles en materia de doctrina y teología, etc.
Todas estas propuestas son una realidad abrumadora en un sector de la
Iglesia, parte por esa influencia masónica como por el error e ignorancia al
desconocer la verdadera naturaleza de la Iglesia. Es decir, es necesario
recordar que la Iglesia Católica es una institución humana y divina, espiritual
y visible a la vez (Lumen Gentium 8). No se olvide que la Iglesia es una
institución que proclama la salvación eterna en Jesucristo, por el mandamiento
supremo del amor y la participación de los sacramentos. La Iglesia camina en el
tiempo pero su fin es sobrenatural, y esta lógica de fondo no comulga con la
lógica humana, ni de una empresa, ni de un partido político, ni siquiera de
otra iglesia o denominación religiosa.
Dicho en otras palabras, el catolicismo tiene tres dimensiones: 1) En
primer lugar es una doctrina que no está sujeta a los vaivenes de la historia,
ni es cambiante. Procede del Antiguo y Nuevo Testamento junto a la Tradición de
los Apóstoles. 2) Una segunda dimensión es la ética del hombre que se
fundamenta en los mandamientos que vienen directamente de Dios. Aquí se expresa
la verdad de Dios sobre lo que hay que creer y hacer. Aquí no caben
explicaciones psicológicas, históricas, naturales, antropológicas o políticas
que pretenden relativizar todas las conductas. Aquí no caben componendas. 3) Y
el tercer aspecto es su organización visible, pero no sigue el modelo
democrático sino el de la unidad, que tampoco significa consenso político. La
unidad es en torno al obispo de Roma, sucesor de Pedro, a quien Jesucristo
eligió como cabeza de los apóstoles, cuyos sucesores son los obispos. Y más
consecuencias se siguen de esto.
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