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lunes, 31 de octubre de 2016

El Apocalipsis del Señor Jesús





APOCALIPSIS DEL SEÑOR JESÚS
(VERSIÓN BIBLIA DE JERUSALÉN, 1976)

San Mateo 24

1 Salió Jesús del Templo y, cuando se iba, se le acercaron sus discípulos para mostrarle las construcciones del Templo.

2 Pero él les respondió: « ¿Veis todo esto? Yo os aseguro no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derruida.»

3 Estando luego sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él en privado sus discípulos, y le dijeron: «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo.»

4 Jesús les respondió: «Mirad que no os engañe nadie.

5 Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos.

6 Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin.

7 Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambre y terremotos.

8 Todo esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento.

9 «Entonces os entregarán a la tortura y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre.

10 Muchos se escandalizarán entonces y se traicionarán y odiarán mutuamente.

11 Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos.

12 Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará.

13 Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

14 «Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin.

15 «Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el Lugar Santo (el que lea, que entienda), 16 entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; 17 el que esté en el terrado, no baje a recoger las cosas de su casa; 18 y el que esté en el campo, no regrese en busca de su manto.

19 ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!

20 Orad para que vuestra huida no suceda en invierno ni en día de sábado.

21 Porque habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla.
22 Y si aquellos días no se abreviasen, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días.
23 «Entonces, si alguno os dice: “Mirad, el Cristo está aquí o allí, no lo creáis. 24 Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos.

25 ¡Mirad que os lo he predicho!

26 «Así que si os dicen: “Está en el desierto”, no salgáis; “Está en los aposentos”, no lo creáis.

27 Porque como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre.

28 Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.

29 «Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas.

30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria.

31 El enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro.

32 «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.

33 Así también vosotros, cuando veáis todo esto, sabed que El está cerca, a las puertas.

34 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 36 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre.

37 «Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. 38 Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, 39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre.

40 Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; 41 dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada. 42 «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. 43 Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa.

44 Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.


San Lucas 17


22 Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.

23 Y os dirán: “Vedlo aquí, vedlo allá.” No vayáis, ni corráis detrás.

24 Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día.

25 Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación.

26 «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. 27 Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. 28 Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; 29 pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. 30 Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.

31 «Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot. 33 Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. 34 Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; 35 habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada.»

36 Y le dijeron: « ¿Dónde, Señor?» El les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres.»

San Lucas 21

8 El dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy” y “el tiempo está cerca”. No les sigáis.

9 Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.»

10 Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino.

11 Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo.

12 «Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; 13 esto os sucederá para que deis testimonio. 14 Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, 15 porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. 16 Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, 17 y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. 18 Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.

19 Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

20 «Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. 21 Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella; 22 porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito.

23 ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! «Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y Cólera contra este pueblo; 24 y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles.

25 «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, 26 muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. 27 Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. 28 Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.»





Marcos 13

1 Al salir del Templo, le dice uno de sus discípulos: «Maestro, mira qué piedras y qué construcciones.»

2 Jesús le dijo: « ¿Ves estas grandiosas construcciones? No quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.»

3 Estando luego sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo, le preguntaron en privado Pedro, Santiago, Juan y Andrés:

4 «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de que todas estas cosas están para cumplirse.»

5 Jesús empezó a decirles: «Mirad que no os engañe nadie.

6 Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy”, y engañarán a muchos. 7 Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os alarméis; porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin. 8 Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá terremotos en diversos lugares, habrá hambre: esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento.

9 «Pero vosotros mirad por vosotros mismos; os entregarán a los tribunales, seréis azotados en las sinagogas y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para que deis testimonio ante ellos. 10 Y es preciso que antes sea proclamada la Buena Nueva a todas las naciones.

11 «Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo.

12 Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán.

13 Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

14 «Pero cuando veáis la abominación de la desolación erigida donde no debe (el que lea, que entienda), entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; 15 el que esté en el terrado, no baje ni entre a recoger algo de su casa, 16 y el que esté por el campo, no regrese en busca de su manto.

17 ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!

18 Orad para que no suceda en invierno.

19 Porque aquellos días habrá una tribulación cual no la hubo desde el principio de la creación, que hizo Dios, hasta el presente, ni la volverá a haber.

20 Y si el Señor no abreviase aquellos días, no se salvaría nadie, pero en atención a los elegidos que él escogió, ha abreviado los días.

21 Entonces, si alguno os dice: “Mirad, el Cristo aquí” “Miradlo allí”, no lo creáis.

22 Pues surgirán falsos cristos y falsos profetas y realizarán señales y prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, a los elegidos. 23 Vosotros, pues, estad sobre aviso; mirad que os lo he predicho todo.

24 «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, 25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas.

26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; 27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

28 «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.

29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que El está cerca, a las puertas.

30 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.

31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.

33 «Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento. 34 Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele; 35 velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada. 36 No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos.

37 Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!»


PALABRA DE DIOS

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